Una mujer estadounidense se ha convertido en la primera en dar a luz en el país tras haberse sometido a un transplante de útero de una donante fallecida, anunció el doctor Tommaso Falcone de la Cleveland Clinic. El revolucionario proceso se llevó a cabo por un gran equipo de ginecólogos y cirujanos, que se extendio durante más de 15 meses, pero tuvo un final feliz.
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La mamá es una mujer de entre 30 y 40 años que ha querido mantener el anonimato. Dio a luz a una bebita sana el pasado mes de junio, tras un embarazo que según los doctores no fue excesivamente complicado. El nacimiento fue via cesárea y la madre pudo irse a casa con su hija en brazos tres días después del parto. Sin duda, una gran victoria para el mundo de la ciencia.
Este es el segundo caso en todo el mundo.
Aunque el parto llevado a cabo en la Cleveland Clinic fue el primero en Estados Unidos, es el segundo que se da en todo el mundo. En 2017, una mujer recibió un trasplante de útero de un cadaver en Brasil, y el embarazo llegó a término y pudo dar a luz. En ese caso, se trató de una mujer de 32 años que recibió un útero de una mujer de 45 que había fallecido de un infarto. Normalmente, las donantes deben ser mujeres que no hayan alcanzado la manopausia, por lo que se suelen utilizar úteros de mujeres entre los 18 y los 40 años de edad.
La mamá había nacido sin útero y decidió que le extrajeran el órgano transplantado tras dar a luz.
Según reportó el Dr. Falcone, la paciente tuvo un embarazo sin muchas complicaiones, toda vez que su cuerpo no rechazó el útero y fue capaz de llegar a término y dar a luz a su hijita a través de una cesárea. Tras el parto, la madre –que tuvo que tomar inmunorepresivos para evitar el rechazo del órgano– decidió extraerse el útero, una decisión personal que según el médico no era obligatoria si la paciente hubiera querido mantenerlo.
El regalo de quedar embarazada no disminuye los riesgos de este proceso.
Se trata de un proceso largo y complicado, que conlleva siete etapas. Desde el chequeo inicial, los exámenes médicos pertinentes, la fecundación de los óvulos con el esperma del padre, a insiminación in vitro, trasplante del útero, la fase de estabilización tras dicha operación y, finalmente, si no falla nada, el parto. Todo este proceso tiene muchos riesgos que la mamá debe afrontar, desde el rechazo del útero hasta graves infecciones y la pérdida del bebé.
Era el segundo intento de transplante en la clínica, pero el primero que funcionó.
La clínica había intentado un proceso similar en 2016, cuando le transplantó un útero de una mujer fallecida a una paciente de 26 años. En aquel caso, el útero tuvo que ser extirpado un mes después de la operación por complicaciones con la paciente. Infecciones, trombosis or coágulos en el órgano suelen ser los grandes problemas que se pueden presentar ante este tipo de operaciones.
Es un gran paso para la ciencia, pero sigue siendo un proceso de poca urgencia.
Aunque la alegría personal y la importancia de ser papás para muchos pacientes es un gran motivador para seguir indagando en este tipo de procesos, lo cierto es que es complicado llegar a una resolución positiva en este proceso. Sobre todo, por lo complicado de rescatar un útero de un cadáver.
Cuando fallece un donante de órganos, se prioriza la recolección de los órganos que pueden salvar vidas (corazón, pulmones, riñones, hígado, etc.), antes que los que pueden mejorarla (útero, ojos, etc.). De ahí la complicación a la hora de conseguir un útero de un cadáver en buen estado, para lograr ser transplantado son mucho menores que las de otros órganos. Pero al menos, hay esperanza.