Síntomas serios que indican que debes llamar al pediatra

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Si los niños viniesen con instrucciones, seguro que habría un capítulo que explique cuándo hay que preocuparse por su salud, y no solo cuándo hay que llamar al pediatra, sino cómo explicar lo que le está pasando a nuestros hijos para que nos tomen en serio.

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Levantar el teléfono y comunicarnos con la oficina del pediatra es una decisión complicada para toda mamá, pero en especial para las mamás latinas, que estamos acostumbradas a los doctores de nuestros países. Es una realidad.

Sin embargo, afortunadamente hay reglas al respecto y aquí las tienes claritas, para que no te confundas y recibas de las enfermeras y el doctor la mejor actitud y los consejos adecuados para cuidar a tus pequeños.

En el caso de la fiebre, depende de la edad de tu hijo.

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Si tu bebé tiene menos de tres meses, llama al doctor ante cualquier aumento de temperatura, por más pequeño que sea. Si aún está en pañales, o hasta como los 2 años, no te preocupes a menos que pase de 102.

Más de tres días de fiebre también es una señal de alarma.

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Significa que su cuerpito no está ganando la batalla contra cualquiera que sea la causa de la temperatura. Si la fiebre está acompañada de otros síntomas preocupantes como nauseas o dolores intensos comunícate con la oficina pediátrica de inmediato.

En el caso de los niños más grandes depende también de otros síntomas.

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La Academia Pediátrica de Estados Unidos asegura que para que la fiebre en los niños más grandes sea considerada alta debe rondar los 104 grados F. Eso equivale a 40 grados centígrados. Si esto sucede llama al doctor o la doctora de inmediato y haz todo lo que puedas para bajarle la temperatura.

Si el vómito o diarrea dura más de 12 horas.

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Una de las amenazas más comúnes a la salud infantil es la deshidratación. No te descuides.

La tos en los recién nacidos siempre es delicada.

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Los pulmones de los bebés menores de tres meses aún están madurando y es relativamente fácil que se les complique la tos. Llama a la oficina del médico.

En los niños más grandes depende de cuánto dure.

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También de la intensidad. Si la tos está afectando el descanso de tu niño por la noche, o está acompañada de fiebre y malestar por más de tres días, es hora de comunicarse con los médicos.

Una erupción puede significar malas noticias.

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Hay varias enfermedades, bacteriales, virus o eruptivas, que comienzan con ronchas en el cuerpo. Si duran más de 24 horas, o viene acompañadas de fiebre te conviene buscar ayuda pediátrica para tus niños.

Debes llamar al pediatra si sospechas que tu hijo tienen una de las enfermedades eruptivas de la infancia.

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Sarampión, paperas, rubeola, varicela, roseola, etc. Todos esos males para los que los hemos vacunados aún les pueden dar, aunque mucho más leve. Es importante saber qué está pasando con tus hijos y si hay peligro de que contagien a alguien más, dentro o fuera de la familia.

El dolor al hacer pipi puede ser un problema.

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Un problema urinario siempre necesita algún tipo de tratamiento.

El estreñimiento puede ser una complicación si dura varios días.

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En los niños pequeños es esencial llevar el control de las veces que van al baño, aunque ya lo hagan solitos.

La falta de energía durante mucho tiempo debe preocuparte.

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Hay enfermedades "silenciosas" que tienen pocos síntomas. Un niño letárgico también puede tener anemia o estar en deficiencia de algunas vitaminas.

Un dolor que no pasa o una herida que no cierra requieren de atención.

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No subestimes a tus niños cuando te dicen que llevan varios días con dolor de cabeza, o con un dolorcito en las extremidades. Pueden tener problemas de la vista, sufrir de alguna enfermedad o hasta tener una lesión. Créeles cuando te dicen que les duele algo.