Cuando te falta gratitud ante la vida debes hacer un alto y evaluar si estás viviendo desde el piloto automático o si hay un ligero toque de soberbia y omnipotencia en tu actuar. Te cuento que la falta de gratitud puede llevarte a vivir grandes vacíos que te impiden valorar las cosas que te rodean, puede hacer que olvides por completo tu humildad y puede llevarte a perder el sentido de tu existencia. Es comprensible que entre el estrés y la vida diaria a veces pasen desapercibidos ciertos detalles que se convierten en cuestiones insignificantes y que pierden importancia. Sin embargo, cuando no eres agradecida tienes más dificultades para conectarte con los demás y disfrutar de la vida. Aquí te comparto 15 consecuencias de las actitudes de ingratitud que pueden tener efectos devastadores en tu vida.
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Cuando no valoras la ayuda de otros y sientes mucha dificultad para reconocer lo que recibes de los demás, estás siendo ingrata. Igual ocurre cuando eres indiferente con las necesidades de otros y poco recíproca.
Existen muchas formas de mostrar poco agradecimiento hacia los demás y hacia la vida misma. Todas ellas están dominadas por el ego que cuando está inflado se convierte en tu peor enemigo porque te arrebata toda capacidad de empatía con el entorno. Debes tener cuidado y estar en constante revisión hacia ti misma. En este mundo todos necesitamos de todos.
Eres ingrata cuando te niegas a escuchar un consejo, una opinión o una sugerencia.
Aunque seas una mujer con mucha experiencia, aunque seas una persona llena de conocimientos, aunque creas que dominas todos los temas de la vida, siempre, repito “siempre” hay algo nuevo que aprender y si alguien te lo quiere transmitir, la mejor forma de agradecerlo es escuchando con humildad, no importa si consideras a esa persona como alguien con menos experiencia o si sientes que no tiene los conocimientos que tú tienes. Incluso, aunque no estés de acuerdo en muchas posturas, la verdadera sabiduría que va de la mano con la humildad.
Eres ingrata cuando eres tan competitiva que te cuesta reconocer el trabajo en equipo.
No es que esté en contra de la competencia sana. De hecho, es una forma de tener muchos logros siempre y cuando no se pase por arriba de los demás o incluso pisoteando sus derechos. La necesidad de éxito de muchas personas a veces puede nublar la capacidad de ver con objetividad que en la vida siempre te respalda un equipo. Las cosas que logras no las logras sola, a veces un tornillo microscópico es el que hace funcionar un gran reloj. Lo que trato de decirte con esto es que puedes brillar sin opacar a otros.
Eres ingrata cuando eres totalmente indiferente ante el sufrimiento de otros.
Sé que tu misión en la vida no es ser la rescatadora mundial, sin embargo, cuando solo miras por tus intereses, cuando no te causa nada el dolor que percibes en alguien más y cuando incluso tu frase favorita es: “ese no es mi problema, que cada quien se rasque con sus propias uñas”, algo está pasando en tu interior. Es verdad que cada quien debe hacerse responsable de su propia vida, sin embargo, si puedes ser un factor que pueda dar un pequeño empujón a otros para crecer, ¿Por qué no hacerlo?, es una forma de agradecer a la vida lo que te ha dado para llegar al lugar en el que estás.
Eres ingrata cuando tratas a los demás como incapaces e incluso puedes tener actitudes humillantes.
Una cosa es la fortaleza y entereza que debas tener ante los retos de la vida y otra muy distinta que con comentarios o acciones descalifiques o desacredites a los que están a tu alrededor. Todos tenemos capacidades y habilidades diferentes, así como tú eres muy buena para algunas cosas, no lo serás tanto para otras. Una forma de agradecerle a la vida es reconociendo el potencial de otros. No es necesario que llenes de halagos a nadie, con sólo no descalificarlos será suficiente.
Eres ingrata cuando vives quejándote de todos y de todo.
En otras notas te he hablado de que existen dos formas muy popularmente conocidas de ver la vida. Una es con el vaso medio lleno y la otra con el medio vacío. Esta metáfora puede comprobarte cada día que tu capacidad de ser feliz en la vida depende de la percepción y el enfoque que le das a las cosas. Si siempre tiendes a buscar el lado malo de las cosas y no a lo que ganas te aseguro que tu vida estará continuamente llena de quejas e insatisfacciones. Lo peor es que puede ser una actitud que tus hijos aprendan de ti.
Eres ingrata contigo misma cuando permites que nunca sea suficiente hagas lo que hagas.
Si tu vida se convierte en una lucha continua sin descanso, en un momento de búsqueda sin contemplación, estarás cayendo en reproches continuos que te impedirán disfrutar cada uno de tus logros. Cuando nunca es suficiente para ti, estás siendo poco agradecida con tu esfuerzo y nunca llenas tus propias expectativas. Alcanzar una meta y no darte el tiempo necesario para disfrutarla te puede sumir en un círculo vicioso adictivo de logros y por lo tanto no te permitirás contemplarlos para agradecértelos.
Eres ingrata cuando no le das el reconocimiento a la primera persona que te abrió camino o lo allanó para ti.
Puede que no hayas llevado la mejor relación con esa persona que te abrió camino y por eso te cueste trabajo darle el crédito que merece. Sin embargo, lo importante es que estés consciente de que gracias a ese camino allanado pudiste atravesarlo sin obstáculos, sin dejar de lado tu propia motivación o tus propias ganas de salir adelante. La gratitud hacia esa primera puerta abierta es algo que te regalará humildad.
Eres ingrata cuando siempre quieres recibir algo a cambio y actúas con interés.
La reciprocidad no tiene nada que ver con el sentimiento de estar en deuda. Si sientes que cuando das los demás están en deuda contigo estás actuando desde el egoísmo e incluso desde el interés. Esperar que los demás estén a tu disposición debido a un favor que hiciste es ingratitud en la medida que los ves desde arriba, desde una postura de superioridad y eso, si no lo modificas al final te irá dejando sola en la vida.
Eres ingrata cuando vives sumida en el rencor.
Es cierto que toda situación difícil en la vida de cada ser humano representa un duelo, una pérdida. Sin embargo, pasado un tiempo de asimilación y de acomodo interior, casi siempre los seres humanos encontramos el regalo oculto en cada experiencia difícil. El odio, el rencor hacia alguien es una manera de mantenerte alerta ante cualquier daño. Sin embargo, cuando sueltas, agradeces la lección y aquello que esa experiencia te enseñó.
Eres ingrata cuando siempre encuentras un “pero” a cada cosa.
Ese mal hábito que te lleva a pensar en las soluciones y después ponerles un 'pero' tiene que ver con un enfoque pesimista ante la vida. Si tu creatividad o la creatividad de otros te dicta opciones de solución ante cualquier situación difícil de la vida y decides encontrarles el lado malo, estás siendo poco agradecida con los caminos que te pueden llevar a la liberación de lo que necesites. Eres ingrata cuando no quieres reconocer que todo tiene una solución.
Eres ingrata cuando sientes envidia y no lo reconoces.
La envidia implica que no quieres que otros tengan lo que tienen porque sientes que eso los hace felices. En el fondo no quieres que sean felices y es algo que necesitas reconocer. Si lo reconoces, te quitarás un peso de encima y te darás la oportunidad de analizar qué es lo que te lleva a reaccionar de ese modo, sin juzgarte, solo entendiéndote y cambiando la ruta. Eres ingrata con la vida cuando no reconoces que tú tienes muchas cosas para ser feliz.
Eres ingrata cuando haces cosas solo para tomar ventaja de una situación sin considerar el daño que puedes causar.
Esto es algo muy común cuando no tenemos conciencia ecológica o cuando solo piensas en tu bienestar y actúas desde el egoísmo. Así cuando haces cosas que dañan al planeta no estás teniendo gratitud con el lugar del universo que te aloja. Hay cosas que sabes que no deberías, sin embargo, tu satisfacción inmediata y tus necesidades pasan por encima de los efectos que puedes provocar. Quizá no le des tanta importancia y prefieres no hacerle caso a tu conciencia.
Muestras ingratitud ante la vida cuando pierdes tu capacidad de asombro.
La vida nos regala momentos y experiencias hermosas, desde contemplar un día soleado, disfrutar un día lluvioso o incluso saborear una comida o un atardecer. Cuando vives abrumada por la prisa, sumergida en la rutina e incluso enojada con cada circunstancia de la vida, corres el riesgo de vivir en amargura. Cuando vives enojada con todos y con todo, estás siendo ingrata con todo aquello que puedes admirar para conectarte con la vida y ser feliz.
Eres ingrata cuando usas información que te confiaron, en contra de la persona que lo hizo.
Puede que no lo hagas con mala intención, sin embargo, estas siendo ingrata y traicionando la confianza cuando haces comentarios del tipo: Como no quieres que te pase ésto, si haces aquello…, o cómo para estas cosas que me platicaste sí tienes tiempo y para mí no. Si alguien te confió algo no debes usar esa información como arma ante un conflicto, esa es una forma de ingratitud ante la confianza que alguien te brindó.
Muestras ingratitud cuando no tienes disposición para alguien que siempre está ahí para ti.
En este caso podrías estar siendo egoísta y aunque como te lo mencioné anteriormente no se trata de sentirte en deuda. Es muy importante que practiques la reciprocidad poniéndote en el lugar de la otra persona. Si alguien ha estado ahí en tus buenos y malos momentos puedes darle un poco de tiempo, esa persona quizá ha estado ahí para ayudarte pero considera que también tiene puntos vulnerables y a veces necesitará de tu ayuda.