Tomé una importante decisión de inversión cuando empezó el invierno- inscribí a mi familia como miembros del Children’s Museum of the Arts. Esto significa que Juliana y Diego pueden pasar hasta cuatro horas sin decir “Mamá, estoy aburrido” o empezar a volverse locos y pedir comidas ridículas.
El museo tiene muchas actividades diferentes para mantener entretenidos a los niños cuando el clima afuera no está cooperando, y este año están presentando una serie de eventos que celebran culturas de todas partes del mundo.
Como nosotros llevamos una vida bicultural, siempre estoy tratando de poner a mis hijos en contacto con las numerosas diferentes culturas que chocan en la ciudad en que viven. Este fin de semana celebramos el Año Nuevo Lunar y aprendimos un poco sobre las artes y la cultura de la comunidad china de Nueva York.
El festival fue fabuloso, mis niños gozaron un montón haciendo máscaras de dragón, buscando el año en que nacieron en el calendario chino, y viendo al Teatro Chino representar un espectáculo de marionetas de sombra.
Nunca deja de maravillarme cuán diferentes son las culturas alrededor del mundo y lo poco que realmente sabemos sobre ellas.
Cuando llegué a los Estados Unidos detestaba las grandes generalizaciones sobre nosotros los hispanos- los americanos parecían no ver ninguna diferencia entre guatemaltecos, costarricenses y mexicanos. Creo que frecuentemente estas observaciones indiscriminadas sobre las diferencias culturales están basadas en la propia incapacidad de la gente de conectarse con culturas diferentes. Todos sabemos que estereotipar puede tener efectos negativos intensos, de igual forma puede hacerlo generalizar sobre todo un continente de gente.
Siempre le digo a mi hija Juliana que no tenga miedo de preguntarle a sus amigos chinos o rusos de la escuela, porque la mayor parte de la gente responde muy positivamente a las preguntas sobre su cultura.
Yo sé que yo lo hago, porque al final todas esas diferencias entre culturas pueden enriquecer mucho nuestra vida.