Tuve la buena fortuna de poder amamantar a mis dos hijos. El segundo incluso fue lactancia materna exclusiva hasta los ocho meses. Y no sólo mis niños crecieron fuertes y sanos sino que fui la mamá más feliz del mundo durante esa etapa. Pero de ahí a que se ocurriera "alimentar" a alguien más con la leche de mis senos, o ponerme a inventar recetas de helados o a hacer mantequilla, como parece que es la última moda, hay mucho trecho. Y mejor siéntate para que no te caigas cuando te cuente esta asquerosidad.
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¿Alguna vez se te ocurrió que podías hacer mantequilla con leche materna? ¿Te pasó por la cabeza la idea de ponerte inventar con la leche de tus senos? A mí no. La verdad es que andaba tan ocupada criando a mis hijos y además trabajando, que jamás tuve tiempo para estas estupideces.
Pues hoy me topé con una "noticia" según la cual no sólo hay mujeres haciendo mantequilla con su propia leche, sino que además hasta han puesto tutoriales paso a paso en internet, para que otras puedan sumarse a esta moda.
A mí todo esto me parece una ridiculez y un deseo de llamar la atención ¿Cuánta leche hay que producir para hacer una cucharada de mantequilla? ¿Cómo se conserva esa mantequilla? ¿Quién se la va a comer?
Hace un par de años hubo un cierto escándalo con unos tales helados hechos con leche materna, una cochinada sólo comparable con las tales recetas elaboradas a base de semen, o servidas con condones.
No tengo nada en contra de la leche materna ni de amamantar. Creo que lo que mejor que le puede pasar a una mamá y a su bebé es la lactancia materna. Leche al fin, con la leche materna se podrá hacer mantequilla, crema, queso, echársela al café, hacer paletas y paré usted de contar, pero la que es a mí no me parece.
Por lo pronto, creo que seguiré tomando leche de almendras.
Imagen vía yuliatrunina/Flickr