Cuando tu pareja es todo lo que rodea tu vida, tus pensamientos, tus acciones, tus sentimientos y tus decisiones, temo decirte que probablemente estás en una relación codependiente. A pesar de la etapa del enamoramiento donde todo es color de rosa y la pareja parece no tener defectos, es importante mantener la independencia y la autonomía emocional. Las relaciones sanas están basadas en la capacidad de mantener el mundo propio y al mismo tiempo tener un mundo juntos. De esta forma se evitan las simbiosis enfermizas en donde se pierden los límites de la individualidad. Es por ello que aquí te comparto los motivos por los que debes evitar a toda costa que tu pareja se convierta en tu mundo entero.
Más en MamásLatinas: 15 consejos para dejar una relación que te hace daño
Parece muy romántico, pero cuando tienes la necesidad de estar con él todo el tiempo, has renunciado a todo por esta relación y has dejado al margen tu propia vida como si respiraras a través de él, estás en medio de una situación riesgosa para tu salud emocional. Desgraciadamente, las películas románticas nos han generado una idea equivocada el amor en donde la realización de una pareja parecería estar fundamentada en la entrega absoluta y eso no es amor.
Ponte las pilas y antes de que entres en una situación que ponga en riesgo tu equilibrio interior y sobretodo tu libertad e independencia, haz algo para evitarlo. Hay muchas señales que te pueden indicar que estás siendo codependiente así que cuando sientas que te estás desdibujando, no te lo permitas.
Te preocupas mucho más por él que por ti.
Cuando dejas de ser tu prioridad comienzas a jugar el rol de rescatadora hacia tu pareja y por lo tanto te abandonas sin tomar en cuenta tus propias necesidades. Por lo tanto, estás sumamente pendiente de lo que quiere y buscas complacerlo en todo. Le quitas toda capacidad de decisión y prácticamente sin darte cuenta terminas siendo la que se hace cargo de su vida. Esto, con la intención oculta e inconsciente de volverte indispensable y así asegurar que permanezca a tu lado porque te necesita demasiado. Si estás pendientes de él, dejas de estar pendiente de ti y de tu propio mundo, por lo que puedes comenzar a mimetizarte con él y generar una especie de confluencia enfermiza.
Haces tuyos los problemas de tu pareja o buscas que él sea quien resuelva los tuyos.
Cuando tu pareja es tu mundo ocurre un fenómeno en el que te vuelves dependiente de él para que te solucione tus problemas porque has perdido la capacidad de hacerlo por ti misma o puede pasar al revés. Es tal el nivel de dependencia que te apropias de los suyos y buscas la manera de resolverlos sin considerar que ambos, tanto tú como él, son dos personas adultas con la habilidad suficiente para encontrar el camino a cualquier solución. Cuando te apropias de su vida o él se apropia de la tuya, ya no hay fronteras que definan sus capacidades adultas, esto es parte de una relación codependiente.
Puedes ser asfixiante en la relación y ahuyentarlo con tu actitud acaparadora.
Si él es tu mundo es posible que estés a su lado todo el tiempo y que busques su compañía para todo, incluso en aquellas actividades que les correspondería hacer de manera independiente. Su presencia se vuelve indispensable en tu vida y también quieres estar presente en todo lo concerniente a la suya. Esto puede ser un factor de toxicidad que llegue a saturarlo de ti y sentirse ahogado. Por lo tanto, esto puede llevar la relación a un colapso debido a que puede huir de la sensación de asfixia que esto le provoca.
Puedes volverte una chantajista emocional aunque no lo hagas con mala intención.
El hecho de que tu vida gire en torno a tu relación puede sacar la peor versión de ti llevándote a cometer chantaje cuando tu pareja decide separarse un poco de ti para vivir su individualidad. El hecho de que decida buscar su espacio te puede generar mucho enojo y frustración, que en realidad son miedos disfrazados. Es posible que caigas en el chantaje emocional con la intención de hacerlo sentir culpable como una manera de obligarlo a permanecer a tu lado todo el tiempo porque te es difícil separarte de él.
Vives en ansiedad cuando no estás con él.
Como notarás, la angustia es una suma de todos los puntos anteriores porque cuando estás en un estado de alerta permanente debido a que no sabes nada de él o se pierde de tu vista, puedes entrar en un estado de pánico poco sano para ti y para la relación misma. Cuando dependes tanto de tu pareja o él de ti, puedes sentir que pierdes el control cuando no tienes noción de sus actividades y te invade la inseguridad cuando está lejos.
No sabes pasar tiempo contigo misma o con tu círculo social.
Debido a que tu mundo es tu relación, has abandonado otras áreas de tu vida, puedes descuidar a tus amistades y dejar de nutrir o alimentar tu círculo social e incluso tu mundo personal. Puedes dejar de lado tus pasatiempos, tus gustos, tus intereses propios y enfocarte única y exclusivamente en la relación. Tu propio espacio deja de tener sentido para ti y ahora lo único que le da sentido es la vida en común con tu pareja, situación que en algún punto puede resultar asfixiante para alguno de los dos.
Renuncias a tus metas personales con tal de estar junto a él.
Es posible que en algún momento de tu vida, antes de conocerlo o de enfrascarte en esta relación, tuvieras metas y propósitos personales, sueños y proyectos que te entusiasmaran o que te ilusionaran. De repente, cuando decides que tu mundo gire en torno a él, te quedas sin nada o decides renunciar porque consideras que la ganancia de entregarle tu vida entera a una relación será lo mejor para ti. Sin embargo, es muy probable que con el paso del tiempo te arrepientas ya que hay algunas oportunidades que no se pueden recuperar. Así que, si estás en este punto, piensa muy bien antes de renunciar a lo que durante mucho tiempo ha formado parte de tu plan personal.
Dejas de dedicarle tiempo y energía a tu trabajo.
El estar pendiente de las necesidades de tu pareja o en hecho de dedicar toda tu energía a ello te distrae de ciertas responsabilidades porque no les das la importancia o la atención que merecen. Esto te lleva a perder el balance en aquello en lo que necesitas enfocar tu mente y por lo tanto descuidas tus labores de trabajo. Sin darte cuenta, esto te puede causar problemas ya que tu rendimiento deja de ser el mismo e incluso no te importa incumplir si se trata de elegir entre tu pareja y tu vida laboral.
Puedes llegar a tener insomnio y problemas para dormir.
Esto es parte de la ansiedad que puede producirte la dependencia o la codependencia. Si permites que este estado insano crezca en la relación, puedes vivir ciertos efectos en tu organismo como consecuencia de somatizaciones que se ven reflejados en ciertos dolores, algunos malestares e incluso en insomnio. El no poder dormir bien es producto de las preocupaciones por tu relación, de las inseguridades y en cierto punto de la desconfianza generada por la necesidad de estar al tanto de su vida todo el tiempo.
Te puedes convertir en una mujer muy controladora o que se deja controlar.
Es una consecuencia lógica de vivir en simbiosis con tu pareja. Puedes vivir ambos roles ya que la ansiedad puede llevarte a ser muy controladora o permitir que tu pareja tenga control sobre ti. En este sentido podrías entrar en un círculo vicioso donde la ansiedad te lleve a conductas de sobre vigilancia y de persecución debido a la imperiosa necesidad de saber cada detalle de su día para sentirte parte de su vida. También puedes vivir el efecto contrario y ser la parte controlada, ya que tu pareja querrá saber todo sobre tu rutina conociendo cada paso que das durante el día.
Dejas de tener criterio propio porque todo se lo consultas.
El control lleva invariablemente a la inseguridad y al desequilibrio en la propia identidad. Recuerda que la dependencia te genera falta de autoconfianza y por lo tanto desconfías de tu capacidad para tomar decisiones. Por lo tanto decides consultar todo y pedirle su opinión para todo. Esto te arrebata la adultez y puedes sentirte como una niña desorientada que requiere de la aprobación de su pareja ante cada paso que das. También puede suceder lo opuesto y ser tú quien quiera que se te consulte todo. Como verás ninguno de los dos roles es sano porque les quita libertad y sobretodo capacidad de toma de decisiones.
Renuncias a tu libertad con tal de no sentirte sola o abandonada.
Esto puede escalar y si te permites llegar al grado menos saludable, poco a poco te das cuenta de que vas perdiendo libertad de acción, de pensamiento, de toma de decisiones y posteriormente de identidad. Dejas de ser tú misma con tal de convertirte en la persona que tu pareja espera que seas. Como has renunciado a muchas cosas con las que te sentías plena, elijes entrar en un círculo vicioso y permanecer en una relación solo por temor a la soledad o al abandono. De ahí que sea importante no perder tu escencia, conservar tus planes personales y no perderte en una relación por el espejismo de la compañía y el amor dañino.
Puedes ser víctima de maltrato o incluso tu misma ejercerlo también.
De nuevo, todo esto es efecto de la despersonalización que te permitiste ya que el hecho de sentirte sola o de querer evitar el vacío, te pueden llevar a situaciones de maltrato psicológico. Te has debilitado tanto en cuanto a las fortalezas de tu personalidad que cuando tu mundo gira en torno a esta relación ya no estableces límites ni marcas fronteras con tal de no quedarte sola. Si por el contrario, te descubres siendo tú la que ejerce maltrato psicológico a través de descalificaciones directas o sutiles, estás siendo dependiente porque buscas retener tu relación desde el poder.
Comienzas a tener conductas de sumisión de forma gradual y sin que lo notes.
Si te has ido convirtiendo en una niña insegura durante la relación comenzarás a ser demasiado complaciente e incluso “obediente” ante las peticiones de tu pareja. El hecho de hacer que todo gire en torno a él puede provocar que no sepas decir "no" cuando no estás de acuerdo en algo y que cada vez te sea mucho más difícil delimitar quien eres o lo que quieres. Es importante que cuando te descubras siendo sumisa recuperes tu identidad y retomes tu verdadero yo tomando los riesgos que ésto implica.
Te niegas y le niegas los espacios individuales y privados por miedo a perderlo.
Les parece normal hacerse mutuas prohibiciones en cuanto a vivir sus espacios personales, sociales e individuales. Es como si esto fuera algo que atenta contra de la relación. Eso implica que pueden estar viviendo una confusión con respecto a los derechos que cada uno tiene como personas únicas e individuales. Por lo tanto también pueden tener la percepción equivocada considerando que poseer una vida propia es una forma de faltarle al respeto a la relación cuando en realidad eso no es así. Ambos adultos tienen derecho a su espacio personal y no por tener una vida propia corre en riesgo la relación o le faltan al respeto.