Mi hijo mayor fue super llorón de bebé. Tanto, que recuerdo que más de una vez lo amarré en su coche y me senté en el baño a llorar yo también.
Un bebé que grita y llora sin cesar acaba con la paciencia del más santo y esto se ve en las cifras. Un estudio que salió en la última edición de Pediatrics, la publicación de la Academia de Pediatras de Estados Unidos, reveló que mueren más infantes por maltrato, que por el temido síndrome de muerte súbita.
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__Según la investigación, de cada 100.000 niños menores de un año, 58.2 mueren por a manos de los adultos que los cuida__n, frente a 50 que mueren de repente mientras duermen.
Las cifras me dejaron de una pieza. Los pediatras hablan de bebés que llegan a las salas de urgencias de los hospitales con señales obvias de maltratos, como hematomas, hemorragias en el cráneo, quemaduras y hasta huesitos rotos.
Los especialistas han sugerido que una forma de reducir esta atrocidad es crear un sistema de visitas de trabajadores sociales y otros profesionales de la salud familiar a las casas con recién nacidos. La idea es darles a los adultos herramientas para procesar la irritación y frustración que produce un bebé que no se tranquiliza.
Sería sin duda un programa caro. Si hablamos de dólares, seguro que costaría menos que los 214.000 dólares que se gastan cada año en casos de maltrato infantil en Estados Unidos. Claro, eso sin hablar de las vidas que se salvarían.
Para mí la solución está en crear una red de apoyo a las madres. Yo siempre digo que mi segundo niño era más tranquilo, pero de repente me acuerdo de que mi hermana vino a acompañarme durante sus primeros tres meses de vida. La combinación de la experiencia, la compañía y el apoyo de otro adulto de confianza hizo toda la diferencia.
También ayudaría que alguien nos explique que es normal que los bebés lloren, algunos lloran mucho, y que también es normal perder la paciencia, pero que es importante crearnos un espacio para poder respirar hondo y recuperar la calma. La única herramienta de comunicación que tiene tu bebé es el llanto y a veces sólo te quiere decir que está harto de la vida. ¿No tienes tú también uno de esos días?
Hace poco una amiga, madre primeriza, me llamó desesperada, mientras su bebé de cuatro meses daba alaridos tan fuertes que penetraban la línea telefónica. Me contó que el pediatra no le había parecido raro que la niña llevase dos horas gritando sin parar. Me trajo muchos recuerdos. Le recomendé que pusiera a la chica en la silla del carro y la pusiera al lado de la secadora encendida. ¡Santo remedio!
Si crees que estás a punto de perder la cabeza por tu frustración con tu bebé, ponlo en un lugar seguro y respira hondo. Todas nos hemos sentido así en algún momento, y luego pasa. Si estás desbordada, ¡pide ayuda! Una vecina, un familiar, algún conocido. Pasar por la vergüenza de lucir desesperada es mejor que hacer algo de lo que te arrepientas para toda la vida.
¿Qué trucos tenías tú para calmar a tu bebé, o calmarte tú?
Imagen vía Rabble/flickr