Hay dos frases que a las madres nos ponen los pelos de punta: “Mamá, estoy aburrido” y “Mamá, no me gusta”. Después de buscar en Instagram y TikTok recetas fáciles de comida saludable para los niños, de ir a comprar los ingredientes y de hacernos finalmente el tiempo de prepararlos, lo peor que nos puede pasar es que nuestro niño le dé un vistazo al platillo como si estuviese repleto de algo desagradable y nos declare que no le gusta ¡sin siquiera probarlo!
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Entonces empieza una espiral de desesperación que suele incluir la frase: “Pero cómo puedes decir que no te gusta, si no lo probaste”. Y esto, por lo general, termina con un: “Te vas a dormir sin postre”. Es que la frustración a las madres nos nubla el juicio.
Y no estamos aquí para convencerte de que todas pasamos por lo mismo, que es algo normal y esperable, porque “mal de muchos, consuelo de tontos”. Lo que te traemos es información sobre por qué sucede este rechazo automático a los alimentos. ¿De dónde viene? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer al respecto?
Escucha este episodio de nuestro pódcast 'Mamá Dice' con algunos consejos para lograr una correcta alimentación con tus hijos:
¿Por qué nuestros hijos son tan renuentes a probar nuevos alimentos?
Para empezar, este fenómeno se conoce como “neofobia alimentaria” y literalmente significa “miedo a probar nuevos alimentos”. Es una etapa típica en el desarrollo infantil, sobre todo en niños y niñas de entre dos y tres años.
Proviene de un comportamiento instintivo. Evitamos inconscientemente comer alimentos nuevos por supervivencia porque podrían suponer un riesgo por ser venenosos, lo cual es frecuente en el mundo vegetal.
Esto se suma a que también, de forma innata, tenemos preferencia por los sabores dulces y no por los amargos, ácidos o agrios, que son característicos de los vegetales. Con todo esto no queremos decir que te quedes de brazos cruzados, sino todo lo contrario. No abandones esta lucha porque muchos niños con neofobia alimentaria se pueden convertir en adultos selectivos que no comen de manera equilibrada.
No los obligues a comer lo que rechazan.
Tal como explica en su blog la matrona y especialista en salud mental, Cristina Valiñas Prieto, lo único que lograrás por este camino es agravar la situación. Al presionarlo, el niño relaciona tu enfado con ese alimento y, por ende, su rechazo será mayor.
No prometas premios, ni los chantajees para que coman.
Usar frases como: “Si terminas el plato, te compro tal cosa” o “si pruebas esto, te puedes comer el chocolate”, harán que sigan asociando el alimento con castigos y experiencias negativas.
No los presiones para que coman un bocado.
¿Qué es lo que sí podrías hacer? Seguir ofreciendo el alimento nuevo, pero sin presionar. Puede que tengas que servirlo 10 a 15 veces antes de que tu hijo se decida a probarlo, de acuerdo con los expertos.
Genera experiencias positivas con los alimentos.
Cristina Valiñas Prieto también aconseja generar experiencias positivas en torno a los alimentos. Por ejemplo, llevando a los niños de compras, enseñándoles en el mercado las variedades de frutas y vegetales, y haciéndolos parte de la elección del menú. También podrían ayudarte a cocinar, lavar y pelar los alimentos.
Mejora la presentación de los alimentos.
La forma de presentarlos también puede ayudar a que tu niño los acepte. No es lo mismo hacer una lasaña con espinacas, que ponerle las espinacas cocidas en un plato. Valiñas Prieto recomienda combinar los alimentos nuevos con otros que le gusten y no ofrecerlos en grandes cantidades.
Si los rechaza, puedes probar haciéndolos de otra forma: quizá no le gusten las espinacas cocidas, pero sí crudas. O es posible que le gusten las manzanas a la sartén, en lugar de las hervidas.
Impulsa su buena alimentación jugando
Otra forma de crear experiencias positivas en torno a los alimentos es mediante juegos, con comida de plástico, dibujos o libros. Y lo más importante: No olvides que los niños aprenden por imitación. No puedes pretender que tus hijos coman sus verduras si tú ni las tocas. Es más, aprovecha las grandes celebraciones y reuniones familiares, donde muchas personas comen lo mismo, para incorporar nuevos alimentos.
Recuerda tener mucha paciencia y calma que a comer también se aprende. Es un proceso que lleva tiempo pero que, seguramente y de tu mano, llevará a tus niños a buen puerto.