Dicen que a los cuarenta comienza la vida. ¿Tu qué piensas? Yo que estoy comenzando mi trayecto en el tan sonado cuarto piso y puedo decirte que me siento revolucionada interiormente. Lo estoy viviendo como una etapa que me confronta con el paso del tiempo manifestado por supuesto en los cambios en mi cuerpo sobre todo en esas pequeñas arrugas que ya no ceden ante las cremas milagrosas y en esos kilitos de más que mi metabolismo se esmera en conservar. Sin embargo, también me confronta con la madurez alcanzada, con la experiencia que estoy disfrutando de sobre manera y con el sentido que ahora le doy a mi vida. Y es que lo importante ante esta etapa y la forma en cómo la vives, es el resultado de aquello en lo que eliges enfocarte. Si vives consciente de todos los regalos que te traen los cuarenta, seguro que dejarás de preocuparte por la edad y sus estragos, por lo que te conectarás mucho más con los nuevos motivos que la vida te da y que ahora van mucho más allá de la apariencia y de la juventud de quinceañera.
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Crisis para mi significa crecer y aunque muchos expertos de la salud, consideran que a los cuarenta comienza aquello que llaman crisis de la mitad de la vida, es una oportunidad para replantearte un renacimiento de conciencia y de enfoque ante la vida. Una renovación que te permita reencausar tus metas y objetivos. Esta transición que te redefine y te reinventa.
Notarás que los regalos vienen ocultos en la experiencia y por lo tanto en la capacidad para ver y vivir la vida de otras maneras. Es por ello, que antes de sentirte sumida en la "crisis de los cuarenta", hazte estas preguntas y descubre lo que hay oculto detrás del paso de estas cuatro décadas.
¿He logrado el nivel de humildad que me permita aprender de mis errores?
Es la mejor prueba de madurez porque te ayuda a derribar las barreras del ego. El paso del tiempo nos enseña lo que dice dicho: “Prefiero ser feliz que tener la razón”. Esto significa que hemos comprendido que la vida no es una lucha de poderes, de ganadores o perdedores, simplemente es y está para vivirla disfrutando siendo quién eres.
¿He logrado llegar al punto en el que puedo reírme de mí misma?
Los expertos en la conducta dicen que esto es el pilar de la resiliencia y yo estoy a favor. Cuando vives sin el afán de aparentar ser quien no eres no te es difícil reírte de tus equivocaciones o de tus malos momentos, incluso de tus defectos. Esto te ayuda a sobreponerte fácilmente a las dificultades de la vida.
¿He logrado hacer las paces con el pasado?
Necesitas aceptar lo que sucedió en tu historia y agradecerte a ti misma la evolución que ha traído a tu vida. Quizá sea un pasado doloroso o molesto. Sin embargo, el aceptar que ha sido fundamental para tu transformación interior, es lo que te ayudará a verlo desde otro enfoque. Abraza tu pasado ya que gracias a el has recorrido el camino que te ha convertido (para bien) en quién eres hoy.
¿Qué es aquello que aún no me he perdonado?
Si respondes a esta pregunta desde un: “Ya me he perdonado todo”, te felicito, vas por buen camino. Sin embargo, si aún te encuentras enojada contigo misma por algunas decisiones que has tomado en el trayecto, suéltalo. Aprende a vivirlo como un aprendizaje que ha sumado a tu crecimiento. No te llenes de rencores.
¿He dejado de juzgar a otros para así atreverme a encarar mi propia vida?
Dificilísimo, ¿verdad? Esta es una de las preguntas más confrontativas que puedes hacerte en medio de esta etapa. Y es que, si sigues empeñada en señalar en el otro aquello que a veces te impides ver en ti misma, puedes pasar la vida entera concentrada en otros menos en ti misma. Deja que los demás vivan su vida como quieran.
¿Qué es lo que espero de mí misma?
Es una etapa de la vida donde ya debimos haber aprendido que no podemos colocar expectativas afuera, que no es sano esperar nada que no esté en nuestras manos hacer por nosotras mismas. No es mi pareja, no son mis hijos, no son “los otros” los responsables de mi felicidad. Soy yo misma y las expectativas que coloque en mí, las que me harán encontrar mi propio equilibrio.
¿Cuáles son mis objetivos a partir de ahora?
En la vida siempre tenemos metas. Sin embargo, casi siempre están regidas por la etapa que vivimos. A los cuarenta, tienes juventud con madurez, cierta calidad de vida, cierta experiencia para tomar mejores decisiones, mucha más independencia y ya no tienes esa ingenuidad que te hizo tropezar muchas veces. Desde aquí es donde debes replantear tus objetivos.
¿Cuántas veces me quejo y cuántas veces agradezco al día?
La gratitud es la madre de la abundancia. La queja solo intoxica tu visión y hace que permanezcas sumida en la amargura. Todo en la vida tiene un lado luminoso y un lado oscuro. Tu decides cuál quieres enfocar. Es un momento de tu vida donde puedes encontrar la claridad agradeciendo lo que “sí tienes” en lugar de quejarte por aquello que no tienes.
¿Cuáles son los miedos que estoy dispuesta a enfrentar?
Dicen por ahí que a los cuarenta ya no te cueces al primer hervor, y los miedos que antes eran aterradores, hoy pueden ser distintos. Si te detienes un instante a analizar cuáles son los temores que han paralizado tus proyectos, tus metas o tus sueños, podrás notar que hoy en día tienes todas las herramientas emocionales para vencerlos y arriesgarte a perseguir tus sueños.
¿Cómo quiero vivir el amor?
Soy muy insistente cuando te digo que lo primero es el amor propio y sabes que de ahí parte todo lo demás. Es una etapa de tu vida donde debes fortalecer los lazos contigo misma y así ver y vivir el amor hacia tu pareja como un amor maduro, un amor sano en el que el encuentro sea de crecimiento mutuo.
¿Qué es lo que quiero hacer todos los días por mí y para mí?
Es momento de poner en marcha los proyectos que alguna vez dejaste en pausa. También es un ciclo lleno de oportunidades para reinventarte, para probar un nuevo look o para probar nuevos hobbies que le den un giro a tu vida. Hacer algo por ti y para ti representa el mayor acto de amor propio y todos los días puedes impulsarte con pensamientos positivos para cumplir lo que te propongas.
¿Qué me toca hacer para vivir feliz todos los días?
No me confundas, felicidad no necesariamente es sinónimo de estar sonriente todo el tiempo. Yo te hablo de la felicidad compuesta de las tristezas y las alegrías, esa felicidad que se basa en sentir en lo más profundo de tu interior que, pase lo que pase todo va a estar bien porque te dejas guiar por tu sabiduría interior.
¿He logrado ser dueña de mí misma?
Si ya lo lograste, has entrado en el camino de ser tú misma, has aprendido a escucharte, a respetarte y por lo tanto a pedir respeto para ti también. Confías en ti y no buscas aprobación, te sientes entera, vital y capaz de seguir aprendiendo aun con todo y los riesgos de equivocarte porque sabes que eres dueña de tus acciones, pensamientos y emociones.