Una relación saludable no es para nada una libre de conflictos, así que evitemos esta confusión común. Los problemas son naturales, en realidad la parte saludable está en saber resolverlos de forma asertiva y constructiva. Una relación implica la unión de dos formas de pensar, de ver y vivir el mundo al igual que la suma de dos perspectivas que a veces pueden ser muy distintas. Por lo tanto, es natural que de repente existan diferencias y ciertas disonancias. Sin embargo, el secreto está en saber gestionar las emociones de forma adecuada y establecer acuerdos que sean a favor de ambas partes. Es por eso por lo que aquí te comparto algunas señales que te dirán que lo estás haciendo bien. Así que toma nota.
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No hay relaciones perfectas, todas pasan por periodos de ajuste necesarios para encontrar un equilibrio y que una pareja logre encontrar su centro. Para esto, es necesaria la disposición, la capacidad de autobservación y la humildad necesaria para saber aceptar los fallos o errores personales que pueden causar desequilibrios o que pueden tender a lo destructivo, así que hay que estar muy atentas.
El reto de toda relación está en las formas adecuadas de comunicación que les permitan a ambas partes establecer un justo medio en las necesidades de ambos. Esto es el ajuste por el que atravesamos todos. Nadie se salva y sería un grave error caer en una lucha de poderes donde alguno quiera dominar. A continuación comparto algunas señales para que descubras si estás en una relación sana.
Se aceptan tal como son y ninguno atenta contra la esencia del otro.
Esto incluye el hecho de respetar la personalidad, los intereses propios y las metas individuales. Cuando te unes a tu pareja pensando que algún día será como tú quieres o como tú esperas que sea, debes tener cuidado porque ninguno de los dos está para cumplir sus mutuas expectativas. No quiere decir que no busquemos ser una mejor versión para la relación, sin embargo, hay cosas de tu personalidad que no cambian porque representan la esencia. Así que para que tu relación permanezca saludable, acepta a tu pareja como es y toma en cuenta que los cambios que se soliciten mutuamente para mejorar la relación jamás deben ir en contra de sí mismos.
Le prestan atención a la relación y buscan nutrir cada encuentro.
Aunque suene a cliché, todas las relaciones son como una planta que requiere cuidados para crecer. Esto implica que requiere cierta cantidad de atención e incluso esfuerzo. La vida en pareja implica una vida en común, en donde están alimentando la energía que conforman cuando están juntos. No basta con el enamoramiento, eso es muy lindo, pero no es suficiente. Para que la relación perdure más allá de las mariposas en el estómago, es necesario regar la plantita con detalles, con tiempo compartido y con acciones que favorezcan el vínculo.
No entran en una lucha de poderes para ver quien gana, saben escucharse mutuamente.
Cuando se trata de resolver un conflicto y piensan de formas muy diferentes, deben tener cuidado de no perder de vista el objetivo principal que es “resolver”. Si desvían su atención a situaciones que tienen que ver con el ego y con querer tener la razón, ya se están saliendo de la línea de lo saludable así que necesitan tener mucho cuidado de no cruzar la línea entre dar un punto de vista o imponerlo. Si tú y tu pareja se saben escuchar sin juzgarse, son una pareja sana.
Ambos se retiran a tiempo de una discusión que puede convertirse en un caos.
Esto implica que ambos tienen la madurez necesaria para no entrar en una discusión en donde se estén saliendo de sus límites y perdiendo en las emociones. Para ello, deben saber ponerse un alto a sí mismos. Nadie mejor que ustedes mismos para saber sus límites emocionales. Así que reconocen cuando esa conversación no los llevará a ninguna solución y sólo se está convirtiendo en un momento de descarga o desahogo en la que pueden terminar diciendo cosas de las que después se arrepientan. Son sanos cuando saben decir, hablemos después.
Sacan lo mejor de una discusión porque llegan a acuerdos.
Lo más importante de los desencuentros son los pactos a los que pueden llegar y deben ser basados en la filosofía de ganar-ganar, por eso muchos especialistas lo llaman negociar. Aunque parece ser todo un arte, es una práctica que sólo requiere de disposición de honestidad y de un genuino compromiso para llevarlo a cabo. Esto representa la salud emocional de ambos, ya que habla de la madurez que ambos tienen para ver en una renuncia (que no atente contra su esencia), una ganancia.
Comparten su vida, aunque ninguno depende emocionalmente del otro.
Cuando hay dependencia emocional estamos hablando de que hay codependencia. Por supuesto una relación dependiente no es sana de ninguna forma. Cuando das todo por tu relación de pareja la conviertes en algo tóxico, así que es importante que cada uno sea independiente emocionalmente hablando. Este tipo de actitud en la relación está demarcado por la capacidad que ambos tienen de tener un mundo aparte y al mismo tiempo de tener un mundo compartido. Este balance es lo que siempre le dará sentido a sus vidas y sentido a su relación.
Aceptan sus puntos de vista, aunque no estén de acuerdo.
Esto es parte del respeto que toda relación debe tener. Cada uno tiene una forma diferente de interpretar el mundo y una manera distinta de configurar la realidad. Puede que no estén de acuerdo y es válido decirlo, esto forma parte de la honestidad. Sin embargo, ninguno debe condicionar la armonía de la relación a cambio del apoyo a un punto de vista en el que difieren. Es decir, no siempre escucharán lo que quieren oír el uno del otro.
Tienen la capacidad de ceder sin sentir que los acuerdos son una competencia.
Ceder no significa que eres débil y si tú y tu pareja lo ven de este modo es porque son una pareja sana. La falsa percepción que muchos pueden llegar a tener con respecto a los acuerdos es que cuando se cede es como si estuvieran perdiendo en el juego y eso demarcaría un enfoque muy infantil, incluso de competencia. Si ambos miran lo importante que es ceder en cosas que no van en contra de sí mismos, de sus metas personales e incluso de sus propios valores de vida, podrán descubrir que el camino hacia el entendimiento mutuo será mucho más fácil de recorrer.
En lugar de reclamos y reproches buscan soluciones.
En una discusión es completamente natural exponer los desacuerdos y los argumentos que se tienen para ello, es parte natural de un conflicto. Sin embargo, son una pareja saludable cuando no cruzan esa fina línea que los mantiene en la búsqueda de la solución y en el establecimiento de acuerdos como meta principal. Cuando la cruzan sólo para encontrar una descarga llena de reproches, incluso de cosas del pasado, estarían cayendo en un chantaje emocional que implica que ya cruzaron esa línea que deben mantener como frontera.
Confían en sí mismos, por lo tanto, confían el uno en el otro.
La confianza en la relación parte de la autoconfianza y esto implica que a pesar de las decisiones que tome cualquiera, están convencidos de que serán respetados porque ustedes se respetan a sí mismos. Están convencidos de que serán amados porque se aman a sí mismos y tienen claro que independientemente de cualquier traición, ustedes jamás se traicionarán a sí mismos ya que son leales a sus valores personales, a sus ideales y a sus metas.
Ambos se tratan con respeto a pesar de los desencuentros o conflictos.
El respeto no solo es que se hablen bonito y con cariño, el respeto es que no se descalifiquen mutuamente, ni directa ni sutilmente. Representa que saben hablarse de forma asertiva y no de forma explosiva, que son capaces de expresar sus puntos de vista sin temor a ser bombardeados de críticas mutuas. El respeto va mucho más allá de las formas de comunicación, aunque sí es parte, no lo es todo. Así que si tú y tu pareja se tratan de esta forma, es porque se están respetando.
Respetan sus espacios y su individualidad además de disfrutar el tiempo que pasan separados.
La salud de la energía de una relación constructiva se fundamenta en la capacidad que tienen para pasarla bien a pesar de que no estén todo el tiempo juntos, de la capacidad de disfrutar por separado y de construirse por separado. La pareja es para compartir un espacio de vida, no somos dueños ni amos del otro. Entonces tú estás siendo constructiva y sana cuando te das el permiso y la oportunidad de vivir feliz, aunque en ese momento no estén juntos.
Son empáticos y por lo tanto están disponibles emocionalmente el uno para el otro sin descalificar sus emociones.
La empatía no implica despersonalización, solo que se comprenden desde la realidad de cada uno poniéndose en los zapatos del otro. Cada uno tiene su propia experiencia de vida, proviene de una historia, de una forma de educación y de una manera de ver la vida. Ser empáticos implica que se comprenden más no que se justifican, que se entienden más no que se aprueban y que se apoyan en lo constructivo, aunque no estén de acuerdo siempre al cien por ciento.
También es saludable cuando saben decir adiós debido a la falta de entendimiento o cuando el amor se acaba.
Una relación sana es aquella que sabe cerrar ciclos cuando ya no hay intereses en común o amor que sustente la relación. El saberse separar de forma madura, adulta y responsable, habla de la salud emocional de ambos y de la salud de una relación que está por concluir. No es algo imposible, solo requiere de responsabilidad afectiva para que ninguno de los dos se quede anclado en el sufrimiento, aunque el dolor será inevitable, pero lo saben sobrellevar.
Tienen una buena relación consigo mismos, es decir practican el amor propio.
El resultado de una relación sana con otros siempre vendrá del amor propio. Y esto implica que más allá de lo que muchos pudieran considerar egoísmo, tiene que ver con la capacidad de velar por las propias necesidades, saber cubrirlas, ser una prioridad para sí mismos, el ser leales a sus metas y respetarse para saber pedir ese respeto también. Por lo tanto, la salud de una relación requiere una buena relación contigo misma.