Una paciente muy angustiada me dijo: "¡No puedo creer cuando mi madre, mi suegra y mis amigas, me dicen que mi hijo se porta increíblemente bien cuando yo no estoy presente! A veces me siento mal conmigo misma y no sé en qué me equivoco. Me describen a otra personita totalmente diferente y me cuesta trabajo entender por qué conmigo llora tanto, hace berrinches terribles, no se quiere ir a dormir y…." No te angusties, fue lo que le dije. Y si tú que me lees estás en una situación parecida, te digo que es completamente normal y acá te explico por qué.
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No es que tus pequeños tengan doble personalidad ni nada por el estilo; es simplemente que ellos están aprendiendo de su entorno y empiezan a desarrollar sus propios hábitos. No te sientas mal porque se porten mal contigo y bien con los demás y mucho menos cuestiones tu labor de madre; eso no tiene nada que ver.
Tu hijo está aprendiendo a moldear su conducta, y si tú te sientes culpable al ver que su actitud es rebelde contigo a diferencia de cuando está con otras personas, podrías caer en la sobrecompensación y hasta volverte permisiva con tal de que sea igual contigo. Eso sería un terrible error. Aquí te hablo sobre algunas de las razones por las cuales tus hijos se portan mal contigo y no con los demás.
Porque ya estás predispuesta a su mala conducta e incluso se ha convertido en un círculo vicioso.
Si sólo te enfocas en lo que no hace bien y le das poca importancia a las conductas positivas, seguro estás dando poco reconocimiento al comportamiento esperado y haces demasiado ruido con el contrario. Eso genera que busque llamar tu atención con malas conductas.
Es su manera de pedirte que no te vayas o que no te distancies emocionalmente y que le prestes más atención.
Aunque tenga una conducta apropiada con otros —con la abuela, la niñera o las maestras— no quiere decir que no te quiera. Es probable que te sienta distante y quizá el mal comportamiento sea una conducta revanchista donde te muestra lo inseguro que está por tu ausencia.
Está comunicándote sus emociones y su mal comportamiento es la forma más efectiva de lograrlo.
Tu pequeño comunica sus emociones y deseos a través de conductas. Si está aburrido, triste o enojado, te lo dirá con una conducta inapropiada. Sabe que así lo voltearás a ver. Mejor dile: "sé que estás aburrido, yo también lo estoy, juguemos a algo mientras estamos aquí esperando".
Podrían estar notando tu estrés e incluso pueden percibir tus preocupaciones.
Si las actividades del día te sobrepasan, respira profundo antes de encontrarte con tu pequeño. Tu estrés puede cambiar tu actitud y aunque finjas que todo está bien, podrías provocarle angustia porque te percibe diferente y entonces se sincroniza con tu malestar.
Saben cuánto los amas y por lo tanto saben que contigo pueden mostrar su verdadero yo.
Tus pequeños saben que contigo puede ser ellos mismos e incluso saben que, aunque te enojes con ellos, después las cosas volverán a la normalidad. Contigo muestran sus emociones genuinas porque confían en ti y tienen un fuerte vínculo.
Están aprendiendo y midiendo hasta dónde eres condescendiente con los límites.
Su mal comportamiento es una forma de ponerte a prueba. Buscan medir las consecuencias de sus acciones y a veces se portarán muy mal para saber cómo actuarás después de su mala conducta. Por ello siempre debes poner los límites pertinentes a su conducta y edad.
Porque no tienen una rutina establecida con otras personas y muestran su lado divertido.
Con otros, el encuentro es reducido y ambas partes muestran su lado amable para llevar una buena convivencia. Es natural que busquen disfrutar la compañía.
Porque desconocen los efectos que su mala conducta podrían provocar en otras personas y son más obedientes.
Al no tener un lazo tan fuerte con otros como el que tienen contigo y por desconocer cuál será la reacción de otros ante su conducta, prefieren seguir instrucciones para no meterse en problemas mostrandose muy obedientes y cooperadores.
Porque le gusta que los otros le reconozcan su buen comportamiento y por lo tanto se sienten muy admirados.
La sensación que les provoca que otros le reconozcan, es un estimulante de la buena conducta. Saben que pueden llamar su atención de esa forma y entonces incrementan sus conductas apropiadas para aumentar la aceptación y pertenencia.