
La maternidad trae consigo muchas enseñanzas, aprendizajes, pero también desafíos, siendo uno de los más duros el que enfrentamos cuando nos toca llevar a nuestros hijos a dormir a su propia cama. Es un proceso que a ambas partes nos cuesta mucho trabajo enfrentar por la costumbre, por el amor o por el temor a lo desconocido.
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Según un estudio encabezado por la Academia Estadounidense de Pediatría, se recomienda que los bebés duerman en la misma habitación de sus padres hasta el primer año de vida, pero jamás en la misma cama, pues necesitan dormir en una superficie que se ajuste a sus necesidades y que esté alejada de todo tipo de riesgos.
Si bien es cierto que no existe una regla sobre la edad en la que nuestros hijos deberían de dejar de dormir con nosotras, pues cada niño se desarrolla de manera diferente, algunos expertos recomiendan que este proceso ocurra entre los 3 y los 6 años.
En el caso de Adamari López, actual presentadora de Desiguales, consiguió que su hija, Alaïa, dejara de dormir con ella a los 6 años, aunque todavía por un tiempo siguieron durmiendo en la misma recámara. También está el caso de Alicia Silverstone, quien en el 2022 confesó que seguía durmiendo con su hijo, a pesar de que este ya tenía 11 años. ¿Tú ya quieres dar ese paso, pero no sabes por dónde comenzar? Te damos unos consejos que te ayudarán a olvidarte del colecho y a recuperar tu propia cama.
Pon a prueba el ‘fading’.

El que tus hijos logren dormir solos puede ser un proceso muy largo, por lo que te recomendamos probar con el ‘fading’, un término en inglés que hace referencia a disminuir tu presencia, de forma gradual en las horas de sueño de tu hijo.
¿Qué queremos decir con esto? Que no lo dejarás de la noche a la mañana solo en su cama, sino que harás cambios leves en tu rutina de sueño hasta que llegue el momento en que él se acostumbre a tu ausencia a la hora de dormir.
Establece una rutina y sé constante.

Otra manera de acostumbrar a tus hijos a aprender a dormir solos es estableciendo una rutina para evitar que se queden despiertos hasta muy noche. No permitas celulares, televisión o juguetes después de determinada hora.
Sé muy clara con los horarios de sueño y sé lo menos permisiva posible, ya que a la larga esa falta de flexibilidad se convertirá en tu mejor aliada al momento de que a tu hijo o hija le toque dormir solo o sola.
Cuéntales cuentos, pero en su recámara.

Otro buen paso para lograr que tus hijos dejen de dormir contigo es llevando los famosos cuentos hasta su recámara.
Quizá en un inicio puedas usar sus juguetes para personificar sus cuentos favoritos y así justificar que ahora los cuentos serán en su recámara. Espera a que caiga dormido y sal de ahí haciendo en menor ruido posible.
No les quites su cobija o peluche favorito.

Hay varios casos de niños que crean una relación especial con su primera cobijita, lo que los lleva a dormir con ella hasta que ellos mismos consideran que llegó el momento de independizarse.
El que les permitas crear ese lazo te facilitará que se quieran ir a dormir solos, pues en esa cobija o en su primer peluche, encontrarán lo que ya no recibirán de ti.
Ayúdalo a que sienta su habitación como propia.

Otra forma de lograr que nuestros hijos quieran dormir en su propio espacio es convirtiendo su recámara en un lugar seguro y que ellos sientan como propio.
Olvídate de las aburridas paredes blancas y personalízalas con elementos que hagan que tu hijo se sienta feliz estando ahí y hasta identificado.
Prémialo cada vez que se duerma en su cama.

El que tu hijo sepa que al despertar se hará acreedor a una recompensa también es una muy buena opción para enseñarles los beneficios de aprender a dormir solos.
En un inicio lo hará por su premio, pero con el tiempo se convertirá en su rutina diaria y nunca más te volverá a costar trabajo lograr que duerma solo.
No le apagues la luz.

Una de las principales razones por la que a nuestros hijos les cuesta trabajo dormir solos es por el temor a la oscuridad. Gracias a su gran imaginación crean en sus mentes escenarios inexistentes, pero que les causan gran temor. Una forma de ayudarlos es dejándoles la luz prendida y diciéndoles que estarás al tanto de ellos en todo momento.
Déjalo dormir con la puerta abierta.

Si bien es cierto el dejarles la puerta abierta puede facilitar su mudanza a tu habitación en medio de la noche, también es verdad que esta práctica lo ayudará a sentirse seguro y a sentir que con un simple grito, tú estarás a su lado en su cama en cuestión de segundos, contrario a lo que pudiera sentir si pones una barrera de madera entre su recámara y la tuya.
No lo asustes con el coco o con otros personajes de la noche.

Es común, y de hecho a muchas de nosotras crecimos temiéndole al coco o al boogeyman, dos personajes a los que nuestros padres recurrían para que nos durmiéramos temprano. De no hacerlo, corríamos el riesgo de que esos dos personajes de la noche se nos aparecieran.
Te recomendamos buscar otros métodos para evitar que tus hijos relacionen la noche con algo malo. No es lo mismo que les digas que Santa Claus o El Hada de los dientes no llegarán si no se duermen temprano, a que el coco se les aparecerá si no te hacen caso.
Escucha a tu hijo y ayúdalo en ese proceso.

Otra mala práctica a la que podríamos recurrir es hacer lo que nosotros creamos correcto, sin tomar en cuenta o sin escuchar las necesidades de nuestros hijos.
Ayuda a tus hijos a comprender y óyelos, seguramente en sus inquietudes encontrarás la respuestas que estás buscando sobre qué hacer para lograr que duerman solos.