La maternidad, como todo en la vida, tiene momentos que disfrutas muchísimo y otros que te angustian. El punto es que cuando nos dejamos someter por la presión mental y psicológica de hacer las cosas a la perfección, corremos el riesgo de sentir que nunca es suficiente. Además, vivimos en un miedo constante a equivocarnos que después nos lleva a cuestionarnos si estamos haciendo las cosas bien.
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En esta nueva edición de Mamás sin Filtros te cuento lo frustrante que fue querer convertirme en la “madre perfecta”. Pero, peor fue sentir que por más que me esforzaba, no lo lograba. Mi energía y vitalidad se consumían ya que todo el tiempo estaba alerta ante cualquier pequeño error. Como consecuencia, me encontraba lista para regañarme con mi vocecita interior ya que sentía que lo estaba haciendo mal. Pero, todo cambió cuando decidí tirar a la basura esa absurda idea de la supermamá para convertirme en una de carne y hueso que se conecta verdaderamente con sus hijos.
Rompiendo el mito de la madre perfecta.
En esta nueva edición de Mamás sin Filtros te cuento lo frustrante que fue querer convertirme en la “madre perfecta”. Pero, peor fue sentir que por más que me esforzaba, no lo lograba. Mi energía y vitalidad se consumían ya que todo el tiempo estaba alerta ante cualquier pequeño error. Me encontraba lista para regañarme con mi vocecita interior por que sentía que lo estaba haciendo mal. Todo cambió cuando decidí tirar a la basura esa absurda idea de la supermamá para convertirme en una de carne y hueso que se conecta verdaderamente con sus hijos.
El papel de la madre perfecta me hacía sentir que lo que hacía no era suficiente.
Ser la madre perfecta tiene sus costos y uno de ellos es vivir en una irrealidad pensando que está prohibido equivocarse. Esa terrible vocesita interior que te juzga, es algo que debes ignorar. Lo mejor es ver todo como un aprendizaje, aceptando que la perfección no existe. El mito de la supermamá es parte de una película de ficción.
Nadie experimenta en cabeza ajena y la experiencia te lo comprobará.
No importa cuántos manuales o libros leas, porque aunque pueden ser una excelente guía que te muestra el camino a seguir, “nadie experimenta en cabeza ajena”. Es hasta que vas enfrentando los nuevos retos de ser madre que descubres y aprendes la manera de resolverlos. La confianza que tengas en tu intuición y conexión con tus hijos es la clave para hacer una buena labor.
Como cualquier ser humano me puedo equivocar y cambiar la ruta a seguir.
Si fallo en algo puedo probar por caminos diferentes. Aunque me tomó tiempo entenderlo, siempre podemos aprender algo nuevo en nuestra labor como mamás. Sé que no soy perfecta y a veces tendré que cambiar mis estrategias basándome en mi intuición. Debo confiar en la sabiduría interior y reconocer que hay retos que vivir y pruebas que superar, siempre consciente de que hago lo mejor que puedo.
Amo a mis hijos y sé que debo ser una mamá feliz.
Si soy una mujer plena, una mujer feliz, una mujer realizada, les regalaré la mejor versión de mí. Además, me sentiré completa en todas las facetas de mi vida. Ser madre es parte de mi vida, pero estoy consciente de que no puede abarcarlo todo. A mis hijos les dedico tiempo y entrega, aunque para mantener el equilibrio también separo un tiempo para mí. De esa forma todo estará balanceado.
Suelta la obsesión por ser la supermamá y tómalo con calma.
Si bien es cierto que somos multitareas, también es cierto que puedes llegar a sentir un colapso de estrés. Disfruta cada momento, da un paso a la vez, aprende en el camino, no te exijas y verás como todo va a salir muy bien. Sé la madre que tus hijos necesitan. Eres una buena mamá en el momento en que tratas a tus hijos como te gustaría ser tratada. Esa es la norma básica.