Melania Trump volvió a cerrar bocas en un acto oficial al lucir como una verdadera primera dama ante la mismísima y elegantísima Rania de Jordania gracias a un look impecable en verde botella. Sonriente y sofisticada, esta vez la exmodelo dio que hablar por su discreción y su buen gusto al natural, cuando todavía está reciente su última polémica por los retoques de su retrato oficial.
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Imágenes via Reuters
La primera dama estuvo a la altura de un icono de elegancia.
La elección de la reina de Jordania fue más arriesgada y recatada con su estilo años sesenta, pero Melania no quedó atrás con ese vestido verde que llevaba incorporado un cuello-foulard que se plisaba con el cinturón. Esta vez, quien quiera criticar tendrá que buscar en algunos de los siguientes looks que te mostramos.
Melania recuperó parte de su personalidad con este vestido de brillos y pedrería.
No hay duda que el vestido diseñado por Michael Kors es hermoso, pero muchos lo consideraron demasiado llamativo para el que era el primer discurso ante el Congreso de Donald Trump como presidente. ¿Demasiados brillos y muy escotado? El precio de 10.00 dólares tampoco ayudó.
Melania explotó su belleza imperial ante la primera dama japonesa.
La primera dama lució más elegante y escultural que cualquier otra en su género ante los políticos japoneses. Hasta las rígidas convenciones niponas se quedaron asombradas en su visita a Florida.
Sofisticada para los encuentros políticos más complejos.
Las ambiciones de Donald Trump de resolver el eterno conflicto entre Palestina e Israel se vieron apoyadas por este elegante vestido blanco estilo casaca con cuello geométrico que Melania llevó al encuentro con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
Bajándose del Air Force One deslumbró con este modelazo rojo pasión.
Aunque muchos la acusan de no estar asumiendo responsabilidades como primera dama, apariciones como esta, con ese vestido rojo de manga abierta, valen por diez.
Llegado el momento del baile apostó y acertó con el toque clásico.
Un diseñador relativamente poco conocido, Hervé Pierre, fue el elegido por la flamante primera dama en un momento tan significativo como el baile de inauguración. La Melania sobria acababa de nacer.
En la toma de posesión de Donald Trump, Melania calló todas las bocas.
Con Jackie Kennedy como clarísimo referente y con un diseño en baby blue de Ralph Lauren, su vestido fue el momento más glamoroso de toda la toma de posesión.
Siempre impecable, esperamos lo mejor de ella como primera dama.
Nunca una primera dama había llegado con tanta experiencia ante los flashes y con tanta carrera en la moda. ¿Será eso bueno o malo? ¿Será tan integradora como Michelle Obama o tendrá un discurso elitista? Veremos.
Melania no duda en llevar pieles para el frío de Nueva York.
La Asociación Protectora de Animales (PETA) todavía no se ha manifestado que sepamos, pero suponemos que no está entre sus celebridades favoritas.
Un toque excéntrico en las hombreras al estilo Lady Gaga.
Con este modelo retrofuturista, con esas hombreras entre vampiresas y extraterrestres, Melania se permitió una de sus últimas excentricidades en 2015.
Justo antes de empezar a estar en el ojo público podía lucir modelos más arriesgados.
La frontera entre el vestido de noche con toques bondage y el salto de cama es fina en este caso. ¡Pero nos encanta!
Aunque puede tener un toque bien modosito cuando quiere.
Melania puede poner cara de niña buena cuando quiere. Sabe ser versátil, que para eso es modelo. Y en 2015 acudió tan inmaculada a la fiesta del Saturday Night Live, programa con el que ahora no creemos que se lleven tan bien. Todo es tan impredecible en esta nueva era…
Sabe aportar un toque empresarial para su look.
Casada con un magnate, a veces Melania también puede dar el perfil de ejecutiva agresiva y el traje de chaqueta negro con pantalón pitillo le da un toque irresistible.
Melania no tiene miedo a los colores chillones.
Y este vestido palabra de honor fucsia lo demuestra.
Las alfombras rojas tuvieron en ella una foto asegurada.
En cuanto Trump coqueteó con el mundo del espectáculo con su concurso The Apprentice, Melania supo llevar mejor que nadie su papel de consorte en la alfombra roja. Este vestido blanco de escote en uve es solo una de las pruebas.
También el negro le da un toque muy sensual.
En 2014 paseó con este modelo en negro con chantilly en lugares estratégicos. No sabemos si ese toque felino que tiene Melania es lo que se espera de una primera dama, pero parece que aprendió la lección rápido.
No tenemos fotos de su boda, pero esto es lo más parecido.
Melania sabe llevar los vestidos de los grandes diseñadores. En cuanto llegue a la Casa Blanca habrá que ver quién será su modisto o modista de cabecera. Tom Ford, por ejemplo, ya aseguró que se negaba a colaborar con ella. Carolina Herrera y Tommy Hilfiger son de los pocos que apuestan por ella como un nuevo hito del estilismo presidencial. Y, hasta la fecha, con Ralph Lauren le ha ido de maravilla.
En 2011 demostró por qué el blanco es su color favorito.
No preguntes por qué. Le sienta como un guante.
En 2010 ya lucía como una auténtica "newyorker"
En la sencillez, la versastilidad y la comodidad glamorosa está el truco de ser neoyorquino y Melania, aun desde su torre, no quiere dejar de pertenecer a la vida social de Manhattan.
En este caso las pieles no le favorecen tanto.
Mejores las pieles en versión suntuosa que en versión nueva rica en una estación de esquí. Aunque esos vaqueros marcan bien el cuerpazo que tiene. ¿O no puedes dejar de mirar el flequillo más oscuro de Trump?
Este tipo de pieles le sientan mucho mejor.
Esa es nuestra Melania. Bien de exceso millonario, bien de temática eslava. Las pieles, estés a favor o en contra, parecían ser su hábitat natural en esta fiesta de cumpleaños de Stephen Schwarzman. Era 2007 y Donald Trump y ella ya habían pasado por el altar.
Durante su ascenso social no pudo evitar entregarse a fondo en la Met Gala.
En 2004, Melania cumplió su sueño de ir a la alfombra roja del año. La temática no pudo dar más juego para sus gustos barrocos: "Las amistades peligrosas". Y así, como si fuera la mismísima Madame de Tourvel, apareció con ese vestido que juega con el tiro largo y el corsé sin miramientos.
En 2003 lució este vestido de raso muy revelador.
Los que la acusan de vulgar, pueden tirar de archivo, aunque hay que decir que hace mucho que no luce escotes tan excesivos. ¡Aunque podría!
Comienza a aclarar su pelo y muestra estilos tan informales como este conforme avanza la década.
A pesar de su espectacular físico, Melania puede llevar atuendos tan normales como esos pantalones vaqueros y esa camiseta fucsia. Eso sí, escotazo que no falte y buena transparencia.
Los confusos comienzos del nuevo siglo le trajeron sus looks menos afortunados.
En 2002, Melania se enfundó este vestido que, en cambio, no nos convence nada. Las transparencias que hacen de ese corpiño un picardías y la caida de la falda con el remache en tul nos parecen bastante insípidos. ¿Tú qué crees? ¿te hubieses enamorado de ella entonces?
En 1999, Melania Trump no se llamaba Melania Trump pero ya apuntaba maneras.
Todavía tenía un deje de país comunista en su sobriedad y su nombre no era sino Melania Knauss. Eso sí, este vestido bien ajustado en tono lila y brillos nos parece que, puesto hoy en día, seguría deslumbrando.
Cuando Melania conoció a Donald.
Su cabello era mucho más oscuro, su silueta igual de envidiable y, a pesar de estar saliendo con un multimillonario, apostaba por un look clasico en blanco, sobrio, cómodo y hermoso. Donald Trump y su flequillo, en cambio, incólumes hace ahora 15 años.
Este es uno de los looks de la primera Melania.
Este es el diamante en bruto que Donald Trump decidió pulir. ¿Qué te parecía en su época juvenil, con sus rasgos europeos mucho más marcados?