Investigadores de la Universidad de Londres encontraron que los niños que ven televisión por tres horas o más horas al día, tienen una "ventaja de tres meses" sobre sus compañeros que ven menos de una hora de tele al día, lo que hecha por tierra la percepción de que la televisión es nociva para nuestros hijos.
Lee más en ¿Qué más?:Nada más divertido y saludable que hacer ejercicios con tus hijos
La verdad es que no sé que pensar. En mi casa, mis hijos tienen relativa libertad para ver televisión, especialmente ahora en el verano. Sin embargo he encontrado que la mejor forma de regular las largas horas frente a la pantalla chica es llevándolos a practicar su deporte favorito (basquetbol) en el parque por lo menos una vez al día, y mantenerlos ocupados y entretenidos (jugar pelota en la piscina, un paseo en bicicleta, ir a la playa, al cine).
Muy a pesar de mis intentos, la televisión y los videojuegos siguen siendo sus pasatiempos favoritos. Así que no sé si alegrarme o consolarme con los resultados de este estudio que reveló además que las reglas que le imponemos a nuestros hijos en la esperanza de mejorar su rendimiento académico (horarios para las comidas e irse a la cama, por ejemplo) tampoco es que hacen mucha diferencia.
Alice Sullivan, líder del proyecto de investigación que llevó a cabo el Instituto de Educación de la Universidad de Londres, nos dice que el valor educativo de la televisión ha sido subestimado y que las horas frente a la pantalla exponen a nuestros niños un vocabulario más amplio que al que están expuestos en casa con la familia. Eso es absolutamente cierto, pero también es cierto que los exponen a modelos y roles indeseables.
Otros hallazgos de este interesante estudio incluyen que "la clase social y en particular la educación de los padres fueron los factores dominantes" en la determinación de cómo a los niños y les va académicamente".
Los niños con padres que tienen trabajos estables y bien remunerados tienen mejor rendimiento académico que los niños cuyos padres trabajan en puestos no calificados o semi-calificados.
Imagen vía Thinkstock