Cuando tu pequeño parece temerle a todo, tiene una actitud retraída e incluso se aísla, pueden ser focos rojos de un posible desarrollo de inseguridades emocionales. Quizá su naturaleza sea de una personalidad introvertida, sin embargo, si la desconfianza en sí mismo parece ser algo permanente, debes poner mucha atención. La inseguridad emocional es el efecto de una baja autoestima y lo puedes notar porque no le gusta tomar riesgos, no se atreve a hacer cosas por sí mismo o depende mucho de ti para avanzar. Es muy importante que intervengas a tiempo para que estas actitudes no se incrusten en su personalidad. Así que aquí te comparto algunos consejos para guiarlo de forma efectiva y para que puedas ser la base o el sustento que le dé seguridad.
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En el caso de la inseguridad, no basta con los elogios o el reconocimiento. Es muy importante que primero hagas una revisión exhaustiva de las formas en que fomentas su inseguridad. No quiero decir que todo esto sea tu responsabilidad, es sólo que a veces las mamás hacemos cosas por amor y sin ninguna mala intención que no son precisamente el camino adecuado para su formación.
El temor al fracaso es otro de los elementos que conforman la inseguridad emocional en tus hijos y pueden existir muchas causas que lo lleven a sentirlo. Lo importante más bien es abordarlo a tiempo y encontrar formas de ayudarlo a superarlo. Así que ponte las pilas y toma nota de estos consejos.
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Cada vez que se enfrente a nuevas cosas, bríndale ánimo de manera congruente.
Las etapas por las que atraviese tu pequeño le representarán nuevos retos. Es muy importante que confíes en él y para que pueda sentir tu confianza genuina debes darle seguridad. La congruencia debe ser en pensamiento, sentimiento y palabra. De nada sirve que le digas lo valiente que es al atreverse a hacer cosas diferentes, si en el fondo sientes terror y se lo demuestras con tu lenguaje corporal o con el tono de tu voz.
Dale la oportunidad de hacer pequeñas cosas por sí mismo.
A veces entre las prisas y el estrés del día puedes sentir que será más simple si tú le resuelves cosas que para ti son pequeños detalles pero que para él le representan su camino a la independencia. Desde abrochar los botones de su uniforme de colegio hasta prepararle la mochila o incluso dejarle la ropa lista, son cosas que tu pequeño ya puede hacer por sí mismo. Debes dejar que lo haga, aunque eso represente para ti el tomarlo con calma en tu agenda apretada del día.
Evita a toda costa desesperarte ante sus actitudes de inseguridad.
Cuando obligas a tu pequeño a convivir, cuando lo presionas para que interactúe o incluso cuando lo presionas demasiado para que se arriesgue a algo, puedes hacerlo como efecto de la preocupación y la desesperación que sientes cuando no quiere despegarse de ti. Aunque quizá lo haces con la intención de impulsarlo, lo único que lograrás es acrecentar su miedo. El proceso debe ser progresivo, de menos a más, así que comienza por una meta por día y en acuerdo con él para que pueda ir venciendo sus inseguridades poco a poco.
No resuelvas por él los retos que le corresponden afrontar.
Quizá te quedes con un nudo en el estómago en su primer día de colegio, sientas un vacío en el pecho pensando que estará solo en el campamento de verano o que sacará malas notas por no llevar la tarea y decides hacerla por él. Si te descubres haciendo cosas por él porque lo sientes incapaz o porque tu amor de madre te ciega al pensar que “solo quieres ayudar”, estarías cometiendo una terrible equivocación ya que tu hijo pensaría que sin ti no podrá hacerlo.
Necesitas darle pequeñas responsabilidades diarias.
Es importante que tengan pequeñas tareas en casa además de sus responsabilidades escolares. En muchas ocasiones dentro de la terapia me he topado con algunas mamás que sienten culpa porque consideran que les están sumando cargas que los pueden distraer de sus responsabilidades académicas. Tus niños tienen toda la energía, dinamismo, pero sobre todo la facilidad para incorporar nuevas actividades a su rutina. Así que no los sobreprotejas y permite que tengan labores adecuadas a su edad y a su nivel de comprensión.
Evita frases como: ‘Pudiste haberlo hecho mejor’.
Esto significa que hacerlo mejor implica el mensaje de que para ti nunca será suficiente. Por lo tanto, muchos niños eligen volverse pasivos, no actuar o no hacer nada porque sienten que en el fondo sufrirán las críticas o no cumplirán con una expectativa. Ellos prefieren evitar la incomodidad o el dolor de no sentirse perfectos para lo que tú necesitas de ellos. En lugar de decir ‘pudiste haberlo hecho mejor’, modifica la frase a: ‘estamos avanzando en el camino’.
Enséñale lo valioso de aprender de los errores y ponle ejemplos de tus vivencias personales.
Si tu hijo te escucha desde una anécdota que tu le quieras compartir con respecto a situaciones personales donde las cosas no salieron como tu esperabas, podrá bajar la presión que puede generarse a sí mismo para no cometer fallas. A veces la presión es el resultado de las expectativas tuyas, del colegio, o incluso de sus amigos. Si tú le cuentas que nadie es perfecto, inclúyete a ti.
Cada vez que diga ‘no puedo’, pídele que repita la frase: ‘lo voy a intentar a ver qué pasa’.
Ayúdale a buscar alternativas sin decirle qué hacer, pregúntale sobre las formas en las que se le ocurre encontrar nuevas rutas para resolver su reto y cuando lo sientas a punto de rendirse, dile que descanse, que se lave un poco el rostro con agua fría, que camine, que respire, que sacuda su cuerpo y después repita la frase: ‘lo voy a intentar’.
Necesitas guiarlo gradualmente y progresivamente a la autonomía.
Sabemos que los niños no son cien por ciento autónomos porque necesitan de cuidado, protección, formación y supervisión. Sin embargo, están viviendo el camino que los prepara para sentirse cada vez más independientes y seguros de sí mismos, el camino que los prepara para que sepan tomar decisiones adecuadas que se basan en la autonomía. Es importante que vayas de menos a más y que por momentos lo enfrentes a ciertos desafíos con tu supervisión pero que le enseñen que hay cosas que puede lograr por sí mismo.
Revisa su autoestima, debes estar muy atenta a las señales de una baja autoestima.
La baja autoestima en los niños es evidente en actitudes como: la sensibilidad a la crítica, la irritabilidad, tristeza y la frustración. En este caso es muy importante que revises tu actuar con tu hijo e incluso que preguntes en su colegio o en su grupo de amigos si algo está fuera de lo normal. Quizá esté pasando por situaciones de presión social, de bullying o quizá tú estés sobreprotegiéndolo sin darte cuenta.
Ayúdalo a formar un buen autoconcepto y una adecuada autoimagen desde tu propio ejemplo.
Si tú estás teniendo problemas de autoestima, si constantemente te criticas frente a tu pequeño, constantemente te descalificas o constantemente juzgas tu apariencia física cuando te miras frente al espejo, él está aprendiéndolo de ti. Debes tener mucho cuidado en las formas en cómo te hablas a ti misma y sobretodo mostrarte más amor propio para que seas una base congruente para él.
Permítele expresar sus emociones de una forma asertiva.
Gran parte de las actitudes retraídas en un niño están relacionadas con el miedo a expresar lo que siente y no temor a sentirse agredido o maltratado porque además de esto, los miedos pueden gestarse por el temor a no cumplir lo que se espera de él y por la necesidad de volverse un niño “bueno” y obediente en todo momento para así sentirse reconocido. Esto limita su capacidad de expresar lo que verdaderamente siente ante una circunstancia. Déjalo expresarse y enséñale gestión emocional.
Practiquen juntos una meditación guiada para niños.
La meditación le dará calma sobre todo en sus momentos de ansiedad cuando no se quiere arriesgar por sus temores. Hay meditaciones que lo pueden anclar a un sentido de seguridad, sobre todo aquellas que lo lleva al futuro visualizando el reto y la fortaleza para atravesarlo. Las visualizaciones guiadas pueden crearle un sentimiento de fortaleza que lo ayude a sentirse relajado en los momentos de tensión.
Lean cuentos o vean películas como un momento pedagógico sobre lo que significa la seguridad.
Existen muchas películas o cuentos que pueden serte de gran ayuda para que tu hijo entienda lo que le quieras decir a través de la trama de la historia. El cuento del pequeño héroe de Holanda es maravilloso ya que puede ayudarlo a entender el significado de la confianza y los miedos. Puedes verlos en video por YouTube o contarlos de un libro y en el caso de las películas puedes elegir alguna que le guste mucho a él y que contenga este mensaje de vencer los miedos.
Jamás lo etiquetes como un niño introvertido o apegado.
No lo encasilles en una descripción de su personalidad, en ocasiones he escuchado a muchas mamás hacer comentarios como: ‘Mi hijo es muy raro, no le gusta la gente, es muy miedoso, no le gusta convivir, es muy tímido’. Tu hijo está en un proceso formativo y si bien tiene un temperamento con el que nace, eso no lo determina como un niño raro o inseguro. Es muy importante que te sienta como aliada y no como alguien que rechaza su forma de ser.
Escucha algunos consejos para aumentar la autoestima de tus hijos.
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