Dicen que las abuelas son muy consentidoras con los nietos, aunque yo más bien creo que muchas de ellas brindan un tipo de amor incondicional y especial que está lleno de sabiduría, de paciencia y sobre todo de experiencia y eso es lo que siempre marcará la diferencia. Aunque los estilos y las formas de crianza han cambiado a lo largo de los años, el gran corazón de los abuelos siempre aportará enseñanzas y valores a los niños desde la ternura.
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Quizá cuando la abuela fue madre era más estricta y tradicionalista en la educación, sin embargo, en el papel de abuela es casi seguro que sus formas de amar a los niños cambiarán radicalmente. Ellas pueden enseñar a los niños desde sus propias historias, desde sus propias memorias y desde una gran entrega. Seguramente, no hay nada que haga mas feliz a muchas abuelas que ver la sonrisa de los nietos que se sienten protegidos y cobijados con sus muestras de amor. Es por ello por lo que aquí te comparto los valores familiares que estoy segura de que casi todas aprendimos de nuestra abuelita y que seguramente nuestras madres al ser abuelitas transmitirán a nuestros hijos.
A diferencia de su papel de madres, cuando éstas se convierten en abuelitas, cambian radicalmente y se enfocan en consolar a los nietos y se conectan con ellos de una forma más emocional porque su papel se transforma en ese pilar familiar que aporta una base de cobijo y muchas veces de complicidad ante las pequeñas travesuras o experiencias de los hijos.
Muchas abuelitas le dicen a sus hijas, tu los educas y a mi ahora me toca consentirlos. Es aquí donde las formas de transmitir valores son desde esa incondicionalidad de la que te hablaba basada mucho mas en acciones que en palabras. Toda la sabiduría recogida a lo largo de su vida les ayuda a ser y a brindar un amor distinto que muchas veces se encamina a reparar.
Las abuelas enseñan el valor de la humildad y el reconocimiento de una equivocación.
Es común, escuchar algunos comentarios alrededor en los que las madres podemos decirles en broma a las abuelas frases como: ¿Por qué a tus nietos si les permites hacer eso y a mi no me lo permitiste nunca? o ¿por qué con ellos eres mucho más comprensiva de lo que fuiste conmigo? Y más allá de una broma, a veces es un reproche indirecto u oculto ante las formas de crianza. En este caso, la abuelita casi siempre contesta que eran otros tiempos y que además ella está siendo abuela y no mamá de los niños y desde esa sabiduría que las caracteriza, tiene toda la razón. La abuelita hace una reflexión sobre las etapas de vida que al mismo tiempo acomoda en el presente, sabiendo reconocer que quizá están reparando emocionalmente algunos de los errores cometidos sin intención con sus hijos.
Las abuelitas enseñan que la familia es lo primero.
Se convierte en un valor cuando eres leal al amor familiar, sin embargo “no hay que confundir ésta enseñanza con aguantar y tolerar maltratos de ningún tipo”. Darle el sentido correcto que nos quieren transmitir implica enfocarlo a que la familia son nuestras raíces, son nuestros protectores mas fieles y además son quienes nos acompañan en las buenas y en las malas “cuando la relación es sana”. Cuando las abuelitas enseñan a sus nietos que la familia es importante es cuando ven a los niños pelear entre ellos mismos como hermanitos o cuando sienten que están hablando mal los unos de los otros, cuestión que rompe no solo la lealtad sino la honestidad y el respeto. Es por ello que es importante darle el sentido adecuado a lo que quieren transmitir con ello.
Nos enseñan el valor del amor y de la entrega incondicional, no esperan recibir para dar.
El nivel de disposición que tienen muchas abuelitas es único, ese hecho de hacer todo lo que esté en sus manos para hacer felices a sus nietos, para pasar tiempo de risas con ellos, para cocinarles lo que más les gusta, para ser sus cómplices en muchas de sus experiencias, habla de que la confianza toma una tonalidad distinta cuando se trata de ella. La abuela es leal por naturaleza y sabe que a pesar de que es cómplice de muchas de las travesuras, jamás pondría en riesgo la seguridad o integridad de sus nietos, por ello es por lo que tornan esa complicidad en el desarrollo de la confidencialidad que se convierte en confianza total.
Nos enseñan a tener confianza desde la serenidad y la calma.
Aunque parezca raro, la frase “tu puedes” suena muy distinta cuando la pronuncia la abuela, es ese cúmulo de experiencia que le da la fe necesaria para transmitirla en esa de voz serena que viene de la paz necesaria que quiere regalar a sus nietos. Ella sin notarlo, los ayuda a sentirse capaces de lograr cualquier cosa sin sentirse juzgados u observados desde una mirada vigilante o acusadora. Quizá esto no lo lograron con sus hijos e hijas porque los tiempos y las formas de crianza eran otras, aunque es seguro que, desde la sabiduría acumulada, con sus nietos las cosas son muy muy distintas.
Las abuelitas estimulan el crecimiento y el sano desarrollo de sus nietos así que indirectamente dan y aportan mucho valor a su salud.
Te cuento que un estudio realizado en el Departamento de Antropología de la University College de Londres reveló que el riesgo de muerte en los niños reducía a la mitad si convivían con su abuela. Esto es algo que la ciencia revela sobretodo en el papel tan fundamental que juega la figura de la abuela en la relación con los nietos. La supervivencia de muchos niños a lo largo de la historia se ha visto rescatada gracias al contacto amoroso y protector de la abuela por lo que su papel es fundamental en la familia, pero también en la sociedad.
Las abuelitas enseñan el valor de la verdad porque los nietos saben que en ellas pueden confiar.
Es mucho más fácil para un nieto confesar la verdad de alguna travesura o de algún conflicto emocional cuando la abuela se acerca ya que sabe hacerlo de forma indicada, en el momento indicado y con las palabras adecuadas para crear un clima de confianza y aceptación en el que el niño se sienta comprendido y además protegido, ese es uno de los dones de la energía de la abuela. Cuando tus niños sienten temor ante las consecuencias de una acción ya sea porque quieran evitar el regaño o teman a no cumplir con las expectativas de otros, es muy posible que acudan a la abuela o que ella misma desde su intuición note que algo no está bien y se acerque a ellos para escucharlos.
Las abuelitas siempre enseñarán la cultura del esfuerzo y la colaboración desde la convivencia, no desde el regaño.
No quiero generalizar, quizá haya abuelitas que no lo hagan de esta forma, sin embargo, en mi experiencia personal y profesional, he visto que durante las conversaciones que las abuelas tienen con los nietos, al mismo tiempo cocinan juntos, hacen repostería, juegan o leen algún cuento y al mismo tiempo van ordenando el espacio, limpiando los trastes que ocupan, o recogiendo los juguetes del momento de juego. Cuando la abuela dice “hagamos esto”, su energía protectora invita a una colaboración voluntaria que incluso los niños disfrutan y comienzan a adoptar como parte de sus hábitos de orden y limpieza. Es un don especial que hace que se sientan cómodos y tomados en cuenta.
Las abuelitas nos enseñan de la vida con refranes muy sabios como: “La ropa sucia se lava en casa”
He escuchado mucho de las abuelitas (incluyendo a la mía) que los problemas son algo personal que no tiene que estarse difundiendo porque “cada uno habla como le va en la feria”. De alguna forma nos sugiere mantener la discreción y aunque muchas abuelitas lo hacen un poco por lo que pudieran pensar los demás, la verdadera enseñanza de este refrán es que las personas tienden a juzgar sin saber y por lo tanto eso puede ser un motivo de confusión e incluso de intromisión que puede perjudicar la objetividad necesaria para la toma de decisiones. Lo mejor es mantener los problemas personales en el entorno familiar y hacer acuerdos dentro de casa. El desahogo con personas ajenas al problema no es recomendable.
La abuelita siempre nos dará buenos consejos sobre el tiempo y cómo no dejarlo pasar para hablar de lo que sientes.
Cuando las abuelitas hablan de la importancia de vivir cada momento y expresar las emociones, saben porque lo dicen. Muchas de ellas por la época que vivieron no tuvieron la oportunidad de ser escuchadas o incluso de poder expresar lo que sentían con claridad o con libertad. Ellas pueden valorar mucho la comunicación emocional porque quizá estuvieron muy limitadas en ello y quieren que sus nietos vivan las cosas y las sientan de una forma diferente. Para las abuelas el tiempo es oro porque ellas lo han transcurrido y en las muchas pérdidas que han vivido, quizá hayan descubierto el valor de expresar los sentimientos y de comunicar las emociones sin guardarse nada.
Te enseñan que cuando la familia se reúne a comer es para unir y no solo para alimentar.
Las abuelitas fomentan la tradición de la unión familiar en la mesa. Más allá de ser un momento para probar alimentos, también se convierte en un momento que fortalece los vínculos, la conversación, la alegría y la unión. Estar en familia y comer todos juntos es algo que resulta motivante en el sentido del apoyo y se puede convertir en un recordatorio de que la familia es un lazo irrompible que cuando está en armonía y en un estado de sinceridad, sin competencias insanas y sin prejuicios puede ser una fuerza irrompible.
La abuelita nos enseña que te atrevas a hacer las cosas y que no las dejes para después.
Tanta experiencia y el recorrido de los años les ha enseñado que lo mejor es arriesgarse pase lo que pase. El tiempo pasa y a veces hay oportunidades que no vuelven. Si lo piensas demasiado, te puedes perder en la postergación y por lo tanto te puedes perder en “mañana lo hago”. Para ellas el mañana es algo que ha cambiado su concepto de la espera y cuando transmiten esta sabiduría a sus nietos, les dan ese empuje a hacer las cosas cuando quieren hacerlo, invitándolos a no pensarlo demasiado.
Nos enseña que ver las cosas con pesimismo es una pérdida valiosa de tiempo de vida.
Las abuelitas valoran mucho la capacidad de asombro y siempre te dirán que no te estaciones en las nimiedades de la vida, te invitan a que veas las cosas mas bellas de la vida y que las disfrutes al máximo. Nuevamente esto es porque ellas saben que cuando el tiempo pasa, los eventos importantes de las etapas de la vida no se van a repetir y que cada momento es especial y necesitas conectarte para poder vivirlo con plenitud. Desde una caminata, hasta el hecho de jugar, de reír, de ver a las aves volar. Lo mas simple de la vida para ellas es un regalo.
Las abuelitas nos enseñan el valor de la paciencia y que no todo tiene que ser por gratificación inmediata.
El tiempo en el que ellas crecieron requería del valor de la paciencia, las cosas no se conseguían de forma tan rápida como ahora y es por ello por lo que ellas saben esperar. La paciencia nos ayuda a ser tolerantes a la frustración, nos ayuda a disfrutar la llegada de algo que anhelamos y también nos enseña que la recompensa de todo esfuerzo llega tarde o temprano. Lo importante es esperar sin desesperar, siendo esta también una frase que acostumbran a pronunciar y que está llena de sabiduría.
Las abuelitas nos enseñan que preparar un platillo con amor puede ser la mejor medicina para el corazón.
Más allá de lo delicioso que puedan cocinar o de la sazón que puedan tener sus guisos, el poner esa intención amorosa cuando hacen la sopa favorita de los niños o cuando les preparan un postre para animarlos y motivarlos, es lo que convierte esta acción en algo que es alimento para el corazón. La protección puede tener muchos matices, sin embargo, la protección de las abuelas es única en el sentido de que cada actividad que llevan a cabo para sus nietos está llena de ese ingrediente extra llamado amor.
Cuando los nietos enferman, sus remedios caseros hacen magia y eso es el valor de la bondad y entrega en acción.
El poder sanador que tienen las abuelitas es increíble. Los nietos y nietas pueden tener un dolor de espalda y con un masaje hecho con sus pomadas especiales, el dolor puede desaparecer en cuestión de minutos, o los nietos y nietas pueden tener un dolor de estómago y con un te de hierbas el dolor se va en instantes. El secreto está en la intención más que en el remedio, lo que verdaderamente sana es el cariño con el que cuida y la atención con la que procura dar salud. Los nietos y nietas puede beber un vaso de agua y la abuela puede decir que es la poción mágica y sanan sin importar la edad que tengan.
