Mattel y Hasbro, los fabricantes de juguetes, están muertos del miedo en cuanto sus futuros, pues últimamente una tendencia en regalos les ha resultado sumamente preocupante: Los padres les están regalando a sus hijos -bebés de hasta 3 añitos de edad-juguetes tecnológicos como iPads o Kindles en vez de los muñecos clásicos por los que nosotros nos desvivíamos cuando éramos niños.
Es más, un ejecutivo de una compañía financiera de Wall Street declaró a un periódico de finanzas: "Las dos empresas de juguetes más grandes, Mattel y Hasbro están aterrorizadas."
De niña, yo me moría por las muñecas Cabbage Patch o la Barbie más nueva, y mi esposo por sus G.I. Joes. Hoy, aunque hay una gran cantidad de juguetes diferentes, me pregunto, ¿un bebé de 3 añitos necesitará un iPad u otra tableta, que pueden llegar a costar mucho más de $100 (o en el caso del iPad ¡hasta más de $400!)? ¿Vale la pena darles estos costosos regalos a bebés?
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Esta Navidad fue la primera de mi hijito, Sebastian. Aunque estábamos muy emocionados, mi esposo y yo no nos volvimos locos comprándole juguetes o ropa el niño. En primer lugar, sabíamos que nuestras familias le darían suficiente de todo eso, y en segundo, Sebas apenas va a cumplir 8 meses, demasiado pequeño para entender lo que significa la Navidad y sus regalos. Eso vendrá con el tiempo, lo sé, pero por ahora nos enfocamos en "regalarle" otras cosas, ¡como pañales y fórmula!
Una de sus abuelas le regaló un laptop infantil de Leapfrog. Esta computadora será perfecta para cuando el niño esté aprendiendo las letras y los números, pero por ahora, lo único que hizo Sebas fue mirarla y agarrarse a morder una de las esquinas. Estoy segura de que esta no es la mejor manera de usar esta herramienta tan práctica… Aunque un bebé de 3 años bien pueda navegar un iPad mejor que yo, no creo que yo le compraría algo tan extravagante a mi niño cuando él llegue a esa edad. Por un lado, no queremos gastar tanto dinero en un juguete que seguramente él destruirá en medio día. Pero por otro, la verdad, yo quiero que mi hijo disfrute con juguetes "de verdad", en otras palabras, con juguetes como los que su papá y yo usábamos cuando éramos niños. No quiero que él se vuelva adicto a los video juegos, y espero poder ayudarlo a desarrollar una imaginación saludable. Yo sé, soy un poco chapada a la antigua, como dicen en mi país, pero a mí me parece que no hay nada más divertido que jugar con una pelota de verdad, no una virtual creada por un Wii.
Espero que más padres hagan lo mismo con sus hijos, y no por las ganancias perdidas de Mattel o Hasbro (que por cierto deberían pensar en maneras creativas de aprovechar que los niños de hoy en día disfrutan más de la tecnología o hasta lanzar una campaña publicitaria declarando los beneficios de los juguetes clásicos en la imaginación de los niños), pero porque ¡estoy segura de que puede beneficiar grandemente nuestras generaciones futuras!
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