La vida en pareja está sujeta a pruebas que puedes superar con éxito si te pones las pilas. Aunque es una labor de dos, debes cuidar que cada palabra, acción o pensamiento se enfoque en fomentar la felicidad y no en alimentar los miedos y las luchas por el control o el poder. Checa lo que no debes hacer si quieres que tu matrimonio perdure con plenitud y felicidad incluida.
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Imagen vía Corbis
Cuando descuidas los momentos de intimidad
El riesgo de que la rutina consuma es muy elevado y los rituales diarios pueden volverse una costumbre automatizada por lo que con el paso del tiempo el contacto puede desgastarse. Sal con él a cenar, al cine, al teatro, envíense mensajes, en fin, cultiven la sintonía.
Cuando te dejas transformar por la furia
Hay que saber cuándo retirarse de la discusión para no transformarla en una descarga de ira. Si estas furiosa y necesitas desahogarte, evita hacerlo con tu pareja, entiendo lo enojada que puedes estar, sin embargo no confrontes cuando sabes que vas a agredir.
Cuando no respetas su individualidad y quieres tener siempre el control
La personalidad de tu pareja es lo que le da identidad, toma en cuenta que no siempre puede pensar como tú, sentir como tú o hacer las cosas como tú las harías. Identifica cuales son las batallas que vale la pena luchar y en cuales necesitas ser tolerante.
Cuando ahogas sus espacios o permites que ahogue los tuyos
No hagan todo juntos, necesitan espacios personales que les permitan desenvolverse en otros ámbitos y eso requiere de tu confianza y apoyo. Date y dale la oportunidad de crear mundos aparte, esta libertad es necesaria para encontrar la plenitud.
Cuando te dejas influenciar en los asuntos que solo competen a la pareja
Una cosa es pedir sugerencias y otra muy distinta permitir que terceras personas se inmiscuyan en sus decisiones. Permitir la influencia de la familia o de amigos te quita la objetividad necesaria y se convierte en una falta de respeto a tu relación.
Cuando evitas el contacto físico
Los besos, los abrazos, el tomarse de la mano, acariciarse mutuamente el cabello o el rostro, son actos que se van perdiendo con la costumbre. Sin embargo, el contacto físico propicia que el enamoramiento perdure y el romanticismo permanezca.
Cuando pones en riesgo la estabilidad por cometer infidelidad
Entiendo las debilidades humanas, sin embargo cada acción o decisión que atente contra la estabilidad y el compromiso en tu relación, puede tener efectos y consecuencias lamentables. La confianza mutua es lo que construye y cuando se pierde es muy difícil recuperarla.
Cuando sigues y sigues reprochando lo que pasó
Dicen que las mujeres tenemos capacidad de recordar hasta el más mínimo detalle de cualquier situación, el problema es que cuando este recuerdo se usa como arma de reproche para ganar una lucha de poderes, la relación corre el peligro de no evolucionar y madurar.
Cuando no te atreves a decir “lo siento”
Pedir disculpas no es sinónimo de debilidad, así que acepta cuando te equivocas ya que es un indicativo de tu madurez fuera de toda lucha de poder.
Cuando dejas la seducción sólo en sus manos
Cuando la conquista diaria recae en uno de los dos, se pierde el equilibrio necesario entre el dar y recibir. La conquista diaria a través de detalles tanto tiernos como subidos de tono es parte fundamental para que la relación, el romanticismo y el deseo se mantengan vigentes.