Imagínate este escenario, te acuestas a dormir la siesta con tus niños de 3 y 5 años y cuando te despiertas un par de horas después no están en la cama contigo. Los buscas por todos lados y desesperada cuando no aparecen llamas a la policía. Los encuentran ahogados en la piscina de tu vecina. Eso fue exactamente lo que sucedió con los niños Kendell y Kenley Francois, de 3 y 5 años, quienes fallecieron en Union County, Nueva Jersey, al ahogarse en la piscina de su vecina Elizabeth Makhanda.
Ahora piensa en eéste: Llevas a tu hija a celebrar su cumpleaños número 11 a Orlando y van a jugar mini-golf. La pelota cae en un estanque y tu niña mete la mano para recuperarla. Muere electrocutada por la mezcla fatal de electricidad y agua. Tal es el caso de Ashton Jojo, quien no pudo ser rescatada, aún y cuando alguien -que también recibió la descarga eléctrica- trató de socorrerla.
Ambas tragedias ocurrieron ayer a familias del área de Nueva York. No puedo ni pensar en el corazón desgarrado de los padres. Lo peor es que las muertes de estos angelitos pudieron haber sido evitadas. No estoy diciendo que los papás hayan sido descuidados. De hecho, la policía en Nueva Jersey, donde vivían los niñitos está estudiando el caso, por si hubo negligencia, pero nada lo indica. La empresa del mini-golf sí está en problemas había violado en varios casos los códigos obligatorios para el sistema eléctrico.
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Lo que digo es que a veces hay que anticipar el peor escenario y aprender de lo que le pasa a otros. Como dicen en inglés, prepararse para lo peor y esperar lo mejor y desafiar el refrán ése que dice que nadie aprende con cabeza ajena. Es aterrador todo lo que podría pasarles a nuestros pequeños en un instante.
A mí jamás se me hubiese ocurrido que tendría que echarle llave todas las puertas y ventanas si me voy a dormir con mis hijos. De hecho, todas se abren fácilmente por dentro. Un niño de cinco años que quiera salir de mi casa lo puede hacer sin problemas. Pero hoy cuando los recoja del campamento de verano les voy a contar lo que pasó en Nueva Jersey y les voy a recalcar una vez más que nunca deben nadar ni en la alberca, ni en el mar, si no los está mirando un adulto. No me importa asustarlos cuando el peligro es grande.
Tampoco me habría pasado por la cabeza revisar que los parques de atracciones y diversiones a los que llevo a mis hijos cumplan con los códigos de seguridad, pero a partir de hoy lo comenzaré a hacer. También les contaré lo que le pasó a la pobre niñita en Orlando. Ellos ya saben que no pueden meter las manos donde no ven y que siempre deben pedir ayuda cuando se les pierda algo. Sin embargo, se los voy a repetir hasta que me miren feo.
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Hace poco leí un artículo en el que decían que la cantidad de niños que iban a las emergencias de los hospitales se multiplicaban en el verano. Tiene lógica, más tiempo libre, más horas de luz y muchas cabecitas ociosas inventando algo para hacer. Piensa en qué locuras pueden inventar tus chiquitos y trata de adelantarte a ellos. Quizá te llamen de mamá obsesiva, pero ¿qué se va a hacer?, sólo una madre sabe cómo tiene que vigilar a sus hijos.
¿Has pasado algún susto serio con tus niños? ¿Qué consejos de seguridad puedes compartir con nosotras? Dale comenta, todas debemos ayudarnos.
Imagen vía Null Value/flickr