Cuando mis hijos eran pequeños, peleaban por todo y a todas horas, no pasaba un día sin que ellos se gritaran por algo. Sino comenzaba Sofy, comenzaba Diego, si Diego estaba tranquilo, Sofy lo molestaba, si Sofy estaba disfrutando algo, Diego con toda la intención le echaba a perder el momento y así, se convertía en el cuento de nunca acabar. Yo intentaba tomarlo con calma porque a veces me desesperaba mucho y pensaba que conforme fueran creciendo, las discusiones iban a desaparecer, pero no fue así. Hoy que son adolescentes siguen teniendo pequeñas y a veces grandes diferencias. Así que me di a la tarea de observar, escuchar y hacer un nuevo plan de acción para cuando fuera necesario parar la pelea.
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Antes, salía corriendo a buscar un culpable y a señalar como juez al responsable y por supuesto, esto se prestaba a que pensaran que yo tenía predilección por uno o por otro, cuando en realidad no era así, ya que yo solo estaba tratando de ser justa y aplicar la sanción a quien yo creía que lo merecía.
Por supuesto que eso no funcionó ya que, en lugar de resolver el problema entre ellos, yo sentía que su rivalidad estaba empeorando. Así que puse en práctica algo diferente y te lo comparto por si mi experiencia te ayuda a ti también.
Dejé que estiraran un poco la liga en cada discusión para ver cómo lo podían resolver por ellos mismos.
Claro que cuando esto sucede, no los dejo a la deriva, yo estoy rondando el terreno a lo lejos y escucho el tono de la discusión. Si noto que ellos solo se expresan emociones ante lo que sienten y 'sin agredirse' y que de repente se quedan en silencio, prefiero no intervenir, creo que así les permito que aprendan a manejar el conflicto. Y, aunque están enojados el uno con el otro, el nivel de la discusión me indica si al final lo superarán por ellos mismos.
Soy selectiva al intervenir, pero cuando las cosas se salen de control paro de inmediato la pelea.
Aunque, dejo que estiren un poco la liga, cuando llegan a gritarse demasiado, a ofenderse, a agredirse e incluso a empujarse entre ellos, inmediatamente entro y para poner freno. Mi tono de voz es firme y aunque me cuesta muchísimo trabajo, evito engancharme en la tensión que se siente e intento que mi forma de hablarles sea pausada y que noten calma en mí, de lo contrario se convertiría en una guerra familiar.
Cuando ya es necesario intervenir, evito a toda costa ponerme en el papel de juez.
Aunque yo tenga claro quien comenzó el problema, me muerdo la lengua para no señalar culpables porque noté que cuando lo hacía, podía generarse rencor entre ellos y después aparentes alianzas. Lo mejor es escuchar el problema y permitir que cada uno hable de lo que siente y de cómo vive la experiencia desde su trinchera, pero siempre en una actitud de neutralidad, escuchando sin darle la razón a ninguno.
Retira el objeto del problema y enfoca dicho objeto como el verdadero responsable de la discusión.
Esto significa que aquello por lo que sea que estén peleando, es lo que debes señalar como el principal responsable, por ejemplo, a mi me funciona decirles algo así como: 'Si el problema por el que discuten es que no logran ponerse deacuerdo en el juego de mesa, el problema es el juego ya que los está haciendo pelear, así que resuélvanlo haciendo algo al respecto, sino retiraré el juego por varias semanas hasta que logren llegar a un acuerdo'.Y así con cada situación que provoque la discusión.
Busco la manera de que aprendan a establecer acuerdos.
No importa si tus hijos son pequeños o adolescentes como mis hijos. Yo le pasé el tip a una de mis hermanas para que lo aplicara con mis sobrinos que son pequeños y también le ha funcionado de maravilla. Basta con decirles que les retira el juguete por el que pelean y ellos han logrado ponerse de acuerdo con el juego de piedra, papel o tijeras. En el caso de mis hijos, ellos platican de las ideas que se les ocurren o juegan con una moneda al azar para que al final el acuerdo sea un ganar-ganar.
Me esfuerzo por que se inclinen al diálogo e incluso les propongo un pacto de no agresión.
Una manera de hacerlo, es pidiéndoles que platiquen sobre lo que acaba de ocurrir, que platiquen sobre sus emociones, que aprendan a escucharse sin juzgarse y evitando estar a la defensiva y que después intenten hacer un pacto de retirada. Les digo: Cuando sientan que están a punto de agredirse, mejor hagan la retirada. Y nada, hasta ahora lo han aceptado así. Se que suena muy perfecto, en realidad no siempre funciona, sin embargo les ayuda a practicar la empatía. Así que yo no quito el dedo del renglón.