Como mamás debemos estar siempre muy pendientes de la salud emocional de nuestros hijos y tomar en cuenta lo importante de nuestra labor en su cuidado. La salud emocional debe fomentarse desde edades muy tempranas con la intención de evitar problemas futuros en el desarrollo de su personalidad. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado datos muy relevantes al respecto, como que el 50% de los trastornos mentales empieza antes de los 14 años. Es por ello que una base firme a nivel emocional será lo que sustente toda la construcción de su salud mental a lo largo de los años ya que una infancia feliz está relacionada con el éxito y la autorrealización en la vida adulta. Así que mira estos consejos que te propongo.
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Algo que nunca debemos olvidar es estar en continua observación de las pequeñas señales que puedan ser focos rojos, pero sobre todo estar muy atentas a nuestra propia salud emocional, ya que de nuestra estabilidad depende también la de ellos. El efecto positivo de la construcción de la salud emocional en nuestros hijos se verá reflejado en la capacidad de resiliencia que tendrán ante los retos de la vida, así como en la capacidad de adaptación a los cambios del entorno. Incluso, se podrá ver claramente en la capacidad de autorregulación emocional.
Escucha este episodio de nuestro pódcast 'Mamá Dice' con algunos consejos para criar hijos emocionalmente sanos:
Considera que para enseñar a tus hijos a regular sus emociones debes empezar por ti.
Si eres una mamá con poca tolerancia a la frustración que tiende a explotar con facilidad y que incluso no controla sus impulsos, debes empezar por ti. Aprender a gestionar tus emociones es el primer paso ya que por más técnicas o estrategias que apliques, éstas deben ser congruentes con lo que tú practicas todos los días. Si requieres ayuda para regular tus estados emocionales, acércate a un especialista, a un libro o a un taller que pueda ayudarte con ello.
Permíteles expresar lo que sienten dentro de los límites del respeto.
No se trata de que tus hijos se expresen desde sus impulsos, sólo se trata de que aprendan a ponerle nombre a sus emociones para que se sientan en capacidad de expresarlo para que lo ordenen en su interior. Necesitan tener un vocabulario emocional que les permita entenderse a sí mismos y sentir que son entendidos sin ser juzgados. El hecho de saber que tienen el permiso de expresar lo que sienten les da una sensación liberadora.
Fomenta el contacto, los abrazos y las muestras afectivas ya que son muy importantes para que se sientan amados.
Esta comprobado que el contacto es una de las muestras de amor que hacen que el cerebro de tus hijos se desarrolle de forma saludable. La oxitocina, que es la hormona del apego, es fundamental para que se sientan seguros, protegidos y cobijados. Esto sustenta las bases de seguridad y confianza que necesitan para explorar el mundo. Así que jamás disminuyas la importancia que tienen las muestras de amor porque para el desarrollo emocional son fundamentales.
Evita darles dobles mensajes y sé congruente, de lo contrario los confundes.
La consistencia que muestres en los mensajes verbales y no verbales es determinante para que ellos sientan que el mundo es confiable y no se sientan en arenas movedizas. Si tú primero sonríes y los abrazas, pero a los cinco segundos les gritas muy enojada, estarás confundiéndolos emocionalmente. Esto puede provocar incertidumbre al no saber si confiar en tu estado de ánimo o no. Ellos necesitan saber qué esperar y por lo tanto si estás enojadas dilo con todas sus letras sin desquitarte con ellos y aprende a hacer un tiempo fuera.
Evita tener discusiones con tu pareja frente a ellos.
Los problemas de pareja deben resolverse a puerta cerrada ya que si tus hijos están presentes, pueden asustarse o comenzar a aprender patrones de comunicación que después imitarán en su vida futura. Aunque no siempre estés de acuerdo con tu pareja, los niños deben percibirlos como un equipo y sobre todo con la capacidad de comunicarse asertivamente. El estrés que pueden producirles es mayúsculo ya que podrían estar en alerta permanente.
No los juzgues, evita frases que descalifiquen sus acciones.
Si tus hijos cometieron una equivocación ayúdalos a que aprendan del error y en lugar de juzgar su desatino oriéntalos a descubrir distintas formas o caminos para que aprendan de lo sucedido. Si tú dices cosas como: ‘ya ves, te lo dije’, les estás impidiendo reflexionar sobre la acción y por lo tanto vivirá el fracaso desde la percepción incorrecta ya que todos aprendemos de los tropiezos.
No les des la respuesta a todo, evita sobreprotegerlos.
El que tus hijos se sientan seguros de sí mismos depende en gran medida de que se sientan capaces y se arriesguen a probar nuevas rutas bajo tu supervisión. Es por ello que debes evitar dar mensajes equivocados con la mirada, con la voz o con tu propio miedo a que no puedan o no lo logren. La confianza en sí mismos depende de la que tú les brindes y sobre todo de que sepan que ahí estas, ayudándoles en el camino a que ellos mismos encuentren la salida.
Debes reconocer sus progresos, no te esperes hasta el resultado final.
El que seas demasiado exigente puede crear en ellos una tendencia al perfeccionismo. Es importante que también les des un reconocimiento durante el camino a aquello que quieren lograr. Si se están esforzando tómalo en cuenta al igual que si lo están intentando y hazles saber que estás muy atenta al recorrido y reconócelos durante su trayecto a la meta que persiguen.
Necesitas ser sensible y para ello debes ponerte en sus zapatos.
Recuerda tu propia infancia, haz contacto con tu propia niña interior y ponte en sus zapatos. A veces los adultos en su vida llena de ocupaciones y estrés ven con la vista nublada los problemas de sus hijos, descalificando la importancia que tienen por ser niños y pronunciando frases como: “cuando crezcas, verás lo que son los verdaderos problemas” o ‘tú no tienes problemas, eres un niño”. Si tú eres sensible, evitarás decirles que no lloren o que no es para tanto. Al contrario, comprenderás y les darás claridad en su camino.
Cuando no te sientas en condiciones de abordar un problema, retírate y retómalo más tarde.
Somos seres humanos, las madres somos de carne y hueso así que habrá momentos donde te sientas con poca capacidad de hacerte cargo de afrontar un problema y quizá lo único que necesites sea una pausa o una pequeña retirada del conflicto. Es válido, recuerda que si eres congruente sabrás expresar que necesitas un espacio para pensar, reflexionar o incluso para acallar tus acaloradas emociones, así que hazlo.
No ignores las señales de que algo no está bien, por muy insignificantes que te parezcan.
Cuando tu niño presenta conductas que te parecen diferentes a las acostumbradas puede ser el reflejo de alguna situación de estrés o preocupación que esté cargando. Conductas como morderse las uñas, mojar la cama cuando ya lo había superado, tener conductas regresivas de otra índole o incluso hacer berrinches constantes, pueden ser indicativo de ansiedad que debes observar. Pregunta en su colegio, obsérvalo y aborda con un especialista si algo se sale de control.
No seas la mamá cool que no pone límites, debes ponerlos con amor y no dejarlos a la deriva.
Puedes ser una mamá comprensiva e incluso permisiva pero siempre debes tener claro que no podemos ser amigos de nuestros hijos. Una cosa es que tengas conductas amigables, pero otra muy distinta es que te pierdas en la línea de la permisividad excesiva con tal de ser una mamá buena onda. Los límites son amor y la forma en cómo los pongas determinará su salud emocional.
Involúcralos en pequeñas decisiones para que se sientan tomados en cuenta.
El hecho de que sean pequeños no significa que no puedan comenzar con pequeñas elecciones. No importa si parecen descabelladas, lo importante es que poco a poco vayan desarrollando la capacidad de sentirse importantes, tomados en cuenta. Sobre todo, que sus opiniones también son valiosas y pueden crear grandes ideas. Esta forma de escucharlos cuando levantan la mano tendrá efectos muy importantes en un futuro.
Toma en cuenta que sus intereses van en función de su etapa, respeta su ritmo.
No quieras llenarlos de actividades extraescolares para que se conviertan en niños superdotados. No te dejes llevar por las trampas del “apúrate a crecer” y permíteles vivir su infancia en función de lo que los hace felices. Aprender es un proceso y no tienen que convertirse en pequeños Einstein para sentir que es la única manera de sobresalir en la vida.
Aprende a escucharlo, aunque no estés de acuerdo en lo que dice.
Guardar silencio para escuchar con atención a tus hijos es una de las virtudes que debes desarrollar como mamá. Cuando tus hijos te cuenten alguna historia, un problema o incluso te estén dando alguna explicación sobre alguna conducta inadecuada, escúchalos y no los interrumpas. Es importante que aunque no estés de acuerdo y eso no los exima de vivir las consecuencias de sus decisiones, se sientan apoyados por ti.
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