Esto post se lo quiero dedicar al señor Donal Trump. Es la historia de Rafael Agustín Guerrero, quien llegó con sus padres a California. Venía de Ecuador. Pero pudo haber llegado de México, Honduras, Colombia, Nicaragua, El Salvador. Siempre se destacó académicamente. Fue presidente de su clase en su escuela secundaria en West Covina, también rey de su baile de promoción. Pero cuando estaba aplicando para ir a la universidad, luego de que le dijeran que tenía todas las credenciales para ser aceptado, se dio cuenta de que era un inmigrante indocumentado. Pero mejor busca un tissue porque estoy segura de que al igual que a mí, esta historia te sacará lágrimas.
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Rafael Agustín no tenía su número de seguro social. No podía tenerlo porque era un inmigrante… ilegal. Las puertas que sus credenciales académicas le abrieron, se le cerraron por causa de su estatus migratorio. Así que no le quedó más remedio que asistir al Mount St. Anthony Community College, a donde habían ido sus papás a prender inglé, y donde también habían estudiado sus tíos y primos.
Como muchos inmigrantes e hijos de inmigrantes, Rafael Agustín tuvo que separarse de su familia por causa de las leyes de inmigración. Se graduó con honores e hizo realidad su sueño y hoy tiene una maestría de la prestigiosa Universidad de California – Los Ángeles (UCLA).
Hace poco, Mount St. Anthony Community College, decidió honrarlo por ser uno de sus alumnos más destacados de todos los tiempos. Lo nombró Alumno del Año 2015 por sus logros como guionista y protagonista de NWC, una comedia sobre su vida y también por liderar, junto con el también actor Edward James Olmos, una organización sin fines de lucro para apoyar la educación de estudiantes hispanos en Estados Unidos.
En su emotivo discurso de aceptación del premio que le otorgó su alma mater, Rafael Agustín, quien ahora es ciudadano americano, contó la historia de cómo se enteró de que era indocumentado y como luchó para llegar a donde esta hoy.
Y a nosotras mamás que estamos criando a nuestros hijos en este gran país que es los Estados Unidos de América, nos envió un contundente mensaje: no escatimemos en darle a nuestros chiquitos la mejor educación: esa es la mejor inversión que podemos hacer en Estados Unidos.
Cuando un hijo se gradúa, no importa de dónde venga o cuán humilde haya sido su familia y origen, inicia un recorrido por los caminos de la vida, que no estará exentos de tropiezos. La educación hará que pueda sortear esos obstáculos.
Y con educación y nuestro trabajo y esfuerzo sostenido, podremos además combatir la estupidez y la ignorancia, para que nadie venga a decirnos ladrones ni violadores. Esto es con usted, señor Donald Trump.
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