
La vida acelerada y los múltiples compromisos pueden llevarte a vivir apurada y con prisa para todo. Que bien que intentes inculcar a tus hijos el valor de la puntualidad y la responsabilidad, pero necesitas ser congruente y realista, ya que si los compromisos sobrepasan tus capacidades, podría ser perjudicial en la enseñanza de hábitos sanos a tus hijos.
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El consejo más importante es que nunca olvides que tus hijos aprenden con tu ejemplo. Es decir, los padres somos los primeros maestros de nuestros hijos y, nos guste o no, aprenden lo bueno y lo malo de nosotros. Entonces, tienes que tener muy en cuenta tu propio comportamiento si no quieres que terminen igual que tú, con la corredera y la locura todos los días.
Por otro lado, vale la pena recordarte también que la vida se pasa volando y que los niños no serán niños para siempre. Así que échale un vistazo a estos consejos y pon en práctica los que mejor creas que te sirvan para tratar de llevar una vida menos agitada.
Les impides disfrutar y algún día terminarán haciendo lo mismo que tú.

Vive cada momento como único. Si tus hijos ven que desayunas a medias, que sales corriendo o que no los escuchas por pensar en el paso que sigue, tarde o temprano harán lo mismo.
Asocian la responsabilidad con desagrado.

Las prisas pueden llevarte a la queja constante por la falta de tiempo, esto a su vez cambiará tu estado de ánimo si no logras controlar tu entorno y esto al final puede terminar en regaños o reclamos.
Rivalizan por tu atención porque sienten que nunca se la das.

Tus hijos necesitan interactuar contigo y compartir contigo, deja unos instantes lo que estás haciendo, míralos a los ojos y centra tu atención en lo que te dicen. Si no lo haces, pueden manifestar conductas inadecuadas para que los voltees a ver.
Dejas de captar los momentos importantes que son lo único que realmente vale la pena.

Enfócate y prioriza tu atención, pensar en mil cosas a la vez te impide notar las cosas trascendentes que ocurren a tu alrededor. Una paciente me contó lo arrepentida que estaba por haberse perdido los primeros pasos de su bebé. ¡Que no te pase los mismo!
Aprenden a vivir en el “apúrate” que no es bueno para nadie.

Una pacientita tenía el hábito de temblar su pierna derecha moviéndola de arriba a abajo con mucha velocidad al estar sentada para comer o hacer tarea, lo hacía todos los días. Una clara señal de vivir inconscientemente en el “apúrate”.
Evitas la intimidad y le impides desarrollarla.

Enfocar tu atención, mirarlos a los ojos, escucharlos activamente, sincronizar tu respiración con ellos, todo esto es intimidad como base del amor. Vivir en automático te quita la oportunidad de empatizar con ellos y a ellos les quita la oportunidad de aprenderla.
Confundes la eficiencia y la productividad con saturación.

O no te organizas, o estás sobrepasando tu capacidad para asumir responsabilidades. Deja de comprometerte a tantas cosas y si no puedes sola busca trabajar en equipo con tu pareja o busca una mano que te ayude.
Nunca es suficiente y esto se puede convertir en un problema mayor.

Es un mal hábito que hasta podría resultar adictivo, a tal grado que cuando tengas tiempo libre para poder compartir con tus hijos, inconscientemente buscarás actividades que te mantengan ocupada pero principalmente acelerada.
Sometes a tus pobres hijos a un estrés innecesario.

Cuando vives con la prisa encima, tu organismo está todo el tiempo en estado de alerta. Tu adrenalina se dispara, tus músculos se tensan, tu ritmo cardiaco se acelera. La mala noticia es que puedes contaminarlos de tu estado.