El amor propio está relacionado con la capacidad de poner límites. Eso significa que debes aprender a decir "no". Pero, ten cuidado con los grandes enemigos que se pueden atravesar en tu camino. Uno de ellos es el sentimiento de culpa. Es tan terrible que equívocamente puedes sentir que al decir “no” estás siendo egoísta o mala. El otro es el miedo al rechazo que te impide actuar de forma auténtica por temor al abandono. Entonces, debes estar atenta y no dejarte atacar por ninguno de ellos. Marcar tus fronteras entre quién eres y lo que se espera de ti es un acto de amor propio y hacia los demás. Así que vence el miedo o la incomodidad a poner límites siguiendo estos consejos que te comparto.
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Toma en cuenta que no puedes ser la rescatadora del mundo y dejar a un lado tus prioridades por cumplir las de alguien más. Puedes defender con humildad y firmeza tu punto de vista. Aunque no siempre tendrás la razón, tienes derecho a decir con respeto lo que sientes y piensas.
La gente te hace el daño que tú le permites. Esto implica que en la vida no hay víctimas ni victimarios, sino falta de límites claros. Si te cuesta trabajo, ponte la meta de lograrlo pronto, ya que si dejas que pase más tiempo cada vez te será más difícil acostumbrarte a hacerlo. Entonces checa esto, quizá te sea de utilidad.
Practica el ejercicio denominado: Sólo por hoy…
Es posible que poner límites sanos te tome tiempo y te funcione si lo haces de manera progresiva. Puedes plantearte metas cortas con las que desarrolles tu fuerza de voluntad. Piensa en un día de la semana y ten el propósito firme de decir “no” a aquello que te sientes forzada a hacer. Después, agrega un día más y así sucesivamente hasta que te plantees el propósito diario. Siempre pensado desde un “solo por hoy pondré límites y me demostraré amor propio”.
Solo acepta lo que para ti es negociable sin que eso afecte tus prioridades.
Si alguien necesita de ti, pero esto interfiere con tus tiempos, tus actividades o tu rutina, puedes negociarlo sin hacer a un lado tus necesidades. Sin embargo, si se trata de algo que atente contra tus creencias, tu filosofía de vida o valores, de ninguna manera cedas. Ten muy clara que tu flexibilidad no debe de ir en contra de quien eres.
Delimita tu capacidad de entrega y de ayuda siendo específica en los tiempos.
Es importante que seas clara y plantees a los demás hasta donde tienes y tendrás disposición para hacer algo y hasta donde no. De esta forma vivirás flexible pero firme en cuanto a tus fronteras. Un ejemplo podría ser: Sólo puedo ayudarte o hacer esto que me pides una vez al mes, o, no me gusta que me hables así frente a los demás, hagamos este tipo de bromas sólo en casa.
Hazte 3 preguntas objetivas valorando cada situación de incomodidad antes de decir sí.
Debes pasar tu decisión por un filtro de 3 preguntas interiores. ¿Estoy renunciando a algo que me importa mucho si digo que sí? ¿El costo de lo que haré es dejar a un lado mis prioridades? ¿Realmente es algo prioritario en mi vida o indispensable para los demás? Haz de esto un hábito de manera que no te engañes. Es importante que seas honesta contigo y que te des cuenta si estás dando más y quitándote.
Explica la postura de tu no de una forma amigable y no cedas.
Imagina que tuviste una semana muy estresante y que anhelas con locura la llegada del fin de semana para descansar. Sin embargo, surge un imprevisto en donde alguien requiere tu ayuda para algo que sabes que no es de vida o muerte y en lo que no eres indispensable. Practica tu postura siendo amable pero honesta y di: No puedo, estoy muy cansada y necesito recargar mis baterías para seguir saludable.
Se empática con los tonos impositivos de los demás y tómalo sólo como sugerencia.
Poner límites no significa ser inflexible e intolerante. Si percibes una imposición vívelo como sugerencia. Quizá el contenido (independiente al tono), puede tener lados interesantes que podrías tomar en cuenta. Puedes decir: Gracias, lo pensaré o lo tomaré en cuenta. Sin embargo, evita decir “sí” a la primera. Tómate el tiempo necesario para evaluar cualquier acción, decisión o petición sin que interfiera tu lado complaciente.
Amortigua el límite con un mensaje positivo y enseguida di no.
Es una técnica de comunicación asertiva que puede ser muy funcional para ti que te cuesta trabajo poner límites directos y que además suavizará la respuesta. Un ejemplo podría ser: “Admiro muchísimo tu perseverancia, sé que encontrarás a la persona indicada para ayudarte en lo que necesitas”, o, “admiro mucho tu motivación, pero por esta ocasión me será imposible participar”.
Deja de minimizar tus prioridades con tus pensamientos.
No te ayudas nada cuando tú misma le das cuerda a los pensamientos de mujer rescatadora como: “Debería ayudarle, aunque llegue tarde”. “No me cuesta nada hacerlo por él, aunque me tenga que desvelar”. “No creo que me lo digan con mala intención”. Date cuenta que con esto te colocas en último lugar. Si te gusta ayudar a otros ten siempre la seguridad de que lo haces sin perjudicar tus tiempos, vida, autoestima y salud.
Se amable y muy clara en lo que esperas de una próxima ocasión ante algo que te incomode.
Si tienes amigas que te visitan sin avisar o si te sientes incómoda con esa persona que siempre te hace bromas de mal gusto, debes decir lo que esperas en la siguiente interacción. Por ejemplo: “Lamento mucho que hayas venido hasta acá y no poder recibirte, saldré a una consulta médica, creo que la próxima vez sería mejor que me avisaras antes” o, “me gusta tu sentido del humor, solo que me siento muy incómoda, no quisiera que, en la siguiente reunión, hagas esas bromas conmigo”.