Sentarse a la mesa a comer y disfrutar un tiempo para conversar en familia, no debe ser un lujo de unos pocos, sino más bien una especie de "tiempo sagrado" y parte de una rutina familiar saludable. Pero hoy día realmente son pocos los que se sientan a disfrutar una comida en familia, debido al nivel de actividad que tenemos y la necesidad de estar "conectados", sea con un teléfono celular, la Internet o cualquier otro aparato de juegos electrónicos que nos mantengan entretenidos.
¿Será que podemos vivir sin estar pegados a los aparatos electrónicos?
Hace unos días mi esposa y yo estábamos cenando, haciendo nuestra noche semanal en pareja, cuando observábamos que inmediatamente al lado de nosotros había una familia de cuatro o cinco, en la cual nadie hablaba el uno con el otro. El padre estaba enviando textos, la madre hablaba por teléfono, mientras cada uno de los hijos parecía estar completamente absorbidos por esos aparatos de vídeos portátiles en los cuales jugaban y con los cuales retozaban. Parecía una familia bella, pero nadie se estaba comunicando.
La trampa más grande para muchas de nuestras familias es vivir conectados con el mundo de afuera y desconectados con los seres queridos más cercanos. Una norma práctica y bastante eficaz que nos ha funcionado a nosotros es que cuando estamos sentados a la mesa–a no ser que sea una emergencia familiar o de la iglesia–apagamos los celulares y no se permiten llamadas, ni textos. Tampoco es momento para juegos electrónicos, ya que el propósito de estar a la mesa no es sólo comer, sino compartir un tiempo juntos y dialogar en familia.
Apaguemos los aparatos–adultos y niños–y hagamos lo posible por revivir nuestra capacidad de comunicarnos en familia en esos momentos "sagrados".
Imagen via Tetra Pak/Flickr