¿Recuerdas ésa primera conversación con tu mamá sobre la sexualidad y las relaciones de pareja? ¡Yo no! Y no es porque tenga tan mala memoria (¡créeme ésa sería una charla que seguro quedaría impresa en mi mente por el resto de esta vida y las próximas!). Es que en casa no se me habló del sexo, un tema tabú del cual todavía tantas mamás latinas tienen dificultad de hablar.
Es por eso que las conversaciones con mis propios hijos adolescentes han sido como tirarse de un paracaídas en medio de una jungla. "Cierro los ojos", y en la caída rezo que logre pisar tierra firme sin romperme un hueso. ¿Cómo entonces ser más premeditadas antes de dar el salto?
No es que tengamos que trazarnos mapas exactos de cómo se dará la travesía. Tal como cuando la caída es de un avión (no sabes precisamente a dónde te llevará la corriente del viento), es mejor confiar en que, como antes de tirarnos nos aseguramos de chequear bien que el paracaídas funciona, nos hemos preparado para ir en la conversación a un paso que sea natural y seguro.
En casa mi filosofía como madre en lo que respecta a la comunicación siempre ha sido de puertas abiertas (y con par de paracaídas de repuesto). No hay tema alguno del cual mis hijos de 17, 15 y 9 no puedan abordar en conversación conmigo. ¡Ni uno solo! Para mi es todo en cómo hablamos, inspirando confianza mutua y respetándonos y nuestros puntos de vista. Alec trajo el tema por primera vez cuando apenas tenía 7 u 8 años —era muy "correcto" su concepto de lo que es la relación íntima en ese momento— y cuando le pregunté dónde había aprendido "todo eso" (¿la tele?, pensé yo), me trajo rápido su enciclopedia de niños favorita (que irónicamente le había regalado ¡mi mamá!) donde se ilustraba visualmente y por escrito el acto que sabe Dios la impresión que causaría inicialmente en el pobre niño.
Ese día entendí que no era momento de taparle los ojos a él a las cosas a las que ya están expuestos los chicos de hoy día, ni quedar paralizada yo por no saber cómo responder a sus curiosidades de niño, de adolescente. Obviamente una conversación del tema con un niño de 7 u 8 años no tiene el mismo espíritu de detalle que la que puedes llegar a tener con un adolescente, pero el punto es que pienso que es mi responsabilidad como madre encontrar respuestas apropiadas para sus edades a esas preguntas que TODOS se hacen en un momento u otro y no dejarlos en la oscuridad.
Si mi experiencia es reflejo de lo que tantas otras mamás —como Lucía, Dahlia y Sofía en el segmento del programa semanal ¡Oye!, de CafeMom, que te incluyo en este post— habemos unas cuantas ya tirándonos en paracaídas por el bien de nuestros hijos.
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Y tú, ¿has hablado ya con tus hijos sobre el sexo?
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