Por muy incómodo que a veces resulte, las madres debemos comprender que los niños no lloran con la intención de molestar a nadie. Aunque a veces su llanto puede ser ensordecedor, sólo están mostrando sus emociones ante una experiencia y lo hacen así porque no saben hacerlo de otra forma. Son habilidades que irán adquiriendo con el tiempo, así que es importante ponernos en su lugar para entender que aún están aprendiendo a controlarse. Con el paso del tiempo y tu ayuda lograrán encontrar las herramientas indicadas para canalizar las emociones. El problema es que cuando nos desesperamos y les decimos: “No llores”, o “No es para tanto”, estamos coartando la única forma de expresión emocional que conocen en esta etapa. Es por ello que aquí te comparto los mensajes que debes evitar y los que le puedes decir sin llegar a prohibir su expresión.
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Los niños lloran por dolor, frustración, tristeza, angustia y la lista seguirá creciendo. No debemos descalificar sus motivos porque a pesar de que son niños y parecieran no tener problemas, también los tienen. Incluso, pueden experimentar estrés y van a lidiar con la vida desde su etapa y nivel de comprensión.
No limitemos las lágrimas porque éstas tienen un lado muy saludable que genera alivio, libera la tensión y permite encontrar la tranquilidad después de un momento de descarga necesario para el cuerpo. Así que toma en cuenta estos consejos que te comparto.
¡Ya vas a empezar a llorar!
Intenta un ejercicio e imagínate en el lugar de tu niño. ¿Cómo te sentirías si alguien te lo dijera? Como podrás notar, es una frase que descalifica y quita el permiso de sentir. Es terrible escucharla aún cuando somos adultos. Así que imagínate lo que siente un niño que no encuentra maneras distintas de equilibrar lo que siente. Antes de decirla sé empática y ponte en su lugar.
Prueba con: Veo que tienes ganas de llorar y está bien sentir lo que sientes.
Puede que no estés de acuerdo con lo que siente, que lo percibas exagerado o incluso consideres que está sobredimensionando las cosas. Sin embargo, es su emoción y es importante respetar la forma en cómo la vive y la experimenta. Deja que se desahogue y después tengan una conversación donde puedan acomodar las ideas y redireccionar el enfoque. Para ello, ambos deben estar en condiciones emocionales de hacerlo.
¡Ni creas que me vas a convencer con tus lagrimitas!
Cuando afirmas que tu pequeño te está chantajeando o manipulando es como pensar que es un ser maquiavélico que se coloca gotas en los ojos o pica cebolla para llorar y lograr su objetivo. Toma en cuenta que su organismo es sabio y le pide canalizar el impacto emocional con las lágrimas. Comprenderlo será mucho mejor que tacharlo de chantajista. Si tú mantienes tus límites claros, sin descalificar lo que siente, entablarás una relación de confianza y autoridad al mismo tiempo.
Prueba con: Sé que sientes mucha frustración y te entiendo, sin embargo, no cederé.
A pesar de que tu hijo llore porque no está de acuerdo con el límite que le pusiste, sabrá que lo comprendes y no lo dejas solo con su frustración, sino que estás ahí para apoyarlo. Incluso, podrías platicarle experiencias personales en donde te has sentido exactamente igual que él. Por ejemplo, cuando te levantan una infracción o cuando tienes que hacerte cargo de tus errores en el trabajo.
Deja de llorar. ¡Me siento aturdida con tu llanto!
Entre el ruido, las actividades cotidianas, el estrés diario, la prisa, la casa y el llanto de tu hijo puede ser un coctel que acabe con tu paciencia. Respira profundo porque es una manera de enseñar a tus hijos tu propia capacidad de gestión emocional desde tu ejemplo. Un grito puede atraer más gritos y tu falta de paciencia puede generar más frustración a todos.
Prueba con: : Estás muy enojado y por eso gritas tanto, vamos a gritar juntos para sacar nuestra furia.
Es un ejercicio muy liberador ya que ambos están fuera de toda condición que les permita ser razonables. Tú estas intolerante y seguramente tu pequeño también, así que lo que menos funcionaría sería razonar con él en esos momentos. Lo que ambos necesitan es descargar emociones para poder encontrar el equilibrio. Una opción es que griten juntos las vocales o el abecedario.
Te voy a dar razones para que llores.
Con esta frase estás determinando lo que una persona totalmente diferente a ti debe sentir y cómo lo debe sentir. Cada quien tiene formas distintas de expresión emocional que están determinadas por el temperamento, la educación, e incluso por el nivel de sensibilidad. Todas influyen en la manera en como manifestamos nuestros setimientos. Cualquier razón es válida y debe ser reconocida como algo individual.
Prueba con: Veo que estás muy angustiado, dime, ¿Qué es lo que te está preocupando?
Quizá tu niño sintió impotencia o desacuerdo con algún límite. Puede que esté triste por alguna noticia que le preocupa o se sienta molesto por algo que no le gustó. Las razones pueden ser infinitas y es muy importante que si lo consideras exagerado no lo descalifiques. Mejor enfócate en ponerle atención a la emoción indagando con él qué lo está llevando a sentirla tan profundamente.
Ya eres grande para llorar, debería darte pena, eso es de preescolares.
No importa si tus hijos son de edad preescolar, escolar o adolescentes. No hay una norma que diga a qué edad deben dejar de llorar. Si tu hijo siente la confianza y necesidad de mostrarte sus sentimientos, no importa la edad que tenga, no lo coartes con paradigmas que solo lo llevarán a avergonzarse de lo que siente y de su sensibilidad.
Prueba con: Me gusta que tengas confianza en mí y te permitas fluir en lo que sientes.
Es una manera muy clara de decirle que cuenta contigo tenga la edad que tenga. Además, es importante que fomentes la confianza para que se sientan protegidos y respaldados por ti. De esta forma te contarán las cosas que van viviendo en cada etapa de su vida sin temor a sentirse juzgados. El espacio de calidez que les brindes será clave para su desarrollo, ya que descubrirán las maravillas de su sensibilidad.
No llores, eso no vale tus lágrimas.
Cuando lloramos no lo hacemos por aquello que nos provocó el impacto emocional (una persona, un evento, una pérdida), lloramos porque nuestro organismo lo necesita. Es la forma que el cuerpo tiene para deshacerse de las toxinas que se acumulan por el impacto emocional. Su salud física, mental y emocional valen las lágrimas que quiera derramar.
Prueba con: Sé que estás muy triste así que deja que tu tristeza salga, yo estaré aquí para abrazarte.
Desde la pérdida de su mascota, un cierre de ciclo escolar o la pérdida de su juguete favorito pueden ser causas que para ti no valgan la pena llorar si las comparas con las preocupaciones de adultos. Sin embargo, ellos miden las preocupaciones de acuerdo a su limitada experiencia en la vida y nada es más o menos importante. Todo es valioso, tus problemas, sus problemas, tu apoyo y contención para ello.
No llores, pareces una niña.
Este comentario es evidentemente machista y determina que los varones deben ser antiemocionales, antisensibles y antilágrimas. Algo que es absurdo debido a que todos (niños y niñas, mujeres y hombres) somos seres humanos con sensibilidad y emociones. Evita a toda costa hacer de las emociones una cuestión de género porque podría traerle consecuencias a largo plazo, incluso en su salud física.
Prueba con: No sientas vergüenza por llorar, puedes hacerlo, todos somos humanos y todos lloramos.
Dale el permiso de sentir. Es muy importante que no catalogue las emociones como buenas o malas. Además, debe quitarle peso a las opiniones ajenas, de lo contrario desarrollará una autoestima baja ya que estaría en función de la aceptación de otros y no del amor propio que debe desarrollar. Hazle saber que llorar está bien y que puede pedir tu ayuda cuando lo necesite. Enséñale que frustrar las emociones no es el camino correcto.
Lloras por todo, no te puedo decir nada.
Esto puede ser un indicativo de baja tolerancia a la frustración y con el tiempo, tu paciencia y orientación aprenderá a modelarlo. El problema es que si tú le mencionas este tipo de frases estás programándolo todo el tiempo a que no deje de llorar. Debes quitarle el peso que das al llanto y darle más importancia al contenido de lo que hablan. Pídele que le ponga nombre a lo que está sintiendo para que pueda percibir que es comprendido.
Prueba con: Sé que no te agrada lo que te digo, desahógate y platiquemos cuando estés tranquilo.
Todo ser humano tiene un límite de tiempo en su llanto. El proceso tiene la intención de encontrar alivio y equilibrio. Pasado este momento hay mejores condiciones para el diálogo y mucha más disposición para escuchar y analizar. No fuerces una conversación y espera a que tu hijo se sienta mucho más tranquilo para que te pueda escuchar con atención.
Lloras porque sólo quieres llamar la atención.
Es posible que sea el único mecanismo que ha desarrollado para sentir que le haces caso. Eso no quiere decir que lo haya planeado. Es una estrategia no consciente y que efectivamente le hace sentir que te importa. No es un mecanismo sano, aunque tampoco lo es que se lo reclames. Debes ponerte alerta para identificar por qué lo hace y acercarte afectivamente.
Prueba con: Puedes acercarte a mí y pedirme lo que necesitas, no importa si me ves distraída.
Es básico que tu hijo comprenda que, a pesar de tus actividades o múltiples ocupaciones del día, puedes darte el tiempo y el espacio para atender sus necesidades. Irá comprendiendo poco a poco que no es necesario el llanto para llamar tu atención. Que puede pedir lo que necesita y ahí estarás para él. Sin embargo, debes estar atenta y cuando te pida atención, conéctate emocionalmente con él. Evita las distracciones debidas al estrés para que estés realmente presente.
Lloras porque estás muy consentido.
Si eres una madre hiperprotectora, la responsabilidad es tuya y no del niño. Debes mediar las formas de cobijo y motivarlo poco a poco a que tome nuevos riesgos con tu cuidado y supervisión. También debes impulsarlo a intentar cosas diferentes a pesar de que pueda equivocarse. Si llora demasiado cuando se ve enfrentado a nuevos retos es posible que sea por temor ante sus capacidades.
Prueba con: : Sé que tienes miedo y está bien, vamos a intentarlo poco a poco, yo estaré contigo.
Independientemente del reto al que se esté enfrentando tu niño, es muy válido que sienta temor y que lo exprese con lágrimas. Ante esto, es básico que sienta tu apoyo desde un mensaje congruente de tu confianza en él. No sirve de nada que lo motives si por dentro sientes lo contrario. Los niños son muy perceptivos y podría notar tu desconfianza.