En 1999, durante una reunión de la Organización Mundial de la Salud (OMS, por sus siglas en español) sobre la prevención del maltrato a menores, se estableció que el maltrato emocional se produce cuando un cuidador no brinda las condiciones apropiadas y propicias para la salud emocional y desarrollo del niño. Te cuento esto porque el maltrato psicológico se ha normalizado tanto que la línea entre "las formas de educar" y el abuso emocional es muy delgada debido a las costumbres heredadas de la educación tradicionalista. Hay muchas conductas que entran en la lista de abuso psicológico y que podrían ser consideradas ‘normales’ y de las que se ha comprobado en diferentes estudios que afectan la salud emocional y mental de un niño, incluso, teniendo consecuencias hasta la vida adulta. Es por eso que te comparto estas 15 consecuencias.
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El abuso psicológico es tan sutil que a veces no se toma en cuenta como un factor que desarrolle problemas emocionales, de aprendizaje o conductuales en los niños. Conductas que permanecen en una pauta prolongada de gritos, amenaza, ridiculización, crítica, ofensas, rechazo y falta de atención, entre otras, son algunas de estas formas de abuso.
Al ser un tipo de maltrato que no deja evidencias físicas, puede ser calificado como insignificante, aunque se ha comprobado que los efectos son los mismos que deja el maltrato físico o sexual. Es importante que conozcas estos datos ya que es la ciencia misma quien confirma las secuelas.
Falta de atención y concentración que se ve reflejada en un bajo rendimiento escolar.
Los niños que sufren abuso psicológico se encuentran en un estado de vulnerabilidad permanente que los mantiene en un estrés continuo. El problema es que se sienten en un terreno incierto y su organismo está a la expectativa ante cualquier tipo de ataque verbal o emocional. Dicho estrés causa problemas en su neuro desarrollo y por lo tanto produce algunas deficiencias cognitivas como la falta de atención y concentración, que pueden durar incluso hasta la edad adulta.
Produce alteraciones en la plasticidad cerebral del niño, sobre todo en las etapas críticas del desarrollo.
Como mamá, sabes que el cerebro de los niños es como una esponjita que absorbe todo. La neuro plasticidad cerebral es algo que se requiere para el aprendizaje y para que pueda adaptarse a los cambios enfrentando los retos y desafíos del entorno. El problema es que cuando el niño vive en una constante tensión psicológica eso se puede ver reflejado en procesos relacionados con el aprendizaje e introducción de nuevos hábitos.
Puede presentar conductas agresivas en su entorno como una conducta imitativa.
Recuerda que los niños aprenden del entorno. Si el maltrato psicológico es en casa, sobre todo el que está basado en gritos, ofensas y humillaciones continuas con las que se acostumbra educar a los niños, ellos pueden reproducir las mismas conductas en diferentes entornos, principalmente en el social. Esto debido a lo aprendido como una forma disfuncional de relacionarse con otros.
Baja autoestima reflejada en actitudes de mucha inseguridad.
Es natural que la repetición continua de mensajes verbales que contienen un tono agresivo o irónico dejen huellas no sólo en el cerebro del niño sino también en los procesos de desarrollo psicológico-emocional. Además, afectan su autoestima y autoconcepto. Si son los padres o cuidadores quienes desvalorizan al niño, ellos pueden terminar creyendo que todo aquello que mamá o papá piensa es cierto y por lo tanto de la desvalorización el pequeño puede pasar a la auto desvalorización.
Falta de respeto a la autoridad en el colegio o en cualquier sitio.
En un modo permanente defensivo, muchos niños desarrollan como mecanismo de protección emocional conductas oposicionistas. Además de ser comportamiento aprendido, muchos pequeños se vuelven desafiantes con una intención de autoprotección. En el fondo se sienten en desventaja con el entorno que generalizan como agresivo por lo que necesitan desarrollar conductas compensatorias para sentirse a salvo.
Falta de autocuidado y descuido personal con un desaliño evidente.
Cuando el maltrato psicológico viene derivado de la fase pasiva en donde es más frecuente la falta de atención y de protección, así como la negligencia, el niño puede reproducir ese comportamiento hacia sí mismo, desatendiendo su cuidado e higiene. Además, desarrolla mucha tolerancia al dolor en caso de una enfermedad por no ser atendido a tiempo e incluso puede afectar su autoimagen debido a que son conductas que los padres deben enseñar a los hijos para desarrollar el amor propio.
El niño puede desarrollar tics nerviosos debido a que la situación en casa puede ser muy estresante.
Estos movimientos involuntarios y repetitivos del cuerpo pueden ser producto de los momentos de tensión como una forma de liberar la ansiedad. El problema con ello es que se pueden convertir en hábitos que a veces se instalan en la personalidad del niño como si eso formara parte de ellos sin ser así.
El niño puede enfermarse con frecuencia debido a que desarrolla trastornos psicosomáticos.
Cuando al niño se le dificulta expresar sus sentimientos de forma adecuada y no puede gestionarlos adecuadamente, es posible que su organismo lo resienta. Es así como un malestar psicológico busca una salida o fuga en un malestar físico y la emoción se lleva al cuerpo. De esta forma, muchos niños pueden sentir dolores de cabeza constantes, problemas gástricos o de alergias como consecuencia de los problemas emocionales que cargan cada día.
Dificultades para poner límites sociales, sobre todo cuando éstos tienen conductas de abuso con ellos.
Si los niños se adaptan al maltrato psicológico y luego lo normalizan, también cabe la posibilidad de que sean presa fácil del acoso escolar. Para que un niño se sienta capaz de poner límites necesita de una base de autoestima y seguridad que sustente la capacidad de pedir el respeto de los que le rodean. Para ello, debe tener muy claro lo que implica el respeto, mismo que por supuesto debe recibir desde casa para tener el referente.
Consecuencia a largo plazo con posibilidades de desarrollar ansiedad o depresión en la adultez.
La ansiedad es la antesala de la depresión y es el resultado de muchos procesos emocionales no resueltos enfocados en la falta de confianza en el mundo. Esto activa un estado de alerta continuo en donde el sistema de supervivencia se encuentra encendido a veces de forma permanente por lo que deja secuelas que colocan a la persona en modo de huida, ataque o parálisis, esto, como efecto de la desconfianza hacia el entorno como un habito de supervivencia emocional que se queda congelado en el tiempo.
Tendencia a la soledad y al aislamiento, algo que prevalece hasta la adultez.
Esta consecuencia es a corto y a largo plazo ya que la personalidad se forma desde el carácter que depende de los aprendizajes y el impacto que provoca el medio ambiente, así como también del temperamento, algo con lo que todo niño ya nace. Cuando un pequeño se aparta, lo hace por protección y por evitar el dolor que le puede generar el rechazo. El maltrato emocional genera desvalorización, misma que prefieren evadir desde el aislamiento. Puede que esta forma de desenvolverse en el mundo perdure hasta la adultez.
Los niños pueden sentirse culpables al no cumplir con las expectativas de los padres o cuidadores.
Cuando el abuso psicológico está presente como estilo de crianza puede darse de forma pasiva desde la indiferencia o activa desde el grito o la humillación verbal. Esto puede generar ideas en el niño donde se siente indigno y por lo tanto se culpa por no ser como sus padres esperan. Las descalificaciones constantes lo llevan a percibir que algo malo hay en él y hasta convertirse en un sentimiento de culpa que puede ser permanente.
El maltrato psicológico puede convertirse en parte de su diálogo interior.
El diálogo interior se construye desde los mensajes que el niño recibe del entorno y por lo tanto comienza a tratarse a sí mismo de la forma en que es tratado por sus padres. Si la mayoría de los mensajes son desde la crítica, la descalificación o la indiferencia, es muy posible que el niño comience a hablarse de la misma manera y cuando es adulto puede dificultarse la automotivación y la autoconfianza desde las formas en como conversa consigo mismo ya que posiblemente también se descalifique.
Problemas de revictimización, sobre todo en las niñas cuando se convierten en mujeres adultas.
De acuerdo a algunos estudios psicológicos, las niñas que son víctimas de violencia psicológica en la infancia corren el riesgo de ser víctimas nuevamente en la edad adulta, esto como una búsqueda afectiva desde lo aprendido y normalizado durante la infancia. Existe una tendencia a buscar relaciones de pareja donde el abuso psicológico se repite como algo habitual en sus vidas.
Posibilidades de tener obesidad o desarrollar algún trastorno alimenticio en la adolescencia o adultez.
Existen muchas causas por las que puede desarrollarse un trastorno alimenticio y obesidad, sin embargo, en la última década se ha encontrado una correlación importante entre la baja autoestima y autoimagen que pueden causar el maltrato psicológico en el desarrollo de estos padecimientos.