
Pedir perdón y reconocer un error no es un asunto sencillo. Nos cuesta mucho como adultos, así que imagínate cómo explicárselo a un niño que apenas aprende a hablar y a compartir. Pero como mamás, sabemos que es necesario educar en el perdón, pero con inteligencia emocional, no con obligación.
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Cuando forzamos a los niños pequeños a pedir perdón, no les enseñamos realmente el valor de una disculpa sincera, explica la educadora Miriam Escacena, experta en el método Montessori. Resulta que los niños perciben que estamos enfadados por su comportamiento y acaban pidiendo perdón solo para complacernos y evitar que sigamos enojadas. Sin embargo, el daño que han causado en el otro queda en un segundo plano.
Además, Escacena dice que forzarlos a pedir perdón en público puede afectar su autoestima. Esto es porque se ven expuestos y señalados ante el ojo ajeno, lo que hace que sientan humillación. La misma experta explica que no estamos escuchando su voluntad, sino que hacemos gala de un exceso de autoridad y los presionamos para que hagan algo que, quizá, no quieran en ese momento.
¿Cómo podemos fomentar y lograr que nuestros hijos pidan perdón sin obligarlos? Escucha estos consejos en nuestro pódcast 'Mamá Dice':
Trabaja en su empatía.

Es necesario que comprendan los sentimientos que han provocado en los demás y el perjuicio que les han causado. Para que estos dos requisitos se cumplan, hay un valor que deben tener muy interiorizado: la empatía.
Desafortunadamente, no puedes sentar a tu niño frente a una pizarra para enseñarle a ser empático pues, tal como aclaran desde la revista Psychology Today, “la empatía es un trabajo en progreso a lo largo de la niñez y la adolescencia, y no se desarrolla automáticamente en los niños”. Nacemos con la capacidad de sentir empatía, pero para desarrollarla, necesitamos experiencia y práctica.
No fuerces la empatía.
Por lo general, los niños empiezan a sentir empatía entre los 3 ó 4 años, por lo que forzarlos a ponerse en los zapatos del otro y pedir perdón en público sería totalmente en vano. En lugar de eso, Escacena sugiere que ayudes a tu hijo a practicar la empatía, pues hacerlo desde una edad temprana es clave para que desarrolle esta habilidad de forma natural.
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Mantén la calma y conversen.
Cuando tu hijo haga algo que le inflija un daño a otra persona, lo primero que debes hacer es mantener la calma. Luego, ponte a su nivel para tener una conversación cara a cara y explícale que lo que ha hecho le ha causado un mal a la persona que tiene delante. Esto es importante porque verá que sus actos tienen consecuencias sobre los demás y aprenderá a detectar las emociones ajenas.
Reparen juntos el daño causado.

Cuando haya comprendido lo que hizo y que estuvo mal, ayúdalo a reparar el daño que ha provocado. Puedes preguntarle si se le ocurre alguna forma de solucionarlo o si no, dale opciones, pero siempre acompañándolo en el proceso.
Predica con el ejemplo.
La revista Psychology Today señala que “los niños que se sienten seguros, protegidos y amados, eventualmente son más sensibles a las necesidades emocionales de los demás. Los psicólogos llaman “apego” a esta conexión entre los cuidadores y los bebés, y las investigaciones muestran que la calidad del apego es un predictor de la empatía y la compasión más adelante en la vida”. Así que ya sabes, la empatía que demuestras puede ser el mejor ejemplo para tus hijos.