Nunca una bebé tuvo un nombre tan bien puesto. Su mamá, __Marie Masse__y, de 42 años, decidió llamarla Faith (Fé), luego de que naciera prematuramente, cuando ella tenía apenas 23 semanas de gestación y su criaturita pesó apenas 15 onzas. ¡Menos de lo que pesa una hogaza de pan! Esto sí que es un verdadero milagro. Sigue leyendo que más abajo te cuento como ocurrió todo y prepárate para la foto que es IMPRESIONANTE.
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Marie iba en un tren desde Princeton en Nueva Jersey, hasta Manhattan, en Nueva York, donde trabaja, cuando comenzó a sentir un malestar. Pensó en pedirle al conductor que parara el tren, pero acostumbrada como está a los avatares de quienes a diario viajan de una ciudad a otra para trabajar, fue valiente y optó por esperar.
Llegó al banco donde trabaja, se sentó y cuando uno de sus compañeros la vio le dijo "tienes la misma cara que tenía mi esposa cuando estaba en trabajo de parto".
Dicho y hecho. Se fue en un taxi hasta el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York y allí ocurrió el milagro. Le hicieron un ultrasonido y los médicos comprobaron que la bebé estaba en posición.
Trataron de detener el trabajo de parto porque con sólo 23 meses de gestación la probabilidad de que la bebé sobreviviera era mínima, pero estaba escrito que Faith vería la luz del día ese día y así fue.
Cuatro meses antes de lo previsto, la pequeña Faith nació a las 4:43 de a tarde del pasado 7 de marzo. Después de que su mamá besó a la miniatura, los médicos le advirtieron que si sobrevivía, corría el riesgo de sufrir parálisis cerebral y otras complicaciones.
Con una serenidad y seguridad increíbles, Marie le dijo a los médicos que no se preocuparan, que la bebita estaría bien. Los médicos pensaron que estaba en estado de negación y le dijeron que no comprendía lo que estaba ocurriendo y que la bebé no tenía probabilidades de sobrevivir y llevar una vida normal.
Marie le dijo a los médicos, con una calma inusitada, que le pusieran oxígeno, le dieran esteroides y cualquier cosa que pudiera ayudarla y recordó un sueño que tuvo la noche anterior. Como en una epifanía, Dios le decía que ÉL cuidaría de su hijita pero que ella tenía que tener FE.
A los pocos días Marie tuvo que dejar el hospital… sin Faith. Todo su permiso postnatal lo pasó yendo a Manhattan a visitar a su bebita, que según el pediatra que la atendió es la bebé más pequeñita que ha visto. Cuando regresó al banco a trabajar, su jefe le dio dos horas diarias de permiso para estar con la bebé.
Y a los cuatro meses de haber nacido, ocurrió el MILAGRO y Faith fue dada de alta, pesando 10 libras, con su cabecita pelirroja e iluminando la vida de su mamá con cada sonrisa. Marie dice que es una bebé feliz. Estoy segura de que así es. Como también estoy segura de que Marie es la mamá más feliz del mundo. Y lo que es a mí, no se me borra la sonrisa del rostro.
*Imágenes vía Thinkstock y NYU Langone
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