Son tiempos difíciles para los padres que no estábamos acostumbrados a la convivencia extrema. De la noche a la mañana tu rol de mamá se divide en uno de supervisora de tareas escolares, hacer tu propio trabajo y mantener la casa en orden. Además, compartes oficina en un comedor lleno de computadoras y distracciones que te podrían hacer explotar en segundos. Solo respiras e intentas guardar la calma cuando escuchas frases como: ¡Mamá está fallando la conexión de internet! Mientras tanto, de tu trabajo te pidien información inmediata, estás cocinando y la casa está en desorden. En fin, te encuentras a punto de reventar. Es por ello que es importante que mires un poco esto que te comparto y encuentres la paciencia que necesitas para no explotar.
__Mas en MamásLatinas: __Cómo ayudar a tus hijos a gestionar sus emociones y a tener inteligencia emocional
Tienes derecho a sentir todo lo que estás sintiendo, aunque lo importante es que los efectos no recaigan sobre tus hijos o tu familia. Cuando la frustración, la impotencia, la desesperación o el caos se hagan presentes, toma en cuenta que siempre habrá alternativas saludables para que no te desahogues con quien no debes.
La forma en la que tú gestiones tus propias emociones será la misma usaran tus hijos. No olvides que eres un modelo a seguir así que, para producir un efecto saludable tienes que empezar por responder de la forma adecuada sin necesidad de fingir o negar lo que sientes.
Ahora puedes escuchar el contenido de MamásLatinas donde quiera que estés, a través de nuestro podcast Mamá Dice. Cada episodio contiene tips prácticos enfocados en la crianza positiva y saludable. Escúchanos en tu plataforma de podcast favorita.
Date la oportunidad de sentirte triste, enojada, enfadada, harta y no te sientas mal.
No hay emociones buenas ni malas, son neutras. El verdadero problema es la reacción impulsiva cuando no quieres regularte. Cada emoción sirve para algo y tiene su lado favorecedor. El enojo te sirve para poner límites, la tristeza te ayuda a pedir un abrazo y a aceptar cuando te sientes vulnerable. El asco permite evitar una intoxicación física o emocional, el miedo te alerta de peligros, la sorpresa te pone alerta y la alegría es medicina para tu organismo. Entonces solo concéntrate en las reacciones, no en dejar de sentir porque eso es imposible.
Prioriza las cosas que necesitas resolver y no quieras hacer todo al mismo tiempo.
Mi abuela decía "despacio, que llevo prisa". Es inevitable que tengas que mandar al final de la lista algunas cosas y por ello debes renunciar a la absurda idea de que puedes estar en cinco lugares al mismo tiempo. A veces tocará decirles a tus hijos: ‘Espera un momento a que termine de hacer lo que estoy haciendo’ o incluso decirles: ‘intenta resolverlo y si no puedes en cuanto me desocupe de esto, te ayudo’. También tendrás que hacer lo mismo con tus situaciones.
Pon pausa, salte de la escena y analízala desde afuera, a esto se le llama meta cognición.
Como mujeres adultas tenemos toda la capacidad de autorregularnos, así que lo más importante es que pongas pausa a la película. Tú mejor que nadie sabe detectar tus señales internas cuando estás a punto de estallar. Así que antes de que eso pase, ponte freno, salte de la película y obsérvate desde afuera haciéndote estas preguntas: ¿Qué quiero hacer para resolver lo que está pasando en casa? ¿Estoy actuando por impulso? ¿Quiero que mis hijos vean el monstruo en el que estoy a punto de convertirme ahora? Si crees que no estás en condiciones de resolver, mejor haz un tiempo fuera y desconéctate un rato.
Después de reconocer la emoción debes hacerte la pregunta: ¿Por qué me siento así?
Cuando tú encuentras la verdadera causa de tu emoción estás aprendiendo a comprenderte y lo más importante es que no te juzgas. Más allá de encontrar un pretexto, estás hallando el verdadero origen ya que puede ser que una preocupación no resuelta te esté llevando a un nivel excesivo de estrés que detona en enojo exacerbado. Quizá estás cansada físicamente y eso te puede generar tristeza o estás agotada emocionalmente y eso también puede llevarte al rechazo. Al comprenderlo sabrás gestionarlo mejor y atender la causa principal sin descargar el enojo en tus hijos.
Habla de tus emociones, no puedes pedirles a tus hijos que hablen de las suyas si tú no lo haces.
Te sugiero que comiences por las emociones básicas: alegría, tristeza, enojo, sorpresa e incluso asco que se asemeja al rechazo. Si tú comienzas a ponerle nombre a lo que sientes y a expresarle a tus hijos en qué estado emocional te encuentras, ellos comprenderán sus propias emociones. Es importante que uses un mensaje parecido al siguiente: “cuando tu … yo me siento”, por ejemplo: ‘Cuando tus haces mucho ruido mientras trabajo, yo me siento enojada porque no puedo escuchar las instrucciones’.
Necesitas comprender algo muy importante: Gritar no ayuda a nadie a gestionar emociones.
Por muy liberador que te parezca, el grito es un indicativo de que no estás regulándote. Te aseguro que no sería tu primera alternativa para resolver un problema de trabajo con tus jefes o un trámite en una oficina. ¿Porque es tan fácil regularse a uno mismo con otros y con los hijos es diferente? Porque sabes que tus hijos estarán ahí para ti a pesar del clima de tensión que se genera desde el grito. No te niegues la posibilidad de gritar, pero no lo hagas con ellos. Mejor busca una descarga en tu habitación, pon la almohada en tu cara y hazlo.
Antes de explotar pronuncia en tu cabeza tres veces la palabra respeto, eso sacudirá tus paradigmas aprendidos.
Aunque tus creencias y la educación que recibiste te digan que es correcto gritar o reventar de ira para que ellos obedezcan, explotar es una manifestación conductual proveniente de la ausencia del respeto. Como te lo dije en puntos anteriores, tú mejor que nadie sabes que eso no sucedería con cualquiera, es por ello que debes cuestionar los estilos de crianza aprendidos de generaciones anteriores y tomar en cuenta que el respeto que pides debe ser congruente con el respeto que das, no importa si son pequeños, adolescentes o incluso jóvenes.
Disminuye las expectativas sobre la obediencia de tus hijos y te sentirás menos tensa.
Los padres somos generadores de hábitos en nuestros hijos. Esto significa que quizá tengas que repetirles más de una vez las cosas que tienen que hacer. Si aprendes a ver esto de manera natural y no como una forma que tus hijos planearon para molestarte, comprenderás que sus procesos de aprendizaje requieren recordatorios porque su cerebro está en formación y no tienen tu nivel de madurez o comprensión. Si ves que esto no es una lucha de poderes sino parte de la labor formativa, dejarás de estar al ataque o a la defensiva.
Necesitas tener ‘obligatoriamente’ un tiempo para ti.
Tomando en cuenta lo que te enfaticé en el primer punto, si quieres hacer todo al mismo tiempo y no alineas tus prioridades terminarás agotada física y emocionalmente. Por ello, es importante que tengas a lo largo de la semana espacios personales que te permitan estar contigo misma de la forma que a ti más te agrade. Puede ser haciendo ejercicio, descansando con una meditación, viendo un video de comedia para reír un rato, haciendo video chat con algunas amigas, en fin, es importante que esto también entre en tu lista de prioridades.
Encuentra formas de potenciar las emociones agradables para liberarte de la tensión.
No es responsabilidad de los niños liberarte a ti y a veces es difícil entenderlo. Yo soy madre y me ha pasado diciendo frases como: “me haces enojar”. Sin embargo, cuando utilizo la técnica metacognitiva de la que te platicaba y me salgo de la escena y me doy cuenta de que es mi responsabilidad gestionar el enojo. Es por ello que antes de pronunciar la frase me retiro, hago una descarga y después busco formas de sentirme mejor, como poner música, cantar un poco. De esa forma no me negué a mi misma lo que siento, no hice responsables a mis hijos de las consecuencias y no permití que eso generara tensión en mí y en el ambiente.
Debes tener un diario emocional y durante tus momentos de frustración escribe en él.
Escribir es una excelente forma de descarga que te ayudará a acomodar tu mente, tus pensamientos y a comprender tus emociones. El diario puede tener palabras, colores, dibujos y símbolos. Con lo que elijas debes sentirte cómoda. Esto te permitirá una reflexión de tus sentimientos y lo mejor es que cuando lo releas te entenderás cada vez más. Además, sabrás cuál es la ruta correcta para resolver los conflictos o si estás dando una interpretación errónea a lo que está pasando. Recuerda que después de la tormenta siempre llega la calma.
Necesitas tener en cuenta tus sentimientos, pero también los de los demás.
Así como puedes comprenderte a ti y darte tu espacio para gestionarlo, es importante que también comprendas lo que está pasando a tu alrededor. Cuando tu explotas con tus hijos, estás reaccionando en lugar de responder. Necesitas ponerte en lugar de los niños y encontrar la emoción que están viviendo cuando te insisten en que les prestes atención o incluso cuando se están portando de forma inapropiada. Es muy común que los niños lleven a cabo acciones que son el reflejo de emociones que sienten y no saben expresar en palabras. Si te entiendes y después los ayudas a entenderse, será más fácil para ti.
Durante el momento de tensión, sacude tu cuerpo y respira profundo cinco veces para deshacerte de la carga alostática.
Sabías que tu cuerpo puede acostumbrarse a vivir con la sobrecarga de estrés. Tú no estás tan consciente de ello, pero en tu organismo ocurren muchas cosas cuando el estrés es excesivo y debido a la sobre adaptación se vuelve menos tolerante ante los estresores, creando un círculo vicioso que se puede ver reflejado en tu salud física pero también en tu salud emocional. Una buena forma de deshacerte de esa carga es que por periodos cortitos sacudas tu cuerpo como si te estuvieras quitando pequeñas hormiguitas y que luego respires profundo al menos cinco veces. Intenta hacerlo cuando te sientas tensa, mal humorada o agotada y notarás la diferencia.
Evita el arrepentimiento culposo después de la explosión, ten paciencia contigo misma y ponte metas cortas.
A veces será inevitable el grito o la discusión en un tono elevado, somos seres humanos y puedes ir paso a paso. El problema con la culpa es que esto te puede llevar a querer compensar a tus hijos enviándoles dobles mensajes que los pueden confundir. Si te sientes con un cargo de conciencia los consentirás más pero no estarás dando un mensaje claro. Si te equivocaste solo asúmelo, habla con ellos y proponte un día a la vez evitar la explosividad aplicando las diferentes técnicas que te propuse.
Es importante que tus hijos y tú hagan equipo contra las explosiones emocionales, involúcralos en el proceso.
La explosividad puede venir de ambas partes debido a que tú eres modelo a seguir. Así que, si explotas eso estarán aprendiendo de ti. Entonces es importante que se alíen como equipo para combatir las reacciones explosivas de todos en casa. Más allá de juzgarse deben ayudarse entre todos con un plan de qué harán para que la explosividad no se presente de nuevo en casa. Hay que poner el problema afuera para que todos puedan sentirse en alianza contra las reacciones tóxicas.
Escucha la importancia de gestionar tus emociones frente a tus hijos en este episodio de 'Mamá Dice'.
Mamá Dice es el podcast de consejitos de maternidad de MamásLatinas. Escúchanos de lunes a viernes en tu plataforma de podcasts favorita. Son cortos y se adaptan al estilo de vida de cualquier mamá.