La tormenta Isaac me regaló, sin la menor duda, uno de los peores y de los mejores días que he tenido. Uno de esos días en que aprendes a revalorar todo lo que te rodea y recuerdas cuán poca importancia tienen las cosas que nos irritan y nos molestan diariamente y cuánta suerte tenemos de estar vivos y estar junto a la gente que amas.
Después de 48 horas de lluvias incesantes, mi esposo notó que había una gotera en el closet de nuestros niños. Ni corto, ni perezoso, agarro una escalera, una linterna, abrió la puerta al ático que está en mi closet y allá fue con la misión de descubrir por dónde estaba entrando el agua.
Después de eso es que ocurrió lo inconcebible.
Diestro como es en las labores de reparaciones pequeñas del hogar, rápidamente encontró el problema y se dispuso a tomar providencias para que el daño no fuese mayor.
Ahí me gritó: "Tráeme dos bolsas de basura y un envase grande". Con las cosas en mano, me subí yo a la escalera y tras pasárselas me quedé mirándolo. Con horror pude alcanzar a ver como en un instante desapareció de mi vista y escuché tres gritos sofocados. Bajé lo más rápido que pude y lo encontré inmóvil en el piso del clóset de los niños, con la cara cubierta de insulation, el material que se usa para aislar a las casas del clima. No respiraba.
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Yo soy de esas mujeres que ante las crisis me invade una calma extraña y le dije a mi hijo mayor de 9 años: "Busca el teléfono y llama al 911". Al chiquito de 6: "Tráeme una toalla mojada", y me dispuse a sacarle la máscara de más de un dedo de espesor de insulation que tenía en la cara. Primero la nariz. Ahí, dio una especie de bocanada y empezó a temblar. De inmediato recobró el conocimiento. Con la toalla en mano le limpié la cara y mirándole a los ojos le prometí, como uno ve en las series de TV: "Todo va a estar bien".
Mi hijo tenía a la operadora de emergencia en línea, que quería hablar conmigo. Él ya le había explicado lo sucedido y dado la dirección. ¡Estoy tan orgullosa de los dos! Terminé de darle los datos, cuando vi a mis dos niños en acción. El chico le agarraba una mano al papá y le decía que lo amaba. El grande le seguía limpiando la cara con la mayor ternura que he visto en mi vida.
Se necesitaron cinco paramédicos para sacarlo de ese clóset. Mi esposo mide 6 pies (1.85 mts) y pesa casi 200 libras (87 kg). El clóset será de 4 pies por 4 pies. La caída fue de 10 pies, que equivale a más de tres metros. El techo del clóset colapsó cuando él apoyó las manos, así que se fue de cabeza. Los estantes de los lados le impidieron protegerse la cara y el cuello, pero le detuvieron la velocidad de la caída, y sin duda le salvaron la vida.
Después de pasar 10 horas en el salón de emergencias y de ser sometido a 12 exámenes de diagnósticos diferentes, radiografías, cat scans, MRI, pruebas neurológicas, etc., se determinó, para asombro de todos, que no se había roto ni un hueso. El material de insulation le había bloqueado las fosas nasales, por eso no respiraba, pero la rápida acción de la familia impidió que fuese una tragedia.
Si no hubiese estado con mis hijos, que aunque son pequeños respondieron con gran entereza y valentía, quizá yo habría llamado primero a la ambulancia, en vez de sacarle el material de la cara. Él mismo me contó que había visto un flash y la peliculita de su vida pasarle por los ojos. No quiero ni pensar.
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Los médicos dicen también que un factor fundamental fue el hecho de que mi esposo es un atleta. El es tenista profesional. Me aseguran que otro con músculos menos fuertes habría quedado en pedazos. Mientras escribo esto, él está durmiendo. Anoche tuvo muchas pesadillas. Tiene la cara peor que Rocky, el cuello desgarrado y no se puede levantar sin ayuda y un gran esfuerzo. Pero yo lo veo más guapo que nunca.
Aun nos quedan muchas cosas por aprender de esta experiencia, pero sé que es una nueva oportunidad para apreciar la vida, y el amor que nos mantiene juntos y que nos hace feliz como familia. Sé que los huracanes han afectado irreversiblemente la vida de muchas mamás latinas y estoy mandando toda la energía que puedo a las familias de Nueva Orleáns, que son las próximas que se enfrentarán a Isaac. Ojalá que tengan suerte como nosotros.
¿Alguna vez has tenido una experiencia como ésta? ¿Cómo lidiaste con lo sucedido?
Imagen via Alicia Civita