Cuando veo noticias como la del rescate de este niñito en China que quedó atrapado entre dos edificios en un hueco de apenas un pie (25 centímetros) de ancho, confirmo mi convicción de que los milagros sí existen y de que los bomberos, de cualquier parte del mundo, son simplemente HÉROES, en mayúsculas.
Al parecer el niño estaba jugando en el balcón del tercer piso de un edificio, trastabilló y se cayó, pero no cayó al piso sino que se deslizó en un hueco entre dos paredes de ladrillos y quedó atrapado.
No me quiero imaginar la angustia de la mamá sabiendo que su niñito estaba atrapado entre las dos paredes. No quiero ni pensar en el sufrimiento ni en la ansiedad, ni en todas las cosas que le habrán pasado por la cabeza. Y como mamá no puedo sino pensar en cómo en un segundo todo puede cambiar, cómo un descuido puede significar que perdamos lo que nos es tan preciado. Por eso digo que cuando se tienen niños pequeños, no hay que escatimar en cuidados.
Los bomberos rescatistas, protagonistas de esta inspiradora historia, trabajaron por horas sin parar, removiendo cuidadosamente los ladrillos desde el interior de uno de los edificios, hasta que llegaron al ladrillo a la altura de la carita del niño. Fue allí cuando lograron rescatarlo.
Cuando lo liberaron, sano y salvo, se percataron de que el niño apenas tenía uno que otro rasguño y una que otra contusión, y la buena noticia fue confirmada por el equipo médico que lo evaluó. Gracias a Dios.
Hoy todo es alegría en un hogar en la remota China. Qué felicidad y qué alivio saber que contamos con esos hombres y mujeres que son nuestros héroes anónimos de cada día: los bomberos rescatistas.
Míralo con tus propios ojos:
Imagen vía Reuters