¡Betty White celebró 90 años como toda una abuelita latina!

Betty White cumplió 90 años y  todo el mundo celebró junto a ella, quien -como era de esperarse- al ser cuestionada sobre cómo celebraría su cumpleaños, le dijo en tono jocoso a People.com que se quedaría en su casa, armando rompecabezas y descansando junto a su perro.

Celebrar nueve décadas de vida es todo un acontecimiento, más aún si se hace como la legendaria actriz: feliz, orgullosa de su edad, sana, con mucho qué hacer y sonreír en la vida todavía. Si bien es cierto que ella nació en Illinios, bien podría haberlo hecho en cualquier ciudad latinoamericana  ¿por qué?, ¡porque parece latina! Sí, todo su entusiasmo, su energía desbordante y la vivacidad eterna que muestra ante las cámaras hacen de Betty White una abuelita latina

Claro que hay sus excepciones y no todas las abuelas latinas son un camión de energía. Pero, la mayoría lo son. Con el tiempo suman a su vida años, experiencias y achaques, pero su vitalidad sigue intacta. ¿Cuántas de ustedes no llegaban a la casa de la abuela a la hora que fuera y ella siempre tenía un plato de comida listo para ofrecer?.  Las abuelas latinas son esas mujeres únicas que nos hicieron correr a punta de chancletazos, nos curaron los dolores de barriga con té, caminaron veinte calles  junto a nosostros para llevarnos a la escuela, nos apañaron más de una travesura y encendieron sus fogones para preparnos unas meriendas que bien podrían haber sido consideradas unas comidas completas. A ésas abuelitas latinas me estoy refiriendo.

Quizás nuestras abuelas no estuvieron bajos las luces de un estudio de televisión, ni la cadena NBC, les rindió homenaje en sus noventa años como a Betty White, pero estoy más que segura que muchos de nosotros encuentran en sus abuelas un ejemplo a seguir y un motivo de inspiración.

Mi abuela fue la primera en abandonar el campo. Era de un pueblito llamado Nirgua, ubicado en el centro-occidente venezolano, que seguramente no aparece en el mapa. Se fue con un bolsito a cuestas y un montón de ilusiones para ayudar a su hermana, postrada en una cama por la tuberculosis, quien al fallecer le dejó a sus niñas (mi mamá y sus hermanas), a quienes crió como si fueran suyas. Mi abuela –porque a pesar de no serlo biológicamente, lo es de alma- no sabía ni leer ni escribir. Cuando mi mamá le dijo que iba a ir a la universidad a estudiar medicina –una total osadía en la Venezuela de los años sesenta- mi abuela no solo la apoyó, sino que le dijo que se hiciera la sorda ante las críticas ajenas. Años más tarde, cuando yo dije que iría a estudiar a Praga, su única pregunta fue si allá podía comprar arepas.

Siempre estuvo como un pilar para todos nostros. Nos decía que aguantáramos de pie, para que el ventarrón no nos encontrara dormidos; es decir, siempre nos animó a enfrentar las situaciones y a “agarrar el toro por los cachos”, nos repetía. En privado, mi abuela era una gran imitadora. Nos hacía reír, hasta cuando se estaba despidiendo de nosotros en el cuarto de aquella clínica caraqueña a los 89 años, tenía un chiste en los labios para alguna de las enfermeras.

Celebrarle el cumpleaños a Betty White, de alguna manera me conecta con el último cumpleaños que estuvimos a punto de celebrarle a mi abuela.

¿Quieres contarnos cómo era tu abuelita?

 Imagen vía NBC