5 Trucos básicos para aplicar el rubor

Parece algo simple, pero aplicar el rubor o colorete tiene su truco. Y es que, contrario a lo que muchas piensan, la función del colorete va más allá de echarte pintura por todos lados. ¡Ya verás a lo que me refiero!

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Atrás quedaron los días donde el colorete iba de esquina a esquina en los pómulos. En la actualidad, el rubor se utiliza para darle un toque de lozanía al cutis, trabajando conjuntamente con otros productos como el bronceador o el iluminador. Digamos que cuando se combinan, son el dúo dinámico que pueden perfilar, resaltar y disimular las imperfecciones en cuestión de segundos. La regla principal es simple: sin importar la estación del año, apégate a un tono que vaya con tu piel. Cuando se trata de blushes, menos es siempre más. ¡Qué sea tu regla número uno!

Para evitar contratiempos, te presentamos esta fácil guía que te ayudará a aplicar el rubor ¡como toda una profesional!

Escoge el color correcto y jamás lo cambies. Aunque te vendan la idea de que un rubor es perfecto para el verano y otro para invierno, yo te aconsejo que no te arriesgues con las tendencias. Las pieles oscuras pueden optar por tonos ciruelas o vinos; las más blancas, los colores rosas y a las pieles olivas le sienta bien el naranja. ¿Dudas? ¡Apuesta por los duraznos!

Texturas. No te límites al típico polvo compacto. De hecho, me atrevo a decir que el colorete en crema o gel le está ganando la batalla a sus competidores. Si tu piel es seca o vives en lugares fríos, aplica productos en crema que, además de humectar, se mantienen intactos por horas. Las versiones en polvo son recomendables para las pieles más grasas o en zonas calurosas.

El lugar ideal. Un maquillista me dijo hace algún tiempo que el rubor siempre debe ir en las manzanas de las mejillas. No en los pómulos, no en la quijada. Yo voy más allá de su regla y aplico un poquitico a lo largo de mi nariz, pero eso es todo. Su técnica es bastante sencilla: sonríe frente al espejo y esparce unas palmaditas en el centro de los cachetes.

¿Dedos o brochas? A simple vista pareciera que la brocha es la alternativa correcta. Pero lo siento, ¡no es así! Bien sea en crema o en polvo, el rubor se aplica más fácil con los dedos. Eso sí, dando ligeros toquecitos y asegurándote de "construir" el color poco a poco. Verás que te da un acabado más natural.

Difumina y conquista. ¿Se te pasó la mano? Tranquila. Con un pedacito de papel higiénico, tissue o una bolita de algodón, retira el exceso como si estuvieras absorbiendo la grasa. ¡No lo restriegues como loca! Si tomas tu tiempo, podrás ser capaz de definir y esparcir el color como por arte de magia.

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