Los estudiantes de matemáticas de quinto grado en la Escuela Elemental de Woodward, Atlanta, están haciendo el seguimiento a los resultados del fútbol universitario y su récords. Y luego convierten los datos en bruto en fracciones y porcentajes. De manera divertida y sin darse cuenta, aprenden… y se van familiarizando con la universidad.
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Aunque su maestra, Scarlett Childers, podría haber utilizado una variedad de ejemplos del mundo real para enseñar matemáticas, no es coincidencia que se haya centrado en los deportes universitarios.
En una escuela donde el 98 por ciento de los estudiantes califican para los programas de almuerzos subsidiados, y el 95 por ciento proviene de hogares donde el inglés no es la primera lengua, la universidad no puede estar en la mente de muchas familias. Pero Childers ve la educación superior como una clave para liberar el potencial de sus alumnos.
"Quiero que todos se gradúen de la secundaria y reciban algún tipo de educación superior, ya sea en la universidad o en una escuela técnica, que obtengan una formación para que puedan tener un buen trabajo y una buena vida", dice Scarlett.
La maestra Scarlett llevó recientemente a sus alumnos en un viaje a la Universidad de Georgia, donde visitaron el campus, corrieron por el campo de fútbol del Sanford Stadium y conocieron un jugador del equipo de fútbol Bulldogs. También hablaron con funcionarios de Admisión Universitaria.
Todos subrayaron la idea de que la universidad está al alcance de estos estudiantes si ellos persisten en el trabajo duro en la escuela y se establecen metas.
"Eso es probablemente lo más importante cuando se trabaja con poblaciones insuficientemente representados o insuficientemente atendidas", comentó Jonathan Brunson, asistente del director de Admisiones.
"Hay que crearles la convicción de que irán a la universidad", agregó, con toda razón, este señor.
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