Mujer da a luz a una niña tras perder 13 embarazos

Una mujer inglesa finalmente ha podido disfrutar del mayor regalo del mundo: convertirse en mamá. En su caso, su situación es aún más especial, si cabe, pues el embarazo con el que finalmente pudo tener en brazos a su pequeña Ivy era su número 14. Durante la última década, Laura Worsley había perdido 13 embarazos sin que los médicos llegaran a dar con las causas y, peor aún, que consiguieran entender lo que debían hacer para que ella pudiera cumplir su sueño de ser mamá.

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Tras sufrir todos esos abortos espontáneos, a Laura se le diagnosticó síndrome antifosfolipídico, lo que hacía que su sangre coagulara y por lo tanto perdiera sus bebés en plena gestación. Finalmente, tras un test a la placente en su última pérdida, se le diagnosticó con intervillositis histiocítica crónica,  una lesión placentaria bastante infrecuente entre las mujeres y que puede causar abortos involuntarios de repetición y adversidades durante el embarazo. El que pudieran dar con un diagnóstico fue la clave para conseguir que, finalmente, Laura puediera llegar a término con un embarazo y recibir a la pequeña Ivy en sus brazos.

Ivy llegó al mundo gracias a las ganas de sus padres de ser papás.

Nadie podrá negar que Laura Worsley y su marido Dave querían ser padres más que nada en esta vida. Catorce veces tuvieron que intentarlo por las condiciones de salud de Laura para al final conseguirlo. Más de una década de sufrimiento y desilusiones que, finalmente, concluyeron con la llegada al mundo de Ivy, una niña preciosa que nació a las 30 semanas de embarazo a través de una cesárea.

La profesora Siobhan Quenby fue la que dio con la clave de lo que le ocurría a Laura.

Los médicos no podían entender por qué Laura perdía todos los embarazos. Fue Quenby –del Hospital Universitario de Coventry y la Unidad de Investigación Biomédica de Warwickshire– quien la impulsó a intentar quedar embarazado una vez más, por una decimocuarta ocasión, y fue ella con su equipo la que monitoreó todo el embarazo de Laura para lograr que pasara el umbral de las 24 semanas de embarazo, momento a partir del cual ya puede llegar a nacer un bebé con altas posibilidades de sobrevivir. Ivy nació a las 30 semanas de gestación y ahora con nueve meses de vida está perfectamente sana.

De las 13 pérdidas, 11 fueron en el primer trismestre, y las dos últimas, rondando las 20 semanas.

La forma en que Laura perdió muchos de esos embarazos fue completamente desgarradora. Inicialmente fue diagnosticada con síndrome antifosfolipídico, para lo cual le pidieron que tomara más ácido fólico. Sin embargo, siguió perdiendo embarazos y no fue sino hasta el último, una gestación que llegó a la semana 20, en la cual la profesora Quenby hizo un test y descifró que el problema que aquejaba a Laura era una intervillositis histiocítica crónica, una terrible condición que hace que el propio cuerpo rechace los embarazos.

Tuvieron una última oportunidad a base de esteroides.

La profesora Quenby le realizó un tratamiento a base de esteroides para intentar suprimir su propio sistema inmunológico, y que así su cuerpo no rechazara el embarazo. "Los esteroides tienen efectos secundarios, pero era la única forma de intentar que Laura pudiera dar a luz", afirmó la profesora a la BBC.

Laura y su marido Dave tuvieron que plantearse seriamente si debían tirar la toalla, pero al final decidieron volver a intentarlo. "Pensaba que si había una mínima oportunidad tenía que intentarlo, y así se lo dije a Dave. Él pensó lo mismo, y por eso dimos el paso", dijo la nueva mamá.

El resultado fue una niña preciosa que ha llenado de luz la vida de sus papás.

Ivy nació en octubre de 2018 y llegó al mundo con apenas 30 semanas de gestación. Tuvo que batallar como toda una guerrera por su vida, pero su mamá asegura que nunca dudó que, una vez la diera a luz, la pequeña iba a sobrevivir. "Ahora la miro y pienso: 'los milagros sí ocurren'", comentó la orgullosa mamá.