El concepto de perfección se viene abordando desde lentes religiosos, filosóficos y sociales. Según la Real Academia Española, la perfección se define como el grado máximo de una determinada cualidad o defecto. También, esas cualidades poseen un mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea. Desde el punto de vista religioso judeocristiano, la perfección solo se alcanza a través de Dios una vez se abandone el plano terrenal. Tomando estos dos puntos como base, quiero discutir más a fondo cómo la búsqueda de la "perfección" tiene repercusiones negativas en nuestra autoestima y nuestra salud emocional, cuando se canaliza como imposición al cuerpo o apariencia física general de la mujer.
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Partiendo de estas dos premisas, me planteo lo siguiente: ¿quién define el grado máximo de esas cualidades? ¿cuáles son los parámetros a considerar para determinarlo "perfecto"? La "perfección" es un término o cualidad que todos los seres humanos, ya sea consciente o inconscientemente, buscamos en diferentes aspectos de la vida. En las relaciones amorosas, en las carreras profesiones, en la familia, en los círculos sociales, y por supuesto, en nosotras mismas.
Quizás has escuchado la expresión: "eres muy perfeccionista", o le has dicho exactamente eso a una amiga o un familiar. Usualmente, esta expresión nace en respuesta a algún comentario o acción hacia alguien que quizás no encontraba satisfacción o sentido de plenitud en lo que realizaba, y continúa en esa búsqueda peligrosa. Hoy día el concepto es explotado en torno a los estilos de vida y la apariencia física. Es un bombardeo constante a través de las redes sociales en el cual se proyecta una vida y un cuerpo perfecto. Sin embargo, la perfección no es presentada ni impulsada hacia todos los géneros de la misma manera. Son las mujeres el objetivo principal para el consumo de productos y tratamientos que eliminan las odiosas imperfecciones, que de imperfectas nada tienen.
Escucha este episodio de nuestro pódcast Mamá Dice con consejos para amar tu cuerpo tal como es:
Es hora de amarnos y aceptarnos tal y como #AmaTuCuerpo
Lo natural no es imperfecto.
¿Por qué llamarle imperfecto a los efectos y las respuestas naturales del cuerpo? Las estrías, la celulitis, las manchas, las canas, las arrugas y las cicatrices, no son imperfecciones. En mi experiencia, tener una percepción negativa de estas cosas fue contraproducente para mi autoestima. Todas las mujeres que veía en la televisión y en las revistas, –mucho antes que existiera Instagram– lucían impecables de la cabeza a los pies. Ahora con las redes sociales, tenemos esa idea de lo perfecto aún más latente. Sin embargo, ha quedado evidenciado que las famosas no son tan diferentes a las mortales como yo, cuando quedan retratadas luciendo sus estrías y la celulitis. Entonces, ¿por qué no son tan diferentes a ninguna de las mortales? Porque eso que muestran que tanto intentan vendernos como "imperfecto" ella también lo tienen.
¿Y las imperfecciones de los hombres?
En esta parte, los hombres la tienen muchísimo más fácil. Es cierto que también hay ciertos estándares para ellos, pero jamás igualan a los de las mujeres. Los hombres no se preocupan por sus estrías ni por sus arrugas. ¡Todo lo contrario! Si los hombres tienen canas y arrugas, es sinónimo de madurito, y eso lo encuentran súper sexy. No podemos olvidar que esto también son estándares, pero no tienen en ellos el mismo efecto. Por tanto, los productos, los tratamientos, y todos los remedios mágicos son destinados y mercadeados para las mujeres.
Los influencers y YouTubers de belleza impulsan la palabra “imperfecciones”.
Como parte de su trabajo, estas celebridades de las redes sociales, hacen colaboraciones con marcas de belleza para promover los productos que prometen combatir o eliminar las "imperfecciones". Utilizan el producto, lo prueban y documentan su experiencia para finalmente compartirla con sus seguidores. Todo eso está muy bien, pues sigue siendo un trabajo y además, cuidarnos la piel no tiene nada que ver con el punto principal del escrito. Mi único señalamiento es lo irreal que puede ser en muchísimas ocasiones eliminar esas imperfecciones. Ahí se desata una distorsión la cual crea una percepción negativa sin ningún aporte a nuestro bienestar emocional y mental.
Amarnos en nuestra propia piel es un acto revolucionario.
Cuidarnos, darnos cariñitos, comer sano, atender nuestro cabello y hacer ejercicios, también es un acto de amor propio. En mi experiencia, tener presente la intención de por qué hago cada una de las cosas, me ha permitido vivir en paz y feliz. No estoy diciendo que para practicar amor propio hay que dejarse las canas y evitar tratamientos de antienvejecimiento. Lo que intento exponer es que, cuando entendemos y aceptamos la existencia de los procesos normales y naturales de nuestro cuerpo, podemos responder de una manera positiva que aporte a nuestro estado emocional y mental.
En mi opinión, no vale la pena obsesionarse con eliminar o intentar detener lo que por naturaleza ocurrirá solo por acercarnos a un estado perfecto que realmente no existe. Las mujeres que quieran hacerse sus tratamientos, claramente están en toda su libertad de hacerlo, pero creo que si dejamos de llamarlos "imperfecciones", rompe con los estándares y a su vez, crea un espacio saludable para coexistir con otras mujeres –como yo– que abrazan estos procesos y respuestas naturales desde un lente de amor.