La Navidad siempre me ha parecido una época muy linda y familiar, de mucho calor de hogar y de mucho brillo, de mucha armonía y de mucha luz. De hecho cuando mis hijos eran pequeños esperaban con mucho entusiasmo esta época, pero conforme pasa el tiempo pareciera ser que ya no les causa la misma emoción y a veces me siento triste por eso. Trato de entender su etapa adolescente, aunque por otro lado pienso en que la magia de la Navidad puede disfrutarse en todos los momentos de la vida, así que tenía de frente el gran reto de lograr su interés genuino para llenar de navidad nuestra casa y en esta nueva edición de Mamás Sin Filtros, te cuento cómo lo logré.
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Que difícil es aceptar que tus hijos han crecido y que ya no viven la llegada de la Navidad como lo hacían de niños. Sin embargo, eso no significa que no puedan sentir que el espíritu navideño de una forma distinta, solo hay que encontrar el camino. Cuando me di cuenta de que mis hijos tenían una actitud muy apática para esta temporada, pensé en hacer algo diferente para reconectarlos con la Navidad y en este episodio te comparto las ideas que se me ocurrieron.
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Visitamos un bosque de pinos navideños.
Sentí que era un momento en que requerían conectarse con la esencia de esta época, convivir un poco con el aroma a pino navideño, a bosque, llenarnos de invierno natural y enganchar el espíritu de navidad desde los sentidos y el contacto con la naturaleza en vivo.
Su actitud cambió al estar en el bosque de pinos.
Recorrimos el bosque, caminamos y contemplamos la belleza del invierno en vivo, nos sentamos al pie de algunos pinos, meditamos un poco para entrar en comunión con la sensación de invierno y llenarnos de verde, además, mis hijos comenzaron a idear planes para decorar el pino, fue algo que de inmediato los llenó de una nueva motivación.
Al llegar a casa pusimos manos a la obra.
Mi intención es que se involucren de manera voluntaria y colaborativa, para nada me hubiera gustado que se sintieran obligados, eso hubiera provocado una mala memoria del momento y yo quería que fuera todo lo contrario, que lo siguieran viviendo como un momento de armonía, ilusión y unión familiar.
Surgió la creatividad de todos.
Fue muy satisfactorio darme cuenta de que mis hijos se sintieron muy cómodos aportando sus opiniones y sobretodo se sintieron tomados en cuenta, cada uno se encargó de decisiones pertinentes a la decoración de la casa, daban sus puntos de vista con seguridad y autoconfianza además de que tuvieron un momento de planeación y organización que les permitía negociar sus ideas respetando el punto de vista de todos.
Se cumplió el objetivo de fortalecer el lazo familiar.
Todos participamos y al mismo tiempo todos convivimos en un momento de unión, de conversación y haciendo planes para cada festividad decembrina. Platicamos del intercambio de regalos, hablamos de lo que queremos preparar para la cena y reímos mucho con recuerdos lindos y agradables de navidades pasadas.
Todo resultó de maravilla y quedó lindísimo.
Me di cuenta que decorar juntos fortalece nuestros lazos siempre y cuando ellos sientan que cada año hacemos algo diferente, no caer en rutinas, también se sintieron parte importante al tomar decisiones y sentir que sus opiniones son tomadas en cuenta, hicimos un trabajo en equipo de colaboración y no sintiéndolo forzado y estuvimos juntos como hace mucho no lo estábamos por eso sé que esta será una navidad linda y diferente.
Karina Suárez Fernández es psicóloga clínica, psicoterapeuta y mamá de dos adolescentes.