Muchas veces pensamos que es suficiente con deshacernos en elogios y felicitaciones hacia nuestros hijos para motivarlos a salir adelante. Sin embargo, no es así, como me acabo de enterar. Atención con estas cinco peligrosas maneras de reconocer a tus pequeños.
Elogios vacíos

Cuando nuestros hijos hacen algo bien, como ganar en un partido de fútbol o sacarse buenas calificaciones, nuestra primera reacción es felicitarlos. Sin embargo, cuando lo hacemos superficialmente y decimos un simple "¡Eres buenísimo, felicidades!" estamos perdiendo la oportunidad de que entiendan que detrás de ese logro hay un gran esfuerzo, es mucho mejor un "Te esforzaste muchísimo y lo lograste. ¡Te felicito!".
Felicitarlos por algo que les es natural

Hay niños que nacen con la habilidad para los deportes, las artes, lo académico o la música, y en realidad no les cuesta mucho trabajo sobresalir en esas áreas. En lugar de deshacerte en halagos por algo que les es natural, enfócate a animarlos a que salgan de su zona de confort y felicitarlos por lo que realmente les cuesta trabajo conseguir.
Convertir los halagos en etiquetas

Los halagos y las felicitaciones pueden ser peligrosos si se convierten en una etiqueta que distingue a tu hijo como "el inteligente", "el gracioso", "la bonita" "el amiguero", porque luego los mismos pequeños pueden encasillarse y sentir la responsabilidad de que son eso y de que valen sólo por eso. Trata de hacerles entender de que son parte de su personalidad que les sirve en ciertas circunstancias, pero que no los define como persona.
Nunca frente a los hermanos

A los niños les encanta obtener la aprobación de los padres y escuchar sus felicitaciones, pero cuando tienen que escuchar las felicitaciones a los hermanos no es tan agradable para ellos. Esto puede causar rivalidad entre ellos o resentimientos. Tanto los regaños como las felicitaciones siempre es mejor darlas en privado.
Elogiar para avergonzar

El halago no sirve de nada, sino más bien es nocivo cuando se utiliza para que la persona a quien va dirigido se sienta incómoda o le de vergüenza. Por ejemplo: "¡Qué bonito luce tu cuarto cuando se puede ver el piso!", en lugar de un "Muchas gracias, yo sé que es un gran esfuerzo para ti, pero me alegra mucho cuando recoges tu habitación".