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"Speechless"* . Muda, sin poder decir ni una sola palabra. Así fue como me quedé al ver el vídeo de Anthony Sánchez pegándole a su hijastro por no agarrar la pelota bien mientras practicaban béisbol en el patio de su casa. Como madre, la primera reacción, y casi innata, fue de asco, de rabia y hasta de pensar "esas son las personas que deben estar en la cárcel y fuera de la sociedad."
Ahora bien, después de separarme de mis propios sentimientos de madre y saber los pocos detalles que existen sobre el incidente, pude ver la situación de una forma objetiva. El abuelo por parte de la madre del niño habló en un programa de televisión explicando algunos detalles de la familia que para él son más que suficientes para justificar el comportamiento de Sánchez. Honestamente, el que el niño sufra de ADHD, "Attention Deficit Hyperactivity Disorder", o que haya tenido un mal día donde se haya portado mal, estaba contestando, diciendo cosas feas, o hasta que pegarle es el único método que funciona con el niño. Definitivamente NO justifica lo que sucedió.
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Considero que el tema a discutir no es cómo los padres decidimos disciplinar a nuestros hijos. Todos estamos conscientes de que hay muchos métodos que nos ayudan con la disciplina de nuestros hijos, pero la implementación de estos métodos es opción de cada familia. Aunque, existen un sinnúmero de estudios que revelan que el castigo corporal no es efectivo. La manera en la que fuimos criados, nuestra cultura y hasta nuestro temperamento juega parte muy importante en este tema. De igual manera, todos sabemos que los niños pueden ser intensos y llevarnos a la locura, pero es nuestra responsabilidad identificar esos momentos, detenernos y respirar muy profundo.
Lo más alarmante de lo sucedido es la razón por la cual el niño estaba siendo castigado/lastimado. Cuando se juega o se le enseña a un niño a jugar un deporte es para divertirse. Por eso se llama juego. Independientemente del resultado de la práctica, el objetivo es divertirse, pasarla bien y conectarse cada vez más con el niño. Tanto nuestra disposición como la del niño tienen que tomarse en consideración. Es decir, si lo que el abuelo dijo en la televisión sobre el comportamiento del niño ese día es cierto, de pronto no era el momento apropiado para ese juego. Los comportamientos son como un círculo muchas veces predecible. En otras palabras, si el niño se estaba comportando mal porque era uno de esos malos días, lo más seguro sus padres estaban agotados y su tolerancia también.
En conclusión, en la relación de padre e hijo, nosotros los padres somos y siempre seremos los adultos. Está en nosotros el detenernos, analizar nuestras acciones y entender que la disciplina no es sinónimo de castigo sino de un momento de aprendizaje.
Imagen víaYouTube