![featured-img-of-post-120539](https://mamaslatinas.com/wp-content/uploads/2024/10/featured-img-of-post-120539.jpg)
Hace dos años que comenzamos a salir a cenar en familia todos los miércoles o jueves por la noche, para no cocinar y evitar las distracciones que tenemos en casa. La idea es sostener profundas conversaciones familiares. ¡Es triste reconocerlo, pero me di cuenta que en casa nos cuesta desconectarnos de nuestros aparatos tecnológicos!
Más en MamásLatinas: No dejes que las actividades deportivas separen a tu familia
Esta semana fuimos a un restaurante y notamos que la mayoría de las familias que nos rodeaban estaban usando sus aparatos. Por donde miráramos habían niños con tabletas o teléfonos inteligentes (dependiendo de la edad), incluso los padres estaban usando sus teléfonos.
Días antes, había escuchado que una mamá en mi oficina había comprado un teléfono celular para su hija de 11 años, pero que le había hecho firmar un acuerdo antes de entregárselo, en el que se describían las reglas que tendría que respetar o el "privilegio" de tener el soñado aparato le sería revocado.
Al principio esto me pareció un poco exagerado, pero ahora no sólo creo que es una gran idea, si no que pienso que las normas debieran aplicarse también a los padres. Sé de adolescentes que están marcados por la falta de atención de sus padres durante su infancia, pues a pesar que no estaban en la oficina se encontraban trabajando en casa con su teléfono.
Gracias a Dios mis hijos siempre han sido expresivos y se quejaban con toda razón cuando les hacía eso. De hecho, una de las primeras reglas que implementamos como familia es que cuando yo llegaba a casa, después del trabajo, mis niños no tenían competencia por mi atención.
La otra regla que aplicamos desde hace muchos años es no usar los teléfonos celulares durante las comidas en familia y las reuniones con otros parientes. Siempre me sorprendió que otros familiares y amigos no pusieran en marcha medidas similares, pero como en mi casa mandamos mi marido y yo. Puse una canasta canasta en la puerta de casa y allí debían dejar los celulares y además saludarme y darme un beso, obviamente mis invitados debían dejar sus celulares allí. Es un poco drástico y a lo mejor le causó ansiedad a más de uno, pero para otro fue hasta liberador.
Al principio, los amigos de mis hijos no estaban muy contentos, pero se acostumbraron rápidamente. Ahora que mis hijos ya son mayores se ha vuelto más difícil imponer normas, pero los aconsejo constantemente para que sean juiciosos en lo que respecta a la forma en que utilizan sus teléfonos.Les digo que no envíen fotos o textos que no quieran que se reenvíen a todos en la escuela y les advierto que no publiquen sus números de teléfonos celulares en Facebook o en otros lugares públicos.
Recientemente, tuve que conversar con mi hija sobre el uso de los mensajes de texto para comunicarse sobre temas sensibles con su compañera de habitación de la universidad. Me temo que esta última regla será la más difícil de respetar pues pienso que la nueva generación no entiende la importancia de la comunicación cara a cara.
Imagen vía iStock