El tema de la crianza de hijos felices es tan interesante y amplio, que siempre nos lleva al mismo punto: "todas nosotras como madres vamos a buscar lo mejor para ellos". Hay muchos caminos para impulsarlos a transitar este trayecto de la felicidad. Algunas costumbres que practicamos las familias latinas son una de las mejores herramientas que ayudan de manera indirecta a que nuestros hijos se sientan seguros, amados, protegidos, aceptados, pertenecientes y con una clara identidad.
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¿Cómo enseñar a nuestros hijos a ver el vaso medio lleno y no medio vacío? ¿Cómo lograr que nuestros hijos sean optimistas y solidarios aún en medio de los desafíos? ¿Cómo generar en ellos la esperanza y la empatía que los lleve a construir un mundo mejor? Pues, muchas de nuestras costumbres latinas que representan unión, vínculo, amor y protección, son un gran soporte. Además, pueden crear ciertas bases para que lo puedan lograr. Por ello aquí te comparto cómo puedes lograr que tus hijos sean felices apoyándote en nuestras costumbres latinas.
Escucha este episodio de nuestro pódcast Mamá Dice sobre algunas costumbres latinas que fomentan la felicidad en nuestros niños:
La abuelita y tías apoyando a mamá al cuidado del nuevo bebé de la familia.
Esto es sumamente importante en nuestra cultura porque tiene un significado de unión y apoyo incondicional entre mujeres. De hecho, está comprobado que muchas veces las madres que recién dan a luz no experimentan depresión postparto gracias a la ayuda que reciben de sus madres y hermanas para cuidarla y atender al bebé. Esto le permite a mamá crear un vínculo sano con su recién nacido ya que siente la tranquilidad y el respaldo de los suyos. Además, siente la tranquilidad suficiente y la guía de su madre para crear un apego seguro con su bebé, algo que es indispensable para el desarrollo de todo crío.
Los abrazos, apapachos y palabras de cariño.
Nuestra cultura propicia el acercamiento, muestras de cariño, formas de protección y cobijo basados en el contacto. Para nosotros como latinos los abrazos son muy importantes, conforman un lenguaje desde la comunicación no verbal que llena a nuestros hijos de sensaciones de protección y cobijo. Esto ayuda a que desarrollen seguridad y autoconfianza además de que en el plano científico está comprobadísimo que el contacto físico amoroso propicia la secreción de oxitocina que es la hormona del amor y del apego. Incluso, hay algo que hoy en día se conoce como la ciencia de los abrazos que afirma que los niños se vuelven más inteligentes, los ayuda a crecer y los mantiene sanos con los abrazos.
Las comidas familiares donde la abuela cocina ricos platillos a sus nietos.
La cocina como tradición latina tiene una particularidad muy importante, son platillos que la abuela prepara con un toque de amor en especial para sus nietos. Es una forma de expresarles lo mucho que los ama consintiéndolos con su comida favorita. La abuelita se encarga de que sus nietos se sientan especiales y de esa forma esta alimentándolos emocionalmente también. Los niños saben que cuando están con la abuela tienen los permisos que probablemente no tendrán con mamá, así que esto los lleva a sentirse en un espacio único donde pueden ser ellos mismos y al mismo tiempo experimentar un nivel distinto de confianza.
Los buenos modales.
Las madres y las abuelas son muy insistentes con los niños en que además de portarse bien cuando visitan otras casas, también deben tener buenos modales como saludar, decir por favor y gracias. Igualmente deben ayudar a sus amigos a limpiar el espacio en el que todos jugaron, por ejemplo. Estos detalles hacen de la convivencia un ritual de simbolismos que representan la reciprocidad y la gratitud, que es parte fundamental de la felicidad.
Las excursiones familiares.
Los latinos le damos un gran peso a la familia extendida y tanto tías como abuelitas y primas son una red de convivencia y diversión sana. Planear vacaciones o excursiones con ellas beneficia los lazos familiares al igual que ayuda a los pequeños a despejarse haciendo actividades recreativas. Además, son momentos que se plasman en fotografías que serán inolvidables cuando recuerden su infancia.
Los tradicionales juegos de mesa.
En México existen muchos juegos típicos que pueden propiciar un círculo de alegría familiar cuando deciden enseñarle a los niños las tradiciones a través de ellos. Además de ser un momento de diversión y competencia, todos tienen un momento de convivencia, risas y alegría. Están enseñando aquello con lo que padres y abuelos crecieron. Esto es una forma de preservar el orgullo de ser mexicano. Con cada país sucede lo mismo, es decir que si fomentas la tradición a través del juego es más probable que los niños experimenten la pertenencia necesaria para crecer con identidad, algo indispensable para su felicidad.
Ser muy cálidos y atentos cuando hay visitas.
Cuando un niño observa que alguien visita la casa y la abuela o mamá siempre tienen algo que ofrecer de beber o de comer, están aprendiendo a ser cordiales, pero principalmente a compartir. Van creando en sí mismos la idea de que dar un poco de lo que tienen es parte de ofrecer a los demás un poco de sí mismos. No importa si es agua o alimento, en realidad el simbolismo de este tipo de atenciones tiene que ver con la importancia de tomar en cuenta al otro, de brindarle un espacio que lo haga sentir bien. Esos son valores que se siembran con pequeñas costumbres como esta y que con el paso del tiempo se convierten en apoyo, compañerismo y empatía.
La solidaridad y trabajo comunitario.
Debido a la historia ancestral familiar de cada niño latino, muchos pueden encontrarse con cuestiones que hicieron que su familia buscara vínculo y acompañamiento emocional a través de la solidaridad como comunidad. Igualmente pudieran ayudar a otros en diferentes sentidos un poco basados en el lema “hoy por ti, mañana por mí”. Esto es un valor que proviene de ciertas costumbres que conllevan compromiso social y lucha por ideales en común con otros latinos. De ahí que la unión de fuerzas observada por los niños forja en ellos un interés de ayudar al prójimo viéndolo de igual a igual. Esto es algo que también es favorable como práctica de la felicidad. Está comprobado que ayudar a otros genera sensación de bienestar en los niños, por lo que la conducta altruista es constructiva para la plenitud.
La ayuda incondicional a otros.
Esta capacidad que tiene la cultura latina de ser creativos y unirse a las causas de otros fuera de todo egoísmo, es algo que nos caracteriza. No es necesario esperar algo a cambio para tener la disposición de tenderle la mano a amigos o incluso a desconocidos. Cuando transmitimos este ejemplo a nuestros hijos, ellos aprenden el valor de la humildad, ya que se desarrolla en ellos el sentimiento de “ayudar a otros cuando necesiten de ti sin esperar recompensa”.
Bailar y cantar la música tradicional para ejercitar la pasión por la vida.
Muchas de las canciones tradicionales pueden contar un pedacito de la historia de la cultura de la que provienen nuestros hijos y sumado al hecho de bailarlas o cantarlas agrega la motivación necesaria para sentir las endorfinas que producen la felicidad. Además, refuerzan el idioma español y producen un momento muy agradable para ellos porque puede ser catártico al descargar su energía a través del canto o el movimiento.
Las tardes de historias y aventuras del abuelo.
A pesar de que los niños de hoy viven un poco más inmersos en el mundo tecnológico, el hecho de que escuchen al abuelo contar sus historias de vida, seguirá siendo algo que los lleve a la imaginación y sobretodo que les dé información sobre la historia de la familia. Muchos de los retos de dichas aventuras, enseñan a los niños a ser resilientes, a mostrar que cualquier reto o meta puede ser alcanzada con esfuerzo. Ellos pueden aprender a no darse por vencidos a la primera y saber que su sangre latina va acompañada del mensaje: Inténtalo y podrás, esfuérzate y lo lograrás, sueña y lo harás realidad.
La decoración de casa desde su cultura.
A pesar de parecer simples objetos decorativos, tienen un significado y simbolismo que da identidad, pertenencia y sobretodo vida al hogar. La cultura latina tiende a la vitalidad de colores, a la creatividad y al movimiento. Los estímulos del entorno pueden ser un factor que le dé luz al hogar y por lo tanto les dé a los niños esa sensación de estar en un espacio personal lleno de energía, buena vibra y compañía. Todo en conjunto hace sentir a los niños en un terreno seguro pero divertido y versátil al mismo tiempo. Esto los puede llenar de alegría y levantarles el ánimo cuando se sienten guarecidos en su espacio personal.
La cordialidad latina ante todo.
Una costumbre social muy importante de nuestra cultura es la comunicación con cordialidad que da ánimo buscando la mejor cara de la moneda basada en el respeto. Nos caracterizamos por la calidez en el trato hacia otros, la comprensión sin juicio y el apoyo en la búsqueda de soluciones. Cuando nuestros hijos observan esto, aprenden directamente que la cordialidad abre puertas. Además desarrollan habilidades sociales que los acompañarán toda la vida como parte de la práctica de la felicidad, para dar y también recibir. Una persona cordial y que da animo a otros, casi siempre recibirá el mismo trato.
La unidad familiar como una práctica de vida basada en la lealtad.
La lealtad es vista desde el hecho de que a pesar de las discusiones familiares o los desacuerdos, cuando se necesitan están ahí sin que este tipo de conflictos se interpongan en estar presentes para apoyarse. Es una cultura en donde la unión familiar es mucho más fuerte que el rencor, esto representa vínculos irrompibles a pesar de cualquier circunstancia adversa. Cuando los niños crecen en medio de esta forma de vivir como familia, son felices porque se saben pertenecientes, se sienten protegidos e incluso guarecidos ante cualquier situación de la vida y por lo tanto confían.
La unión de amistad más allá de los intereses personales.
Sin caer en los extremos, es muy importante para todo niño crear una conciencia social que les permita vivir la amistad como un trabajo en equipo. Aprender a colaborar con los amigos es uno de los dones más importantes que pueden desarrollar los pequeños ya que los pone fuera de toda conducta egoísta o basada sólo en metas individuales. Todos necesitamos pensar en comunidad y en los beneficios de todos. Una acción egoísta puede ser destructiva, sobretodo si miramos las condiciones actuales para que los niños crezcan y vivan en un mundo feliz.
*Karina Suárez Fernández es psicóloga clínica, psicoterapeuta y mamá de dos adolescentes.
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