El amor de mamá tiene muchos matices, entre ellos el lado bonito de los suspiros por ver dormir a nuestros hijos, del entusiasmo que inunda nuestro corazón cuando hacen algo por primera vez y también esa constante necesidad de que siempre estén bien. Es aquí cuando la línea entre el hacer lo mejor que podemos y exigirnos perfección es muy delgada. El camino de la maternidad esta lleno de aprendizajes, pero pueden ser sustentados en el miedo de que no lo estamos haciendo bien. Es entonces cuando puede invadir el sentimiento de culpa y convertirse en un fantasma que nos persiguen todo el tiempo. Para que esto no te suceda y evites la culpa, te invitamos a que sigas leyendo esta nota.
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La crianza -sobre todo para las madres primerizas- suele ser todo un reto lleno de descubrimientos y de primeras veces. Vivir la incertidumbre del camino a la par el desarrollo de nuestros hijos, también representa los primeros pasos que vamos experimentando como madres. Querer hacer las cosas a la perfección solo aumentaría tu ansiedad y te llenaría de tensión. Lo mejor es tener paciencia en el recorrido y confiar en tu intuición y seguro que con estos consejos podrás lograrlo, así que pon atención.
Ahora puedes escuchar el contenido de MamásLatinas donde quiera que estés, a través de nuestro podcast Mamá Dice. Cada episodio contiene tips prácticos enfocados en la crianza positiva y saludable. Escúchanos en tu plataforma de podcast favorita.
Sé realista, no puedes abarcarlo todo.
Cuando te enfrentas por primera vez a los retos de la maternidad debes estar dispuesta a las pequeñas renuncias y comprender que la casa no estará tan limpia como solía estarlo, que tu concentración no será la misma y que quizá no tendrás la misma agilidad para resolver asuntos de tu trabajo porque estarás un poco desconectada. Esto es natural, no te abrumes, se comprensiva contigo misma, estás integrando algo nuevo en tu vida que requiere de toda tu energía y concentración, así que deja de querer cumplir con todo a la perfección porque lo único que lograrás es colapsar en el estrés.
Evita saturarte de información sobre la maternidad.
Si bien es cierto que leer libros para ser mejores, escuchar podcast o conferencias para saber los consejos de los expertos en parentalidad o inscribirte a las páginas web que te dan los tips básicos de maternidad puede ofrecerte seguridad en el camino, también es cierto que resulta un riesgo que puede llevarte a desarrollar sentimientos de culpa innecesarios cuando cruzas la línea y caes en la obsesión por querer hacer todo aquello que te dicen “los que más saben”. Olvídate de eso, la que más sabe siempre serás tú porque tu convives con tu hijo todos los días. En la maternidad no hay recetas e instrucciones específicas, cada niño es diferente y por lo tanto sus necesidades también. Toma todo conocimiento como una base, pero jamás como la absoluta verdad.
Convierte en un lema personal la frase: “Hago lo mejor que puedo”.
Cuando tengas remordimientos porque sientes que ese día hiciste las cosas mal, necesitas entenderte y comprenderte más allá de juzgarte todo el tiempo. Piensa en que quizá estuviste muy intolerante porque te sentiste abrumada por las responsabilidades o que estuviste distraída y no te despediste con el acostumbrado beso porque necesitabas resolver algo en casa o en el trabajo y tu mente estaba en otro lado. Deja de pensar que estas acciones lo van a marcar para toda su vida. A veces te equivocarás, olvidarás cosas importantes y no por eso eres la peor mamá del mundo.
No conviertas la crianza en un deporte de competencia.
Durante el camino de la crianza debes recordarte todo el tiempo que no estás en una competencia con nada ni con nadie. Todos los niños tienen un proceso individual de desarrollo, tienen una personalidad que va definiendo sus gustos e intereses y tienen talentos que descubrirán si los aceptas tal como son. Para que evites cualquier duda sobre tu labor como mamá deja de compararte con ellas, pero, sobre todo, no compares a tus hijos con otros niños porque estarías presionándote y presionándolos para que alcancen metas desde referentes que no tienen que ver con su verdadero yo.
Reconoce que tus necesidades también son importantes.
Esta idea tan arraigada de la maternidad exaltada como sacrificio y entrega total ha hecho mucho daño a varias generaciones de madres a lo largo del tiempo. Es una idea que anula totalmente tus necesidades. Una madre también necesita dormir, descansar, divertirse, una amistad y recuperar su individualidad. La maternidad no es todo en la vida de una mujer y debes estar convencida de que cuando validas tus necesidades, al mismo tiempo estás construyendo una relación más sana y genuina con tus hijos porque reconoces cuando requieres ayuda o una pausa para reconectar. No está mal pedir o hacer un tiempo fuera cuando es posible.
Deja de creer que todo error causa traumas en ellos.
Es cierto, la información es poder y nos da conocimientos y un norte en la vida, pero no está ahí para que pongas la lupa en todo lo que 'no haces'. La crianza no es un examen, la crianza es intuición y fluidez con la vida compartida entre madre e hijo. Deja de evaluarte a través de los traumas que consideras que les puedes provocar, sé tú misma y utiliza la información a tu favor, no en tu contra. Cuando observas con tanto detalle las acciones que tienes, corres el riesgo de caer en una relación o vínculo fabricado, acartonado y fuera de toda autenticidad. Como te lo dije antes, la crianza no tiene un instructivo y depende de la personalidad de mamá e hijos.
Olvídate del qué dirán.
Esto es uno de los fundamentos de la culpa materna. Lamentablemente vivimos en una sociedad donde la crítica parece uno de los deportes favoritos. Juzgar las acciones de otras mamás es un mal hábito. Si te preocupa lo que las demás madres puedan pensar de ti, si sientes que estás bajo los reflectores o quieres que te den la medalla de soy la mejor, estás transitando por el camino equivocado. Concéntrate en ti, tus hijos y tu familia. Respeta los ritmos, gustos y personalidades de tus hijos y deja competir.
Concéntrate en resolver, no en buscar culpables.
Durante mi recorrido como mamá he tenido que aceptar y sobre todo asumir que el crecimiento de mis hijos implica cambios que a veces convierten todo en un caos. Sin embargo, lo que me ha funcionado y también recomiendo es guardar la calma y reconocer que todo cambio conlleva a adaptaciones a lo nuevo. A veces, cuando creo que canté victoria y domino el terreno, me encuentro con nuevos retos. Cuando las cosas no funcionan y comienzo a sentir que es mi culpa, me relajo y en lugar de castigarme con reproches busco soluciones.
Eres responsable de formar valores en tus hijos, no de sus decisiones de vida.
Las madres y padres tenemos una gran responsabilidad en la educación de nuestros hijos, sin embargo, ellos nacen con un temperamento y el carácter lo van formando con todo aquello que van aprendiendo del entorno. Cuando tus hijos están tomando decisiones equivocadas, debes estar ahí para orientarlos y guiarlos adecuadamente. Sin embargo, cuando crecen y deciden su camino, esto depende de ellos. Así que, si el camino que eligen se sale de los valores que tú les enseñaste, no debes culparte por ello. Recuerda que tu hiciste y seguirás haciendo lo mejor que puedes. No todo su futuro está en tus manos, ellos también serán responsables de ello y del uso de su libertad.
Márcales límites a tus hijos cuando estés en calma.
El problema con los límites no son las fronteras que les marcas, de hecho, esto es muy necesario para que se sientan en un terreno seguro y formen su carácter. Ellos deben saber que no pueden hacer lo que quieren, que hay normas que cumplir e instrucciones que seguir para convivir en sociedad. Sin embargo, el tema de los límites se convierte en conflicto cuando tu temperamento explosivo es el que habla por ti. Después te arrepientes, llega el remordimiento y los confundes cuando quieres compensarlos con cosas materiales debido al arrepentimiento. Ahí estarías dándoles un doble mensaje ya que podrían pensar que cuando se portan mal recibirán un premio.
Disfruta cada momento con tus hijos como si fuera único.
Existen un sinnúmero de razones por las cuales puedes sentirte culpable y con remordimientos. Lo peor es que puedes pasar todo el día pensando en ello. Hay experiencias que no se van a repetir y de las que te pierdes por estar en este tipo de reflexión. Pensar todo el tiempo en no cometer errores es lo que más daño nos puede hacer como madres y puede impactar en tus hijos porque te saca del presente, te desconecta del momento y se te puede ir la oportunidad de los momentos valiosos para disfrutar y fluir, sólo por estar pensando en cómo no equivocarte.
Pon tu mente en el lugar en el que tiene que estar.
Muchas veces en la consulta me encuentro con mamás que cuando están en el trabajo piensan en sus hijos y no se conectan con las labores que tienen que realizar. Cometen un sinfín de errores. Por otro lado, cuando están con sus hijos piensan todo el tiempo en lo que dejaron pendiente en el trabajo y por lo tanto no están enfocadas en el tiempo que están compartiendo con sus pequeños. Aprende a dominar tu mente y acomoda cada cosa en su lugar. El problema es que cuando tus pensamientos están fuera de la órbita no estás verdaderamente presente ni en un lugar ni en otro y esto es muy agotador.
Aprende a decir “lo siento” cuando te equivocas y dale vuelta a la página.
Para sentirte tranquila y liberarte de todo remordimiento, sé humilde y reconoce frente a tus hijos tus equivocaciones pidiendo una disculpa. Esto no te coloca en una posición de vulnerabilidad o indefensión ante ellos. Al contrario, les estás enseñando la práctica de la humildad con el ejemplo. Además, lo importante después de pedir una disculpa es que ellos y tú reconozcan cómo contribuyeron a que la discusión creciera para que así puedan hacer un compromiso basado en: ¿Qué haremos todos la próxima vez para que esto no se convierta en un gran problema?
Ten una lista de frases liberadoras.
Además de la frase que te sugerí antes de: 'Hago lo mejor que puedo' también necesitas refuerzos por lo que hay otras frases que puedes llevar escritas o en tus notas de voz en el móvil y que pueden ser un ancla que te ayude a regresar a ti y te liberen de remordimientos. Frases que comienzan con: También tengo derecho a… o también puedo… porque, pueden ser completadas con lo que necesites reafirmarte y recordarte para darte alivio y tranquilidad. De esta forma te ayudas a ti misma a recordarte que no vas a ser la madre perfecta.
Recuerda que tú eres mamá de tus hijos, no eres su amiga.
Muchas veces en el afán de ser una mamá comprensiva y deshacerte de los remordimientos, buscas compensar siendo demasiado permisiva o muy complaciente con ellos. Sin embargo, no debes olvidar que una de tus funciones como mamá se basan en los límites y la disciplina. Una cosa es que seas flexible y otra que no les marques fronteras por miedo a que te vean como una mala madre. Necesitas reafirmar y tener claridad en que puedes ser amigable con ellos, pero no puedes ser su amiga porque eres su mamá.
*Karina Suárez Fernández es psicóloga clínica, psicoterapeuta y mamá de dos adolescentes. *
Escucha estos consejos para liberarte de la culpa de mamá en nuestro podcast 'Mamá Dice'.
Mamá Dice es el podcast de consejitos de maternidad de MamásLatinas. Escúchanos de lunes a viernes en tu plataforma de podcasts favorita. Son cortos y se adaptan al estilo de vida de cualquier mamá.