Mamás Sin Filtros: Cómo incentivo a mis hijos a tomar sus propias decisiones

Aunque me cueste trabajo aceptar el paso del tiempo, tengo que reconocer que mis hijos están creciendo y abriendo sus alas poco a poco. Ahora que son adolescentes y tienen tantos cambios, en ocasiones quisiera que el tiempo se congelara, sobretodo cuando veo sus fotografías de bebés porque me entra una gran nostalgia. Pero no voy a ser egoísta, es ley de vida que tengan que volar y me toca entrenarlos para que tomen las mejores decisiones y sean exitosos siendo ellos mismos, encontrando su propio camino en donde se sientan plenos y realizados. Es por ello que en esta nueva edición de Mamás Sin Filtros te comparto mi experiencia con respecto a la importancia de permitirle a mis hijos que tomen sus decisiones y que al mismo tiempo se sientan respaldados por mí.

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Acompañar a mis hijos a que encuentren su camino es mi siguiente reto como mamá y propiciar que exploren sus talentos depende mucho de la libertad que sientan de ser ellos mismos, de probar diferentes rutas y sentirse seguros de mi apoyo a sus decisiones. ¿Ves como no es fácil? Ahora bien, lo que me permite ser flexible en esto es el recuerdo de mi propia adolescencia. Te confieso que para mí fue muy difícil cerrar mis oídos a las opiniones externas y perdí varias oportunidades de explotar mis talentos por no confiar en mi intuición sobre lo que me hacía feliz verdaderamente. Yo no quiero que les pase lo mismo a mis hijos y aquí te cuento como lo estoy intentando basándome en mi propia experiencia de vida.

Ahora puedes escuchar el contenido de MamásLatinas donde quiera que estés, a través de nuestro podcast Mamá Dice. Cada episodio contiene tips prácticos enfocados en la crianza positiva y saludable. Escúchanos en tu plataforma de podcast favorita.

Renunciar a mis talentos me costó muy caro.

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Cada vez que mis hijos me proponen algo nuevo, algo diferente que les gustaría experimentar, pongo pausa a mis pensamientos llenos de paradigmas y cierro mi boca cuando sé que estoy a punto de desacreditar lo que me están diciendo. Entonces recuerdo como en mi propia etapa de preparatoria renuncié a mis talentos artísticos por todos los prejuicios que existían al respecto de las carreras relacionadas con el arte. A mí me gustaba mucho la música e incluso la poesía, sin embargo, recibí tantos bombardeos en contra de ello que ni siquiera lo intenté.

Compartir mis intereses era contraproducente y no pasará lo mismo a mis hijos.

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Esto es lo que me ha llevado a ser un oído abierto para mis hijos, cuando recuerdo lo mal que me sentía al recibir críticas con respecto a mis habilidades, sentía que algo malo había en mí porque todos los adultos con los que decidía compartir mis ideas casi siempre me decían: “ Es buena idea pero…” Entonces me llenaba de dudas y me ponía muy triste. Hoy, yo como mamá he decidido que cada cosa que mis hijos me comparten por muy loco que suene, puede volverse una realidad porque parte de sus deseos y su motivación por lograr algo desde su corazón. Así que tengo mucho cuidado de no quitarles en entusiasmo.

Aunque no fue intencional, la falta de apoyo fue fundamental en mis decisiones.

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Estoy segura de que si mis padres o mis mentores me hubieran impulsado, o hubieran aprobado mis curiosidades por conocer otros caminos que se salían de sus expectativas. Quizá me habría dado a mí misma la oportunidad de recorrer espacios que nunca me atreví a explorar. Eso sí, dejo en claro que mis seres queridos hacían y decían lo que consideraban era lo mejor para mí. No voy a negar que fue un acto amoroso aunque poco alentador. Esto lo tengo presente en mi memoria no por resentimiento sino porque no quiero cometer los mismos errores con mis hijos, sobretodo con mi hija que en muy poco tiempo entrará a la universidad.

Hoy incito a mi hija a que sienta su camino y escuche su voz interior.

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Si es algo que la llena de plenitud, por ahí es. Hoy más que nunca estoy convencida de que cuando haces lo que te gusta, lo demás llega solo. Es decir, la plenitud es una garantía de éxito, de prosperidad y de abundancia. La fórmula mágica es que los dones con los que nacemos, hay que ocuparlos para dar y recibir. Yo lo veo como una especie de misión de vida que se convierte en un beneficio personal y que aporta a otros. Es así como pensar en grande y con autoconfianza es lo mejor hagas lo que hagas porque aquí lo que cuenta es “ser” más que el “hacer”. Este siempre ha sido mi lema y así se lo transmito a mis hijos.

El éxito es mucho más que lo que nos han enseñado.

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Yo no puedo elegir por mi hija que es quien próximamente necesita tomar decisiones trascendentales en su vida. Sin embargo, sí puedo orientarla a un sentido de éxito diferente al conocido, me refiero a ese concepto que dice que éxito es sinónimo de dinero, fama y poder. Yo he descubierto que es algo que va más allá. Para mí es una experiencia de todos los días y no es una meta final. Es una vivencia que te conecta con tu sabiduría interior y que te permite brindar, por lo tanto, es algo que va muy de la mano con la felicidad del aquí y ahora, de disfrutar cada logro y de reconocer cada esfuerzo como una parte del éxito en acción.

La vida es mucho más que nacer, crecer, trabajar y morir.

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Quizá sea una mamá muy soñadora o muy idealista, pero quiero que mis hijos tengan una experiencia de vida que no solo se enfoque en lo material sino que también les permita poner en práctica sus valores y su capacidad de desapego. Lo sé, no es mi decisión, es decisión de ellos aunque sé que cuando escuchan mis experiencias con respecto a lo que para mí implica la autorrealización, se quedan pensando más allá de lo aparente.

*Karina Suárez es psicóloga clínica, psicoterapeuta y mamá de dos adolescentes *