
Tengo la suerte de que mi hija mayor, Vanessa, no es nada quisquillosa para comer. No estoy segura cómo sucedió, pero con muy pocas excepciones, le gustan todos los vegetales, incluyendo el brócoli y las espinacas (los cuales otros niños de su edad suelen detestar). En cambio a mi hijo menor, ¡nada que ver! Con las justas come tomate y alguna que otra fruta. Lo suyo son más las frituras y el arroz. Ya sé, nada saludable. Y ahora un nuevo estudio me ha hecho cuestionarme si yo tengo la culpa.
Resulta que el estudio ha descubierto que los bebés desarrollan su gusto (o disgusto) por los vegetales y las frutas mientras que están en tu panza y dependiendo de lo qué tú comas durante tu embarazo.
En mi caso, sé que mi dieta fue mucho más variada–y hasta mejor–durante mi primer embarazo que durante el segundo. Cuando quedé embarazada por primera vez, no estaba trabajando, así que me dediqué por completo a cuidarme yendo a clases de yoga prenatal y comiendo saludable. Pero con mi segundo hijo, trabajaba, tenía que encargarme de mi nena y estaba más cansada que nunca. Así que mi dieta no era la mejor del mundo.
Lee más en ¿Qué más?: Consejos para que sigas amamantando cuando regreses a trabajar
Según los investigadores, los bebés nacen programados para que les atraigan las comidas que contienen azúcar y sal, en vez de los sabores amargos que pueden tener algunas verduras. La idea es que aprendan a reconocer estos sabores menos comunes mientras que todavía están en tu vientre, así cuando se los des a probar más adelante, no los rechacen.
Así es que si quieres evitar que tus hijos sean quisquillosos con la comida cuando sean más grandes, tienes que asegurarte de tener una dieta súper variada que incluya todo tipo de vegetales y frutas mientras que estás embarazada y también mientras que los estás amamantando.
Imagen vía Thinkstock