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Lo estabas esperando con ansiedad por 9 meses y finalmente llegó el día de dar a luz. Sabías que muchas cosas iban a cambiar en el momento que llevaras a tu tesorito a la casa pero no sabías cuántas. De repente tu casa está de patas para arriba y a ti no te molesta. Los niños cambian todo porque ellos nos cambian a nosotras. Nos volvemos otras personas el instante en que nos convertimos en mamás. Estas son una de las cosas que cambiaron para mí, pero estoy segura que tienes tu propia lista.
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- No puedes ver programas ni películas violentas.
- Por primera vez entiendes el verdadero significado del verbo: AMAR.
- Funcionas perfectamente sin dormir.
- Cambias los tacones por los zapatos bajitos.
- No te preocupas de cómo luce tu cabello.
- Eres una acróbata y utilizas todos los dedos de las manos.
- Te salen músculos por cargar al bebé en el brazo todo el día.
- ¡Celebras y te encantan TODAS las fechas especiales, no sólo la Navidad!
- De repente te vuelves la persona más dulce del planeta o al menos con tus niños.
- No sabías que podías hacer varias voces, pero las haces.
- Puedes hacer proyectos de manualidades en segundos.
- Sufres por cada niño del mundo.
- Prefieres quedarte en las noches con tus hijos que salir a cenar con tu marido.
- Eres experta pidiendo globos en cualquier almacén.
- Siempre estás cerca en el momento que se va a romper la piñata.
- Le cedes el puesto en la fila a la mujer con tres niños llorando.
- Te sabes de memoria la programación del canal infantil.
- No te importan los premios Oscar, pero estas emocionada por los Kids' Choice Awards.
- Descubres que no eres egoísta y que puedes compartir todo lo que tienes.
- Si la Madre Teresa te viera estuviera orgullosa de ti porque tienes paciencia de santa.
- Prefieres hacerte las uñas con tu hija que con una amiga.
- De repente te conviertes en la chef del momento porque tus platos tienen caritas felices.
- No te pones nerviosa fácilmente.
- No le tienes miedo al futuro, al contrario vives cada instante.
- Dejas de comprar ropa por comprar juguetes.
- Te sientes culpable cada vez que dejas a tu pequeño en la casa.
- Te esmeras por darle un buen ejemplo.
- Quieres que el mundo sea un lugar seguro y feliz para tus hijos.
- Escuchas sus largas historias atentamente y después se las cuentas a desconocidos.
- Le tienes terror a morirte y dejarlos desamparados.
Imagen vía Corbis
