Cómo lidiar con el síndrome del nido vacío cuando los hijos se van a la universidad

Y sí, llegó este tan esperado y entusiasmante momento, pero que al mismo tiempo te llena de tristeza. Estás frente a un doble desafío porque la partida de tu hijo a la universidad también refleja un cambio de etapa como madre. Aceptarlo es bastante complicado; sobre todo por ese cóctel de emociones donde se suma la preocupación por la ausencia como algo nuevo para ti. Antes, hasta cierto punto, te sentías con el control de la situación y ahora sabes que es momento de dejarlo volar con sus propias alas. Pero debes confiar, ese es el primer paso de varios que aquí te recomiendo.

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Soltar los roles que tenías cuando pasaba todo el tiempo en casa, también son un duelo para ti, desde extrañar prepararle el desayuno todos los días, cuidar de ellos cuando estaban enfermos o tenerlos mucho más vigilados, son quizá algunas de las emociones a las que deberás enfrentarte. Hazlo con sabiduría y busca nuevas estrategias para sentirte tranquila y permíteles volar.

Prepárate para pasar por las emociones que provocan el “nido vacío”.

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Quizá las primeras semanas sentirás un vacío muy grande y tu rutina va a cambiar totalmente. Date permiso de sentirte triste, pero después enfócalo como una oportunidad para retomar algunos planes que dejaste en pausa en etapas anteriores o incluso renueva tu relación de pareja.

Escríbele una carta y pídele que la abra en los momentos donde sienta que necesita tu consejo.

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Es una forma de decirle que, aunque estés lejos, te tendrá cerca, sobre todo en los momentos en los que él ya puede resolver aquello a lo que se tenga que enfrentar. Es una forma de fomentar su independencia emocional.

Confía en su capacidad de tomar decisiones y se consciente de que aprenderá de sus equivocaciones.

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La falsa idea de que tenerlos bajo tu techo implica que tienes el control de todo lo que hacen, es algo que impide soltarlos cuando ya es necesario hacerlo. Si pusiste en su mente y en su corazón las bases de los valores que quieres que los acompañen, confía en ellos.

Si llega el momento en que se mete en un problema, déjalo que lo resuelva.

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No quiero decir que lo abandones en el barco, sin embargo, es importante que sólo lo acompañes a través de preguntas como: ¿Qué se te ocurre para resolverlo? ¿Qué ideas tienes para afrontarlo? ¿Qué piensas hacer?

Ni se te ocurra chantajearlo sentimentalmente.

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En consulta me encuentro con madres que viven la distancia como si fuera una acción voluntaria que su hijo comete en su contra. Comentarios como: “Ahora que ya no estás en casa deberías llamarme más seguido”, o “Es que casi no pasamos tiempo juntos” son terribles.

No disfraces de consejos o sugerencias aquellas decisiones sobre lo que debe hacer en la Universidad.

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Decirle qué actividades debe realizar, hablar con sus profesores o llamar cada semana a la escuela para ver si todo marcha bien son conductas invasivas que no corresponden a esta etapa. Déjalo que aprenda de sus decisiones.

No lo consientas demás por el hecho de que está lejos.

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No quieras compensar la distancia siendo muy permisiva debido a que lo ves solamente en vacaciones. Tu función y rol de mamá debe continuar, así que no puede brincarse las normas del hogar.