Si Morris Sorid tuviera que aplicar para un trabajo, tendría que poner profesión: sobreviviente. Y es que este bisabuelito de cinco a sus 101 años sobrevivió al holocausto, al cáncer de colon y ahora a Sandy.
El Nautilus Hotel, la residencia para ancianos donde Morris vive con otros 100 abuelitos en Atlantic Beach, en Long Island, Nueva York, tuvo que ser evacuada antes de que se inundara, y a su edad, este guerrero de mil batallas tuvo que mudarse a un refugio improvisado en Queens.
Pero ya nada le asusta a este inmigrante judío de origen polaco, quien perdió a su familia a manos del régimen Nazi. La de Morris es una historia signada por la tragedia pero también por el coraje y sobre todo por la capacidad de renacer y resurgir.
Durante la Segunda Guerra Mundial, él y su esposa Regina se vieron forzados a esconderse en un búnker para escapar de la persecución nazi. Para proteger a su hijita, decidieron dejarla al cuido de unos parientes, lograron huir y después de haber sido refugiados por dos años, inmigraron a Brooklyn en 1948. Allí descubrieron que su hija y toda su familia habían muerto en el campo de concentración de Auschwitz.
Con ese dolor a cuestas, Morris y Regina, comenzaron de nuevo y tuvieron otros dos hijos. Morris se ganó la vida manejando un camión, tuvo una tienda y fue taxista. Tuvo cáncer de colon y cuenta que su vida ha estado al borde de la destrucción cinco o seis veces. Por eso, aunque no puede decir que le gusten los huracanes, no tuvo miedo de Sandy.
Sabe que un día va a reencontrarse con su familia. Pero también sabe que todavía no es su hora. Y mientras tanto se preocupa por sus hijos, por su enfermero de quien depende para vivir, por los otros abuelitos que viven con él y confiesa que el secreto de su longevidad es un traguito de whiskey diario antes de su siesta vespertina, amar a la gente, una buena canción polaca y un buen sándwich de corned beef.
Imagen vía Lulu.com